domingo, 27 de diciembre de 2020

Reseña de SINGLE (The first/The other) de The Biomechanical Toy (Autoeditado,2020)


 

Termina el año de la distopía. Primero y segundo de ciencia-ficción aprobadas, dentro de veinte años alguien te preguntará qué es esa marca en forma de cruz que tienes al comienzo del brazo. Seremos divinidades atrapadas por el pasado, por los dos veintes repetidos. Como nuestros progenitores, como nuestras mujeres, algunos en doblete vírico. Por limpieza y respeto simularemos ser felices, tendremos juguetes que se implantarán a través de puertos y sensaciones agridulces en función de la limpieza de la zona de conexión. David Albalá, el hombre tras el proyecto The Biomechanical Toy es un veterano de la escena aragonesa: estuvo en el filo, cuando lo analógico y lo digital convivían, cuando subir fotos costaba más que revelarlas en sótanos inmundos o descargar un mp3 podría ser el tiempo necesario para componer la banda sonora de la mayor resaca de tu vida. Ahí, en el recuerdo del mar imposible de la ciudad de Zaragoza, bajista de carácter, experimentador de efluvios sintéticos, entrega dos temas donde podemos reconocer el gusto por la melodía y la superposición, el zumbido indeleble, las programaciones euclídeas que desalojan las discotecas ochenteras con las que soñábamos al ver la Bola de Cristal. Sonar orgánico utilizando máquinas es un ejercicio de habilidad al alcance de muy pocos, y es esa hibridación lo que hace más delicioso el proceso de escucha de The first, que tiene guiños a esa manera étnica de compensar la cibernética, como si en la noche se juntaran Erich Von Däniken y Daniel Melero a pinchar. El segundo tema, The other, arroja una vertiente más caústica, de una ceniza oscura que se ha consumido una y otra vez, pasta base de Peter Baumann, con ese piano que simula lágrimas que, como pintura seca, impregnan los recuerdos del Muro. Dos temas que dejan con ganas de seguir escuchando este proyecto de elegante factura, construido sobre la compleja capacidad de evocación que tiene la música electrónica.


Aquí está su web

Y se puede escuchar desde el blog amigo tecnopopymasAragon

sábado, 26 de diciembre de 2020

Bric-à-brac de Javier Aquilué (La Casa Amarilla, Zaragoza)

 



La exposición de Javier Aquilué durará desde el 21 de diciembre, 2020 hasta el 20 de febrero de 2021. La galería La Casa Amarilla está situada en la siguiente dirección y su página web dedicada a la exposición es esta 

Todo lo que lean a continuación es una interpretación distópica y emocional, en un momento vital devastado, de un devoto de la obra de Javier Aquilué tratando de utilizar sus cuadros para luchar contra el carácter gordiano de su propia vida. 

EL RITO_La mañana alisa el collage y lo convierte en una sucesión de pegatinas sobre fondo rojo. Personas que olvidan lo que soñaron, que sueñan con lo que vendrá doce horas más tarde, que hacen del aburrimiento un arte. ¡Qué exigente es la anatomía que obliga a vivir en oscuridad el tiempo del bostezo! Cotillea un instante único el hombre, el autor, el pintor. Polaroid de distancia ordinaria. 


BALTASAR_Tabaco negro, como Kevin Magee, /como el falso Baltasar en la cabalgata de Reyes, /duro y directo a los dientes. /Le das fuego a la vida,/hasta que te hace arder, carbón,/ negro como el Rey Baltasar,/ como Kevin Magee,/negro. Como Ortega-Cano, como Javier Aquilué. 


EL DEDO EN LA LLAGA_Ese niño en leche nutricia, en chamanismo del desarrollismo, en el curasana hipnótico de una Janine Darcey, el niño es un prototipo de drugo, alisado su cerebro por sofá y pared, esperanza de calcio artificial en contraste fotográfico.


FOSFENOS_Acariciamos los días como el sol nos acaricia las conversaciones, las voces que mutan en el aire de una terraza, distorsiona en la mínima radiación hasta que nos atragantamos de ayuda. Las furias realizando una entrevista de trabajo mientras se desparrama un confetti de pájaros, Altea disfruta del barro tal vez, cocido al fuego de lo útil, como una navaja que desgarra un corazón y lo automatiza. 


ESPIRITISMO_Ya hablé de ouijas antes. Planteamiento, nudo y desenlace es la estructura definida para saciar los instintos. Como en el cuadro donde uno se esconde, la forma invisible es más terrible que la que se ve. Lo instintivo, el terror tras las cortinas echadas en los edificios-colmena de Budapest, las hermanas Fox haciendo puntos para la bolsa de trabajo en las oposiciones a exorcista del Vaticano. (Y EL DUNDE DEL HORNILLO VISITANDO TU EXPOSICIÓN, AQUILUÉ, QUE TE CUENTE LA HISTORIA LA RESPONSABLE DE LA CASA AMARILLA). 





GERÓNIMO_Nikolái Roerich afeitado y caminando por Salou en busca de habitantes para sus manifiestos angelicales. No tiene lugar para esconder las alas, insertadas en el moreno cetrino de la desvergüenza. Fieltro y mascarilla. Mascarilla de acción quirúrgica, mascarilla que en su azul compite con el cielo. Hay algo de retador y apocalíptico en la instantánea, de supervivencia básica. Todos somos jóvenes castores postmodernos en un mundo que se ha convertido en una novela de Ballard. 




LOS INQUILINOS_ Ciertos retos son como un ouija sobre grafito, Simón Bolívar está listo del bocho y Franz tiene picores entomológicos, Ricky se va ayudado por las pastillas porque sueña con un país donde reparten boletos hacia un destino en la marina, menos mal que sin boca todos podemos volver a ser delgados o serlo por primera vez y soñar con una juventud que siempre, siempre se va. 


LA CASA MAGNÉTICA_Coney Island junto al parque Grande en Zaragoza, Corazón de Espoz y Mina, ese descenso al círculo de la fortuna, bailarina de la vida, cualquier cálculo arroja una inexactitud euclídea que haría estremecer al mismo Galois unas horas antes del duelo que le llevará a la muerte. Telgopor y viejas mascarillas por el suelo, de los tiempos en los que nadie veía nuestras bocas, inquilinos que se han trasladado hasta esta casa.




UN BUEN CONSEJO A TRAVÉS DE LOS AÑOS (_No digital found_404_) FILM En aquella película de Cronenberg entraron por accidente Ziggy Stardust, Buster Keaton y el puro consumido de Groucho Marx. La mosca impregnó como el Santo Sudario que hay en Campillo de Aragón, el pueblo que separa Castilla de Aragón, el pueblo más alto de la frontera. LA SESIÓN Casa en blanco y negro, un circo sin atracciones, el conejo de la suerte, jugar a la pocha con la vida de tu hijo, ¿te conté que una vez Ramón Acín me susurró en sueños que sus pajaritas estaban llenas de piedra y que nunca podrían volar?


Bonus Track: PINTURA DE HISTORIA III_Hay gritos que desgarran el tiempo y lo vuelven del revés, chirucas que tornan en Shoggoth bajo el influjo del estramonio especial que crece en Caldearenas. 



HOMBRE MORDIDO POR SU GATO_ Acostumbrado al clima continental Aquilué místico, en estampa casi devocional, se deja morder por el gato que Edgard Allan Poe regaló a Ambrose Bierce. Noche en la antigua casa Hasta-Aquilué, el gato sobre la cama, en la ropa, en los bolsillos de aquellos trajes guardamos suficientes denarios como para pagar la siguiente cuota del teléfono móvil. (COMÍAMOS ARROZ Y APAGÁBAMOS LOS DATOS DEL MÓVIL DURANTE UN TIEMPO MARCADO. EL QUE TENÍA MÁS MENSAJES AL VOLVER LA CONEXIÓN, PAGABA).


EL AGUJERO DE LA LUNA_De un discípulo pagamos pasamos a un verdadero Jesús. El Jesús que hizo inmortal Sergio Algora como solamente se hace un personaje que aparece en una canción, “Jesús, etc... etc”. Todos atrapados en la caja que se ha convertido el mundo. Jesús es un ente de risa contagiosa, en una pandemia de voyeur, que aumenta la envidia de su acompañante mientras esos espejos que devoran el tráfico, lo atrapan, deforman la muerte como si fuera un simple aviso, actúa el espejo como gorgona atrapada por Perseo.  



sábado, 19 de diciembre de 2020

Teoremas de la Máquina de Turing (Autoeditado, 2020)

 


El EP se abre con un instrumental entre el pulso de Melero y la suavidad de Eno, una mirada al nacimiento del bosón, al sonido del rocío al caer de una vida. Menos de un minuto para que el primera tema , Arañas, arroje una suntuosa iteración de suavidad mantenida como un metrónomo disfrazado de caja de ritmos, se dobla la voz y la guitarra sostiene la voz en un eco que avisa de la llegada del a sección rítmica. Pop que se dobla sobre sí mismo hasta que la voz se eleva como un abismo. La sintaxis como amante pobre del álgebra, el cuerpo como un olvidado axioma de Peano, boca, básico, cuenta con tus dedos en mi cuerpo. Unos arreglos que funcionan en una variedad que nunca da sensación de errática. Recuerda a la parte más naif de Esclarecidos o a un replicante de Amaral despertado para la ocasión. Una guitarra limpia abre “Su lugar” como en una declaración de principios, susurros, chasquidos percusivos y ese lirismo de Antonio Vega mientras llega la base rítmica y el amor estalla como una permutación apreciable solamente para el que la sufre. Aquí perdemos un poco de fuelle con la mirada hacia las estrellas con un solo ligeramente esquelético que no acaba de encajar en el sobresaliente comienzo del tema. El penúltimo corte del EP se llama “Huracán” y el tratamiento de voz haría feliz al Doctor Manhattan, lo enamoraría sin duda, contiene contradicción, juego de espejos y recuerdos y ausencias en una sola habitación, donde la voz arrastra arena desde debajo de la tierra mientras que la base instrumental cumple con sobriedad su labor de sostén. Es la mejor letra del disco pero buscamos un poco más de riesgo, tenemos todavía mucho espacio para indagar entre la perdida Rosario Bléfari o incluso las aventuras de Hilda Lizarazu al frente de Man Ray. La dicción y el fraseo nos acercan a Ely Guerra y la primera Julieta Venegas. El cierre del disco se llama “Huracán” y el nylon y el piano es un susurro atrapado en una caracola, recuerda a los reivindicables Louisiana o la parte menos íntima de Bronski. Las guitarras se abren paso y la sencilla metáfora de la cometa -incluyendo la rima en consonante con trompeta-, funcionan con lucidez, como la guitarra ácida y oscura que raja la partitura en momentos puntuales.



La máquina de Turing entrega un EP de producción cristalina, saliendo airosos del juego de tiempos y combinaciones, con una voz dotada que no abusa de arabescos pero también es una banda a la que podríamos pedir un poco más de riesgo, hay partes de los temas que son un incendio y empezamos a arder y otros en los que la comodidad hace que perdamos el interés. Con trabajo, La Máquina de Turing, con su buen gusto, pueden ser la próxima gran noticia de nuestra música.

Algunas palabras sobre Julio en invierno de Fernando Vallejo Ágreda (Los libros del Mississippi,2020)

 


Un verso que abre el alma al mundo: “Yo/quería recoger en mis ojos toda una vida”. Un silencio después. El amor que escapa, la juventud frente a la madurez, el sentimiento constante en que no hay compartición ni movimiento, vida cruel, como tango en ciudad de Cierzo: qué cruel el tiempo que va más rápido en un cuerpo nuevo que en uno ajado. El amor a distinta velocidad. En su libro, Fernando Vallejo sabe que el vacío se puede atrapar en un poema, que la entropía es una imagen especular que aumenta el sueño y seduce la pesadilla. Así, los síntomas de la enfermedad son un ruido que rompe a la muerte. Escucho y leo, punto y amargo: “un mensajero con gárgaras en las pupilas” y cualquier comparación entre el hombre y el absoluto nos devuelve una derrota inapelable, un salto cualitativo: la Nada que se ha ganado los galones de la mayúscula, el Espacio, la Luz, el Tiempo, la Voz. Las sombras siempre deslumbran: “Todos están en tus labios/nadie te pronuncia. El altar del tiempo”. Los fantasmas son amantes de la oscuridad y allí demuestran que la soledad es un acto de constricción que define el absoluto. “Nunca me he alejado de la muerte./Creo que nadie/Siempre es tarde para empezar a vivir.”. El verso corto, como una epístola entrecortada, un salmo incompleto, donde la voz se impone a la metáfora, la sangre a la imagen manida, la vida como un deseo inacabado: elegir el desastre como quien elige la palabra exacta, seleccionar el amante que se niega como quien señale el lugar vacío donde permanecerá lo que la vida decida dejarle vivir. Por eso “Julio en invierno” es un libro en el que la existencia es un juez en el deporte sacro de la vida que, atada eternamente, se esfuerza por alejarse de la muerte. Como el poeta que se aleja del cuerpo amado, aún confuso, aún esperando una remontada épica: “Muerta por muerte” o la imagen que es la vidriera divina del libro: “Los monos montan a caballo cuando están de vacaciones”. Sexualidad violenta, el cuerpo como un desgarro en el tiempo, como un estocada convenida y deseada: “Abdicar es vencer para siempre”. Como el antídoto que es más veneno que antídoto: “En la muerte se establecerá vuestro turno”, el poeta es parte de una tribu que se engaña, pues, como dice Fernando Vallejo: “Nuestro tiempo no tiene fin”. 'Julio en invierno' es una nueva entrega del electrón libre Vallejo Ágreda, salvaje dandy, elegante y espiritual como un whisky reposado, postrado frente al abalorio terrenal se deja acompañar por las ilustraciones de Federico Contín, que se lanza hacia una mixtura de oscuridad antieuclídea, que pivota entre lo santidad de Antonio Saura, la locura del tinte plúmbeo de Francisco de Goya y el sacrilegio arterial de Lina Vila. Un libro que sacude, que deja marca en el camino nevado que lleva hasta las montañas donde la locura y el amor arden ateridos de deseo, ausentes, desconocidos el uno frente al otro.

domingo, 13 de diciembre de 2020

Algunas palabras sobre Haga lo que haga en la tierra de Vicente Muñoz Álvarez (Canalla ediciones, 2020)

 


En su último poemario Vicente Muñoz escribe: “como si hubiera/envejecido mil años/en solo unos días/perdido/en mi laberinto”. Vicente Muñoz acaba de editar 'Haga lo que haga en la tierra' con Canalla Ediciones. Son poemas tras la tormenta, un poemario distópico que atrapa lo que le rodea, ahora todo humo y lágrimas y lo convierte en el misterio de la vida. El tiempo, el cambio, la vida como una mutación salvaje que acabará en muerte, la fortuna como un contrincante que juega con los dados cargados: “La solicitud como una condena que asfixia tu corazón”. Jean Grey enamorada del cuervo de Poe, la entropía como brújula para los que quieren perderse con conocimiento de causa, la tripulación que canta, muy borracha, la lista de los capitanes que se perdieron en el camino a Ítaca. Este poemario de Vicente es la carta en la botella, es el mar como esperanza de olvido, el arrecife como sustento de las sirenas. Vicente se sabe tripulante solitario de un navío que hace aguas y, a pesar de todo, achica con la fuerza del amor, de la familia, de los poetas a los que una vez guio: “me pregunto/ esta tarde lluviosa/ de otoño en la Tierra/ cuento las bajas/por pérdidas”. En el libro el poeta sigue vivo porque es otro, el que fue hace mucho que se ha perdido, no mejora, simplemente engaña a la tormenta. Pero su luz es inconfundible: “lo he dado todo/mi corazón al desnudo/latiendo en sus manos/arden los restos”. La segunda parte del libro, Vórtice, es un destilado de versos, microdosis de ácido, restos de veneno, Kafka y Sísifo, Ovidi Montllor y la lluvia de la que se protegían los replicantes en Blade Runner. Tres versos, múltiplos pánicos, drugstores vacíos de amor y llenos de ginebra, mujeres dentro de mujeres. La gasolina de la vida en múltiplos de tres. Tercera es la parte donde uno se ahoga, Aguas profundas. Se abre con una cita de Poe, como antes lo fue Kerouac, santos de un panteón eterno. Un mundo que acelera y un hombre que tiene tatuado el mapa en la dermis, un hombre que suda su vida, que la mece en noches largas que son aviso de jornadas todavía más largas, cuando el zapato es un objeto que es pan y es sal, hombre de ruta, hombre lobo sin luna llena, escritor porque el silencio es la muerte y cantar lo que escribes es señal que sigues vivo: “quién sabe qué espera/en la siguiente estación”. Un fugado de la poesía, un rapsoda de ultramar, un fantasma de motel que sigue mirando la luna esperando su amor no correspondido. Los libros de Vicente Muñoz son cada vez más confesionales, no hay avidez por fama o bulimia del éxito, solo la autenticidad del malabarista, que va y viene, hace amistad con los diablos de cada encrucijada y sabe que le van a perdonar el peaje tras tantos años juntos. El final es, claro, Llegar a puerto. Ahí está todo, Ulises, el país de nunca jamás, las islas Marquesas, el retiro de Rimbaud, la soledad del amante que construyó un palacio para habitarlo solo y ahora no quiere retirarse allí, hogar de ángeles y de proscritos por igual, “como si ninguna otra/hoguera en la Tierra/pudiera iluminarnos/más fuerte”. La ceniza, pariente pobre del fuego, la coda, el remedo del te quiero silenciado: “Nada más puedo pedirle al cielo”.



Algunas palabras sobre Ir al norte de Fernando Sanmartín (Editorial Libros del aire, 2020)

 


Ir al norte de Fernando Sanmartín es un libro donde la búsqueda se confunde con el encuentro. La ciudad es la que elige al poeta porque envidia el cariño con el que trata a otras como ella. El pasado es sepia y en las fotografías hay tabaco y colores sepia y unos pocos coches aparcados junto a la playa en los veranos de los setenta con una matrícula que pone CH, como una promesa de remanso y dulzura de relojes. El poeta que está sediento desde el primer poema y seguirá así hasta el final del libro: “Una promesa es desnudarse cuando ya no hay ropa”. El dinero falso hecho de trapos, las planchas del hotel, mandar a Última Thule un vinilo que entre sus surcos estén grabadas las medidas del hombre perfecto, medidas que cuentan sílabas como en los poemas de los libros. El poeta Sanmartín es poeta del silencio, porque el sonido en el espacio es solo eso, una mentira de la ciencia podrida, el sonido siempre interrumpe, sobre esa interrupción se define, el sonido no adivina ni se esconde, así que prefieres el silencio. Poeta que elige silencio y noche, disfraz conocido para un Carnaval perpetuo. El uno de enero es el falso comienzo, el uno de septiembre, sosias, que mezcla ilusión y terror. Una ciencia inexacta es esa que habla del comienzo. ¿Cuándo comienza el amor, con el primer beso o la primera mirada con respuesta es ya aniversario? Sanmartín es joven y sueña con uno monstruo al que opositar. Es la niebla de Sofía una pista del lugar donde ocultarse, es el hogar de aquel Kleinman kafkiano que entre sombras buscaba amor y compasión. Sanmartín nace con el Ebro y comparte armas con su amigo muerto, un ángel que hablaba de pistolas, pero amaba las piscinas. Sofía, vuelvo a Sofía porque es nombre de mujer, como lo es Praga y Budapest, como son todas las mujeres que ocultaban su belleza tras el telón y ahora florecen entre desconocidos que las pasean, Sofía está invitada al baile de la muerte, es una más en la crisis entomológica que nació en Praga y se extendió con la delicadeza de la larva por todo el organismo. Sanmartín ha destapado en 'Ir al norte' un vino de buena cosecha, sentencias contundentes que demuestran su dominio de todos los registros líricos: Dios es un vagabundo, el Rey de la Atlántida caminando por las calles de Babilonia con una barba larga, olvidada su sangre azul o verde o amarilla, hasta que la Johny Storm lo hace recordar. Escuchen el verso: “Soy el que no diferencia/las razones de la sed”, ahora mismo la poesía es un ente sediento al que no sacia ningún verso o si lo hace vuelve la sed con más angustia que antes. Sanmartín acumula retazos y recuerdos, colecciona fotografías en los lotes del Rastro y se declara: “Soy un horizonte reparado”.



En la segunda parte de libro los viajes siguen presentes pero los versos tienen una delgadez casi enfermiza, personajes del Transiberiano, lugares lejanos, extremos desconocidos, el comienzo y el final: “Cuando sabe que en un día cabe toda la vida”. Como un ente divino, como semilla de deidad, tiene el poeta el poder de conservar la extenuación, ser el viajero que agota los viajes, los lugares que visita, atrapados, colecciona las derrotas en combate singular con las ciudades como trofeos. En uno de los poemas Fernando Sanmartín habla de los suicidas descalzos, la sutileza del álgebra como ciencia de lo desconocido. El álgebra es el arte del rompecabezas, la matemática que encaja y da sentido a las bases y los sistemas generadores. Sanmartín se detiene en los ángulos rectos de la existencia y allí encuentra el descanso que no le dan los zocos. ¿Será la muerte la incógnita que cierra la ecuación de la vida?: “La verdad es un rostro sin afueras”. Entre el Álvaro Valverde de 'Más allá Tánger' y el Aute que busca en el cielo protección, el tiempo de Sanmartín colecciona noches de nieve, esas en las que el niño duerme con la esperanza de no tener escuela al día siguiente. La muerte del tiempo es el instante en el que todo se detiene, temblor y desencaje, mecánicas básicas sin mecánicos, mecanismos terrestres, mecanismos únicos que se expanden como una mancha de aceite desde la aldea de los fermiones hasta el pozo misterioso del agujero negro. Sobre lo que niño no pueda entender que ningún dios ejerza cátedra. Quizá el mejor poema o el poema sobre el que se sostiene el libro.


Pero Sanmartín vuelve a la humedad de Venecia, engaña a París con su desprecio puntual, emerge en la medianoche, es un eremita que ha conocido suficientes incendios como para no evitar las cenizas que deja la lubricidad a su paso. Poeta cautivo, poeta que se deja viajar por encima, que se encuentra y que alimenta a las llaves con su propio cuerpo. Poeta que permite que sea el veneno quien decida qué mar asesinar, qué lejía, qué amoníaco, qué purificación química haga de los versos un blanco donde volver a empezar.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Reseña de Manifest y Arena EP´s de Pablo Malatesta (Autoeditado, 2020)

 



La aparición de estos dos EP´s marca un punto y aparte en la trayectoria del músico y productor Pablo Malatesta. Es un salto adelante, un reflejo fidedigno de su evolución hacia espacios compositivos donde resulta complicado destacar y una vuelta de tuerca en cuanto a lo que uno puede encontrar en la actualidad cuando buscar encuentros entre músicos del pop y la electrónica. Es un salto adelante porque es la primera vez que encontramos a Pablo firmando con su propio nombre un proyecto solista, donde da rienda suelta a sus últimas obsesiones, la electrónica orgánica, aquella en la que las máquinas y el hombre encuentran una simbiosis que va más allá del proceso de almacenamiento y secuenciación: Pablo Malatesta ha tocado las notas, fusionando sus pupilas con las luces rítmicas y sus huellas dactilares impregnan los sintetizadores para dar forma a atmósferas cambiantes, ritmos sincopados y música que pivota entre lo ambiental y lo bailable. Pablo Malatesta había demostrado ya su habilidad como compositor de espacios sonoros en distintos proyectos, además de generar melodías y arreglos para los grupos donde ha desarrollado su trayectoria previa, pero es cierto que es la primera vez que se enfrenta a la abstracción musical, al lienzo puro, al cassette virgen...ahí donde solamente importa la música...y dónde está la música, ¿en los cables?



La propuesta de Malatesta está dividida de manera muy inteligente en dos EP´s, no hay primero ni segundo, se complementan y mezclan sin confundirse. Si uno decide indagar primero en Manifest encontrará seis minutos de música bailable en la pieza que da título para luego volcarse en el loop hipnótico de Kampai, donde el averno espacial se mutila en un aparente nerviosismo formal, como si el universo fuera un animal adicto a la ketamina que empieza la noche. Wish imita las imperfecciones del vinilo, como en una lluvia de electrones golpeando una televisión sin ajuste de antena, sobre una pulsión casi entomológica crece la tempestad como en una banda sonora de videojuego maldito en 8 bits. Olas y olas de sirenas cibernéticas saludan y esperan, haciendo de los mantras una excusa para la dispersión de arreglos aceitosos hasta que a mitad del deseo la oscuridad de una carretera perdida impregna todo. Como si Baladamenti hubiera capturado un parásito de Tron llegamos a OGI, un tema de más de ocho minutos, donde las olas electrónicas se ven sacudidas por una oscilante lluvia concreta, cristal, cristal líquido, alma de casiotone, caja de ritmos que resuelve la ecuación de la vida. La vida como imitación de la vida. OGI tiene esa tonalidad brumosa del oriente seductor que se llevó el alma de Mick Karn mientras deshacía el maquillaje de una bella replicante. Manifest concatena en cada pieza elementos bailables, agresivos unos, fríos como lunas de Saturno en otras ocasiones, con sacudidas espasmódicas al robot que duerme y sueña con fusibles quemados donde insertar sus conexiones.



El segundo EP, Arena, se abre con el tema del mismo nombre, un piano nos recuerda que Pablo Malatesta es un instrumentista dotado que ha sabido experimentar las posibilidades de las cuerdas y la electricidad cuando se unen con cables a cerebros digitales. Por eso este Arena tiene un sabor de oscuridad ambiental, de melancolía por el paso del tiempo, de exploración tardía a una nebulosa extinta. Blitzliebe, el segundo tema del EP, ya había aparecido en versiones primerizas en antiguas propuestas de Pablo Malatesta, y nos recuerda aquellos tiempos a mediados de los noventa en los que Bowie giraba con Nine Inch Nails y Trent Reznor aparecía en el escenario para interpretar con su saxofón Subterraneans, el oscuro tema con el que se cerraba Low. Mi favorita de todas las piezas. Las razones quedan entre Pablo Malatesta, el Solina String Ensemble y un servidor. Resilience es una pieza más accesible, casi relajante dentro de la trepidación general del material, hay algo de esa síntesis cercana que con la base rítmica resulta familiar y provocadora. Es la sintonía de la aventura, de la exploración. El cierre con Infinity_and_Beyond, es un alegato a la apertura de miras en lo musical que ha supuesto estos dos trabajos de Pablo Malatesta, con ecos que se pierden de un público que ha crecido, los teclados que se apagan en la lejanía como piezas que deben de volver a su lugar, el ritmo de las baquetas que piden una más, una voz que aúlla la vuelta de los ángeles, el muro que crece y echa raíces. Somos tan débiles y pensamos que al desnudarnos nadie querrá mirarnos.

La vuelta de Pablo Malatesta a la actividad musical, con una libertad absoluta como ha demostrado con estos dos trabajos, es un anticipo, una bocanada para seguir respirando en esta distopía vital en la que nos encontramos. Pablo es un creador libre, exquisito y trabajador, con un nivel de exigencia y perfeccionismo que, como todos los grandes artistas, bordea lo paranoico. Eso hace que si se ha permitido liberar este material la esperanza de volverle a ver sobre un escenario, tras la mesa de producción o simplemente acompasando nuestro corazón al ritmo de sus pads y secuenciadores sea una realidad.


La música de Pablo Malatesta se puededescargar aquí

sábado, 17 de octubre de 2020

Reseña de MECANISMO UNIVERSAL de MECANISMO DE KOZAI (Autoeditado 2020)

 


Mecanismo de Kozai es una de esas nuevas olas que con regularidad llegan hasta las playas aragonesas. Olas que son necesarias para arrastrar propuestas repetitivas y capaces de dejar una huella permanente durante el tiempo suficiente. En su primer largo uno encuentra una producción muy cuidada, con la voz en primer plano, melodías que juegan entre lo cristalino y lo ambiental, textos de lírica libre con un aderezo épico coherente con lo celeste de su nombre. El Vuelo, tema con el que abren el LP es una buena muestra de ello, guitarras punzantes y garganta preparada para demostraciones solventes. El sonido de Mecanismo de Kozai nos remite a algunas de esas bandas que en los noventa siguieron la senda de letras cuidadas y selectas incursiones en la oscuridad como En Pecado o Gazza , pero también tiene algo de esa contribución al universal libro pop que hacían Distrito 14 o los recordados Días de Vino y Rosas como en el tema Química. Agosto fue uno de los primeros temas que mostraron al público bajo su nueva encarnación, con temática de amor a la Madre Tierra, tiene la fuerza de la reivindicación apocalíptica y en Astrolabio dan rienda suelta a una levedad enternecedora (a pesar del atrevimiento lírico de rimar labio con astrolabio, pero no nos vamos a poner ahora puristas, que todos hemos caído en la rima consonante alguna vez) , El pulso del viento juega con tonalidades más aceleradas para volver con Polvo a una delicadeza de ensoñación que remite a bandas como la Dama se esconde. Estatua de sal tiene un trabajo de guitarras preciosista que frisa el rock medieval y Domesticando mariposas vuelve a cultivar con arreglos épicos una forma de entender la música de larga tradición en nuestra tierra. Dogma/Axioma tiene algo de esa cadena que une a Las Novias con la versión menos tóxica de Parálisis Permanente. Una letra muy original, donde la banda juega con mucho gusto con conceptos habitualmente muy poco usados en la canción pop. El final no es la última canción, que con su sección rítmica trepidante, queda reservado a Éxtasis, una manera de entender el cielo como argumento, la vida como sucesión de estadios...Mecanismo de Kozai han entregado un primer LP de factura notable que picotea en su paleta con estilos muy diversos, destacando el trabajo con la voz y un equilibro entre baile disfuncional y medio tiempo confesional.


Más información y escuchar disco en el blog amigo Aragón también tiene sed

domingo, 27 de septiembre de 2020

Vida EP de Stabilito (Autoeditado, 2020)

 


Uno siempre tiene la sensación de ser un interino en su propia vida. Estar guardándole el sitio a tu yo que crece, a tu yo adulto, a tu yo padre, a tu yo abuelo. No sabes quién se quedará esa plaza definitiva y mientras, imitas el lugar de tus progenitores o preparas el camino a tus descendientes. Aquel que entiende la vida como un interino suele dejar en la espera mensajes y recuerdos: canciones y poemas, películas y juguetes, guitarras con marcas que a su vez son historias. Mil vidas que se multiplican casi de manera fractal. 

Así uno se acerca a un disco final que es un principio, a una muda primordial como es esta Vida de Stabilito. En tiempos de concentración y usura emocional, se agradece una reflexión en cuanto a arreglos y voces. El disco se abre con Benson, con un sampler y una guitarra trepidante, una guitarra de la tercera nueva ola: abres la boca y te imaginas intoxicación o lucidez, tú eliges. Sigue con Hiroshima, se abre con el aullido de una habitante de las pesadillas de Oppenheimer para desgarrar el espacio tiempo a base de una sección rítmica que se desliza como los tentáculos de Shoggoth abriéndose paso en la madrugada a través de las grietas que dejó la destrucción. Hay un momento de ceniza en el texto, una forma de deshacer muerte y darle color, con las guitarras y el aullido que nos recuerda a aquellos grupos ochenteros españoles de nombres prohibidos, grupos que nadie quiere recordar que existieron, como 429 Engaños o Minuit Polonia. Un actor invisible nos lleva por latitudes acuáticas y estancadas que activan pasajes de la memoria que son como el beso de una madre antes de dormir, abriendo de nuevo el cielo a la electricidad, con esa variedad de registros de Guillermo Esteban. No solo por estar cantado en catalán pero es evidente que los mecanismos llevan a la acidez de Ricardo Solfa cuando abusaba de la ayahuasca con Adriá Puntí y, completamente pasados, invitaban a anchoas al oso polar disecado que guarda Dalí solo para sus favoritos. Están los momentos menos sacados de El columpio asesino y los restos de hidrocarburo que dejan Nudozurdo cuando vuelven de resaca, está el Miracle el aire, con esa fatalidad de las bandas que surgían de los prefabricados de Manchester, como Durruti Column o la parte más post punk de Cabaret Voltaire. Salmodia en el texto, el camino de Ray Loriga, no saber distinguir el sabor del congrio seco, no tener lo que se quiere, solo lo que no se puede evitar. En el gran libro de los días extraños, la dicción de Stabilito, de Diego, el vocalista, nos lleva a los momentos más alucinados del Indio Solari de Gulp! para acabar en Funeral, convirtiendo el final en una especie de ecuación cuya resolución se pinta en las paredes con sangre. Funeral abre los pulmones, expande los instrumentos, Dios es una pelotón de fusilamiento y la cama de un hospital una barcaza conducida por Caronte. Me guardo la última moneda para pagar la zona azul o invitar a ese espectro de buenas piernas. ¿Se parece un poco a Nico o son las lágrimas que no me dejan ver?

Stabilito es un producto de su época, de una época posterior a los noventa, una época en la que todo volvía a parecer ordenado y entonces la exigencia se convirtió en un problema y la originalidad ya no servía como bandera. Prohibieron el cigarrillo y el katovit y dejaron la merca y el ansiolítico. Así que nuestra vida siguió siendo una montaña rusa pero como todos íbamos montados no nos dábamos cuenta. En física se le llama observador no inercial y uno tiene que echar mano de fuerzas ficticias, como la de Coriolis para tener la sensación de que su parte en el mundo está en su lugar. Este disco de Stabilito puede ayudar.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Mirada al pasado de HombreLobo (AUUU!!! Records,2020)

 


Son dos viejos conocidos de la escena musical aragonesa: por un lado la voz y la capacidad compositiva de Alejando Mariona (Alx Estige en su encarnación de principios de siglo) y la habilidad como alquimista de la electrónica de Ricardo Ponce (Räro dj en EIDN, la última época de Nubosidad Variable o Louisiana). Cinco temas para un EP que se abre con Galáctica con sus fibrosas vellosidades sintéticas acompañando una voz sobresaliente, una mirada a las cenizas que dejan como huella los monstruos del espacio, tristes en los noventa. Hombre Lobo es un abismo de enanas blancas, una entropía con sonido de fondo, ecos de lo que pudimos ser y que no volveremos a contemplar como fracaso. El paso a Ruido nos ofrece un pasacalles mucho más lúdico, de ángeles que alucinan como devotos de la trepidación de Martin L.Gore y las producciones de los satélites del Carlos Berlanga más tóxico. ¿Es Tino buscando a Billy Boy? ¿Es John Foxx contemplando Europa después de la lluvia?. El tercer tema, Camino hacia la luz es una de esas letras maduras que esperábamos de un compositor de como Alex Mariona, con uno de esos fraseos desbordados, un gen mutante que no se aprende, se recibe directamente de los habitantes de Oviformia o los besos de una bandada de gaviotas. Atmosférico como su nombre indica, como un expedición en busca de la Lemuria perdida, las sirenas soplan al oído de los roland y los fugaces devaneos de M83 con Jean Michelle Jarre. Bucear es volar en silencio, soñar sin miedo a mojarse. Los arreglos acompañan perfectamente la voz y no hay un brillo de más ni un alma sampleada que se pierda...incluso con el aviso final de bombo a negras que promete un directo jugoso y bailable. Sencillamente perfecto. Ricardo Ponce demuestra un manejo en la sala de máquinas que significa una evolución cualitativa en estos últimos años, acercando su paleta a los grandes, cuidando cada detalle. El final para Sol, en contradicción la parte más oscura del disco, entre Azul y Negro y los Iniciados, sabiendo que uno no se convierte en vampiro hasta que llega el día. El resto del tiempo bailas o te inyectas TB-303 hasta que tu corazón encuentra la secuencia correcta para el quinto profeta.

Un disco sobresaliente, pulido con un diamante, fino como una placa de korg recién salida de una caja olvidada en un almacén de Manchester por el nieto de Bernard Summer, en el decimoséptimo cielo hay una parada para estos licántropos. Descubran sus arterias, traen los dientes afilados.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Reseña de Amor Olímpico EP +DEP los Crápulas single de Mediapunta (Sonido Muchacho,2020)

 


Mediapunta ya no juegan en divisiones inferiores, han creado su propio campeonato en una división paralela de aullidos, picaduras y delanteros con el cerebro quemado que no asumen su decadencia. Mediapunta es al deporte como Maradona a la vida, intoxicación y aceleración. No sabes si estás siguiendo a un ídolo o estás siendo parte de la función de un clown. Tengo cuatro canciones, me prometieron dos más. La dosis anda escasa, pero Fantasma lleva el ritmo adecuado para ser píldora asesina, de leche y drugos pasados de vueltas, guitarras afiladas y una sección rítmica contundente con Diego Ibáñez emulando al mejor Jam Albarracín juntando su voz con la de Francho y cía. Traición suena ochentera, suena a los Vegetales o a los Zoquillos cuando iban de pervitín y se disfrazaban para destruir con un tratado de Adolf Loos en la mano. De Tumbaos hay videoclip, porque Mediapunta es la generación que lo registra todo, trabajando el workinprogress sin descuidar los detalles, el fraseo de Francho ha mejorado desde los tiempos del Gol de Nayim y es uno de los mejores activos de la banda junto a la solidez instrumental, sencilla y funcional, Tumbaos es una nueva revisión de La Playa de los Planetas en clave tóxica y sin metáforas, una canción tormentosa, cuando ya no hay que escuchar la voz de nadie para sentirse abandonado, vale con una mensaje de whatsapp. Boca de serpiente es el cuarto tema de Espíritu Olímpico y es un medio tiempo energético y macarra que solamente se desluce en una indecente rima consonante, pero siendo que Nacho Canut o Abraham Boba lo llevan haciendo décadas, quién soy yo para decir nada, ni que me dedicara a los sonetos. Yo me escapé de las fauces de la noche y ahora recibo avisos de madrugada de generaciones posteriores. Por eso agarro a Román, que tiene nombre de canción, y bailo en mitad de una habitación perdida de un pueblo lejano de cualquier lugar de ojos en blanco y puños en alto, pero sigue valiendo al aceleración primigenia cuando uno escucha Una gran cacería. Eran dos canciones que no iban en la botella que me llegó a esta orilla...la otra, El parque, ya avisan en las redes que tiene parte del cruce entre los Teenage Fanclub y Big Star, entre el Glaswow Rangers de Brian Laudrup y Jon Auer tratando de despertar a Alex Chilton porque tiene que acabar de producir a los Cramps. En El parque la riqueza melódica y las capas de guitarras y voces crecen con elegancia y demuestran que Mediapunta puede seguir dando mucho juego en los próximos años, quizá sea uno de los mejores temas de la banda, que pivota con gracia entre los garajes y los áticos, entre el subterráneo y la psicodelia alucinada.

domingo, 2 de agosto de 2020

Algunas palabras sobre La vida 2.0 de Mariano Gistaín (Editorial Xordica, 2000)

Vida 2.0,La (Carrachinas): Amazon.es: Gistaín, Mariano: Libros


En redraragon pone que el precio aproximado del libro es de 1600 pesetas. Que es una novela. Han pasado 20 años. Mariano Gistaín ya lo sabía todo. No me digáis que es un visionario ni un viajero en el tiempo. Ni un millonario que moldea el mundo a su gusto aprovechando el poder que le da su capital bien invertido. Gistaín utiliza la petaca como unidad de medida. Lo acertó todo. Acertó la llegada del COVID-19 y Podemos. No junto las dos cosas con maldad ni relación de ningún tipo. Mariano podría estar escribiendo esta reseña ahora mismo. Podría haberla dejado en un virus preinstalado en Windows 98 y se ha ido transmitiendo de portátil en portátil activándose como un durmiente durante la guerra fría cuando ha aparecido la palabra clave. Petaca. En el otro documento que tengo abierto hay un cuento que está creciendo. Nunca será una novela porque la novela habla de muertos y de caminos que se eligen de manera aleatoria. Se equivoca usted de camino me dirá Mariano. Gistaín se tira desde el tren al llegar a Calatayud. No espera que se detenga. Entonces no había AVE. Así que el regional, el talgo, el cercanías, iría suficientemente despacio. Sabe que el camino que F. e I. recorrieron eran variable. Faltan 6 años para que eso ocurra y 20 para que yo modifique el recorrido en mitad de una pandemia. Marino sabía que iba a llegar. Está contando antes que nadie lo del COVID-19 y también te está contando la serie Years and Years. 
EN LA MENTE DE RULO: YEARS AND YEARS: terror social en un futuro ...


En La vida 2.0 Gistáin dio el salto de lo analógico a lo digital cuando en la parte de atrás de los televisores no había HDMI solamente una ranura que se llamaba Euroconector. En la Almozara -luego volveremos a ella- la gente movía las antenas parabólicas para pillar la radio televisión de Luxemburgo. Se veían tetas con facilidad. Era mucho antes de telecinco. Era como Cronenberg en Videodrome. Cronenberg y Deborah Harry, Gistaín y Alma Coca. La de Alma y los Cadáveres. La de Cocadictos. 

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En el documento que tengo abierto al lado de este la gente encuentra videocámaras vhs donde graban comuniones y mañanas de Reyes, pero también a Peter Handke en cada hostal donde vivió en España. En todos los pueblos de España, en la zona entre Castilla y Aragón hay videocassettes de Peter Handke haciendo cosas. Tanto si vas por Tarazona como si vas por Santa María de Huerta. A veces pienso qué se destruirá antes el soporte digital de las grabaciones o las vidas de todos los que conocieron a Peter Handke en sus visitas a España. Esos soportes electrónicos con su magnetismo latente. Cuando les explico a mis alumnos que si mueves un campo magnético generas corriente eléctrica no se lo creen. A veces pienso que deberían llevarme a la hoguera solo por insinuarlo. 


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El lector de pupilas es un buen ejemplo de lo que estoy contando. Como el vendedor de recuerdos que salía en Tokyo ya no nos quiere de Ray Loriga. Loriga estaba agazapado y copiaba a Gistaín y a F. Loriga hablaba de Ballard y de Philip K. Dick pero en realidad estaba pensando en Gistaín. Lormatazepam Normon 1 mg. En la mixtape que grabo para esta reseña y para el documento de al lado solo hay tres canciones por ahora: Leave me alone en versión New Order, El anillo del capitán Beto pero cambiando a Norberto Alonso por Nino Arrúa y el banderín de River Plate por uno del Zaragoza (nota: la nave utiliza un combustible que es un derivado producido a partir del terruño rojizo que había bajo el suelo de la Almozara en los setenta, pero también volveremos a ello) de Invisible y finalmente Leave me alone pero en versión de Señor Chinarro. Usaré una TDK de 60 minutos.

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Ahora bien, salto un poco más adelante, quizá 2009 o 2010, Chusé Raúl Usón está en el living de mi piso de San Antonio María Claret. Desde la ventana se ve la calle Luis del Valle, muy cerca está el restaurante Dumbo. Encima de la mesa de vidrio deja la Vida 2.0 y también Los Bosques de Nyx de Javier Tomeo. Más libros, no recuerdo los otros. En el ascensor está esperándole mi hijo, Román, que nacerá el día antes de Nochebuena de 2019. Mi hijo apunta con un mando a distancia a Chusé para que me traiga los libros a casa. En el futuro cambiar de canal no será nada, no habrá canales, solo menús y sus colores y clasificaciones tendrán algo de dactilar y de captura de pupila. Un mando a distancia en 2048 que es cuando mi hijo habrá comenzado su viaje en el tiempo será como un hueso de mamut o una punta de silex engarzada en un trozo de madera. 

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Ni creo ni dejo de creer. Pero tú, Mariano, sabías lo del COVID-19. Tú sabías que en el Casino de Huesca, en el baño de hombres, había un Aleph. Un día de 2004 entró Leopoldo María Panero y salieron tres o cuatro personas cuerdas. Las dimensiones paralelas intercambian humanos como nosotros cromos. Esos días Luis Lles estaba muy atareado, tenía doble turno en la fábrica embotelladora de Coca-Cola que había a la salida de Zaragoza (con perdón) para que al poeta no le faltara bebida.
[Creo que te estás equivocando de libro, Octavio. No, no...también tengo pendiente para este verano distópico Florida 135 Cultura de Club].
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Ni creo ni dejo de creer.
¿Iban Pantani y Riis puestos de EPO? ¿Brassens inyectaba microdosis en sus canciones? Más EPO, más oxígeno. Un muerto reciente es como un vivo a punto de teminarse. Si aumentamos el ritmo, si todo va más rápido. Un segundo más. Espera, ahora que te he puesto en canción te pido que te detengas. Volveremos al Tour de Francia y volveremos más pronto de lo que parece al Forward de tu viejo vídeo VHS. James Ellroy imitando a Ballard. La cocaína de Ballard en la Costa del Sol. Una urbanización con paredes tan altas que no pueden saltar los virus. 
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Las pandemias aceleradas con un combustible especial, extraído del subsuelo de la Almozara cuando todavía se llamaba al barrio La Química. En la Química tenía el Real Zaragoza un campo de entrenamiento secreto. Allí llevaban a los zaragüayos a entrenar. Gracias a las mutaciones producto de los efluvios del subsuelo llegó el subcampeonato. García Castany podría confirmar la historia. Y Glaría, que era maestro y amigo de mi padre. Mi padre estaba en comisión de servició poniendo en marcha el Jerónimo Zurita, la escuela, en el curso 1972-1973. Es el mismo año que conoce a mi madre. Se casan en 1975 y yo nazco en 1978. Salían con los chicos al patio y cuando los chavales le daban una patada al suelo el terruño era rojo, pero no como el de la arcilla, era un rojo que solo se puede conseguir si tienes la caja de rotuladores Carioca de 36 o lápices Alpino de 30 para mezclar. Era un rojo ácido.
Antigua caja de rotuladores carioca, universal. - Vendido en Venta ...

Lanzaron a Arrúa en un cohete como el del capitán Beto. Cuando vuelva tiene un burofax preparado lleno de denuncias. Un burofax será como un título nobiliario. Habrá muchos hermanos muertos en la bodega de ese cohete. A veces iba Perico Fernández a entrenar. Cuando mi hijo volvía a su tiempo se detuvo en el año 2011 y me vio sentado en Bodegas Almau invitando a un pitillo al campeón del mundo. ¿Qué diferencia hay entre un Aleph y un agujero negro? ¿Y entre Einstein y Borges? ¿Ramón J. Sénder y Aristóteles? Cuando vuelva Arrúa mi padre será el copiloto y ya no nos asustaremos cuando suene el teléfono fijo de casa en mitad de la noche. Cuando Gistaín escribió La vida 2.0 ya sospechaba que los teléfonos fijos se convertirían en una especie de lujo inservible como los porteros o los plazos fijos. Es difícil entender lo del precio del dinero. Cuando Gistaín escribió La vida 2.0 ya sabía que el dinero no valdría ni el papel con el que estaba hecho porque los predicadores de la Santa Hermandad del Cambio Climático habían prohibido talar un solo árbol y nadie quería llevar billetes hechos de plástico que pesaban más y encima eran mucho más contaminantes. El dinero de plástico, y eso ya lo sabía Gistaín cuando escribió La vida 2.0 solo valdrá en el Casino Montesblancos de Alfajarín. 

El casino de Montesblancos, en ruinas tras ocho años de cierre ...
En la Vuelta a España de 1983, la de la masacre de Serranillos, la de Hinault contra Lejarreta, contra Alberto “El galletas” Fernández, contra Gorospe, contra Arroyo o Perico...el 28 de abril Giuseppe Saronni ganaba en una llegada en repecho vestido con el maillot arcoiris de campeón del mundo. Todos iremos con nuestro dinero de plástico y quemaremos los billetes para no pasar frío mientras jugamos al copo o a los montones, porque todas las ventanas estarán agujereadas de las pedradas. Niños o mutantes. No respetan a la memoria de Saronni. Saronni no corría el Tour de Francia. 

Del arcoíris en la Vuelta a España | by Juanfran de la Cruz | Jun ...


En La Vida 2.0 hay una televisión atrapada en una habitación emitiendo una y otra vez la etapa prólogo del Tour de Francia de 1989 en Luxemburgo. Hay muchas almas atrapadas en esa habitación. Puede que una sea la tuya o la mía y nos hayan dejado salir para poder escribir esto. El Lormatazepam es la llave de entrada y salida. Lo dicho, está en bucle pero puedes pasar rápido con el dedo sobre el forward del vídeo y parece que Perico se da prisa y llega a tiempo. Lo haces con el dedo porque no hay modernidad suficiente en el mundo que permita un vídeo vhs con mando a distancia. Mi hijo usó uno como arma disuasoria para que Chusé Raúl Usón me llevara a casa la Vida 2.0 y un libro de Tomeo. Un mando a distancia para un VHS es una aberración. El COVID-19 también lo era. Y Podemos. Matrix ya es un clásico. Como la Noche de la Iguana. Fue la primera película que vi en DVD. No se veían los cables. Quizá nunca hubo cables.
The Matrix DVD | eBay

Reza por mí, Mariano. Estoy escribiendo una historia en el otro documento. A la actualización del generador de novelas le está costando descargarse. El módem hace ruidos extraños. Como cuando lo conectabas y eran los datos o las llamadas de teléfono. ¿Qué pared quedaba por derribar?  

jueves, 23 de julio de 2020

Unas palabras sobre Mictlán (Odas a la muerte) de Ricardo Díez Pellejero (Olifante, 2020)


MICTLAN (ODAS A LA MUERTE) - Teran Libros


En aquel año todo cambió. Pero la poesía siguió bailando alrededor de la muerte. La siguió cantando y siguió puliendo su presencia en el bloque de granito que es un folio en blanco. Porque caminamos hacia la muerte y la sangre que derramemos será una ofrenda: “Día a día perdemos la vida/la muerte es la gota que colma el vaso”. El gran poeta que camina junto a la muerte es Ángel Guinda y su presencia se aprecia en alguno de los versos de Ricardo Díez, por ejemplo en “Pero y la muerte/¿cómo habré de vivirla?” o “Rebosa salud la muerte”, también la ciencia misteriosa, la que escapando de Newton y Aristóteles se atrevió a bucear en las procelosas aguas de lo cuántico, de la imposibilidad de la posición y la velocidad a la vez, dejando las funciones de probabilidad como única antorcha en exploración del universo donde Dios y la muerte conviven en el mismo espacio y en el mismo tiempo. Somos como una tercera dimensión donde atrapados contemplamos reflejos y distorsiones, temerosos de cruzar paredes y muros. ¿Qué hay más bello y abandonado en este mundo que reniega de lo analógico que aquellos que “auscultan el fondo de los buzones”, Ricardo Díez actúa como un demiurgo en esa tercera dimensión, cruza sigiloso y desbroza los misterios, un chamán que nos devuelve a la época Hiperbórea, “mi voz no llega sino después de un eón de mudez”, el silencio es también un buen cliente de la muerte y el tiempo es un remanso donde la confusión entre estar vivo y haber muerto encuentra su sitio. La cita de Juan Luis Panero con la que se abre uno de los poemas no podría ser más acertada: entre sus seguidores los “juegos para aplazar la muerte” son uno de esos ejercicios como cambiar los versos -con tu permiso, Ricardo-, “Hay que hacer arder el frío”. Entre el tiempo donde la recta que en su intersección entre planos decide el cero absoluto, ahí es donde la muerte adquiere forma de quietud, no saber si es sueño o muerte o caballitos de mar liofilizados por un dios azteca aburrido. El poema Especies invasoras es uno de los más poderosos del libro, versos como “Ellos guardan bajo sus raíces/un depósito de semillas nuevas,/que tendrán ocasión de germinar/tras el incendio”, supervivientes que en su interior dejan que la savia fluya hasta que seca, la muerte ahogada y saciada se eleve, hacen enmudecer al lector que atraviesa el paraíso perdido hasta llegar a Estiaje donde ya todo está arrasado “Pero a dónde iremos/cuando hayan ardido todos los bosques/cuando se extingan las bestias que toman nuestro último aliento”. Unos versos que recuerdan -y, de nuevo perdonen el atrevimiento, casi una boutade-al recitado inicial del Mundos en eclipse “el último árbol sea arrancado terminará la vida y comenzará la supervivencia.” y lo hago por el cariño y admiración mutua que se profesan Santi Rex y Ricardo Díez. Mictlán es un libro depurado, introspectivo, donde cada palabra y cada verso está medido porque el lenguaje es arma y refugio, protección y hechizo “ ¿Sabremos saludar a la muerte sin lenguaje?”, como la matemática es paz y sosiego, sea a base de axiomas y corolarios, teoremas que en su demostración imposible no nos permiten encontrar solución a la muerte. Ricardo encuentra en el azul a los ángeles, aunque sean daltónicos, y en el blanco, el tiempo de doctorarse en entomología cuando los gusanos devoren aquello que fue su cuerpo. Por dos veces aparece Sergio Algora, otro explorador de la muerte desde la vida, en el poema Renacer o en las canciones que Algora pinchaba, mientras devoraba la vida para solamente dejar migajas a la muerte, también hay un bello recuerdo para Emilio Gastón, para muchos el único ángel verdadero que planea sobre las nubes de nuestro Aragón. Ricardo Díez es hace mucho un autor imprescindible en nuestra literatura, en nuestros poemas, una generación que, con Ángel Gracia o Jesús Jiménez, por poner dos nombres muy presentes, ha recogido una responsabilidad inevitable pero que para el resto nos resulta un faro fundamental y necesario.

viernes, 17 de julio de 2020

Algunas palabras sobre Alumbres de Ángel Gracia (Premio Isabel de Portugal 2018, Veruela Poesía)

Ángel Gracia presenta 'Alumbres' - Literatura en Zaragoza, DPZ e ...



Que de la ceniza uno pueda extraer una semilla de vida igual que si la lanzas te lleve hasta el fuego y no deje nada más que muerte. En el poema Gracia dice “Nada existe hasta que la luz lo dice”. El mundo ahora cambia y es “Nada vive hasta que la muerte muere”. O se aleja. En Alumbres la luz que se prende del alcohol tiene algo de falso, es tinta invisible en una borrachera de gasolina, como un poema que se enciende y se llevará todo por delante cuando prendas el primer pitillo de la mañana. El aire como enredadera que busca su hueco entre la enfermedad, buscando cualquier espacio donde acomodarse. En Cinerario sobrevuela la confusión entre hombre y árbol como oscuro objeto de mutación de la ceniza y en Claridad “Sana tu sien de todo sentido” la electricidad es un alimento purificador que como sucedáneo de soplo vital imagina una bisagra entre cuerpo y cadáver que haría las delicias de los monstruos de Villa Diodati. Y es que en Alumbres el cadáver alcanza la plenitud en la muerte, el trozo del alma no deja sitio para una alma que sea semilla “Alcanzas el silencio/cuando te despiertas/en tu cráneo vacío, /cuando tu hueso recibe/su primera helada”, al acercarte el escalofrío que te recorre al introducir tus manos en el terruño es magnífico. Escribía Carlos Bousoño “Ha visto envejecer el rostro humano muy poco a poco,/tan poco a poco que nadie fijaba su atención distraída/en el menudo pormenor de una arruga incipiente”. Cuando la muerte es una apicultora y confunde con su aliento a las almas que se acumulan alrededor del humo y sus dedos huesudos penetran para atrapar...el qué, ¿la NADA? Y llevársela golosa a la boca. No, Ángel Gracia no es bucólico es un chamán que enarbola las Geórgicas y hace de los panales viscosos surcos para que las almas encuentren líneas telúricas que las guíen hasta la nueva cosecha.

Alumbre es la vuelta a lo básico, a esa ceniza-que yo respiro y guardo dentro, como un asbesto que mortifica y reconforta a la vez-, que contiene la memoria de todo lo que fue pero es inútil para hacer crecer nada. Las imágenes de Ángel Gracia son como el instante en el que las larvas eclosionan en un tejido muerto y arrastran su esperanza, una esperanza desconocida para todos nosotros “Respiras lluvia y toses tempestades”. Sin repulsas, simétrico como un campo bien arado, como unos racimos de luces que la tormenta desperdiga: “Únete a la raíz de los muertos”.

En la tercera parte llega la muerte y se ausentan los animales, escribe Carlos Edmundo de OryAguarda en este hondo valle la llegada de los grandes lobo./Tus únicos testigos de hambrienta soledad”. El reflejo del folio resuena como el canto de la sirena, que atrae y asusta al mismo tiempo: “Escribir es enamorarse del blanco/dejar que la nieve me ciegue”. El poema Blanco es un monumental texto sobre el acto creativo, un acto donde coinciden notas moribundas y desiertos ciclópeos, donde la luz de las estrellas más lejanas y potentes es luz intensa que ilumina, pero luz que es aliento de una estrella muerta. El alma es un objeto al que le han arrancado todo lo que era semilla en la hora de la muerte: “Seré viejo vagar/pasadizo entre planetas”. La paradoja del árbol que se derrumba en mitad del bosque, un hombre que recita unos versos en su cabeza, las palabras que son proyectos de poemas en la mina de un lápiz. No hay poema más puro. Avanzamos en la aritmética de la muerte ”La proporción necesaria/es que haya dos vivos para cada muerto”, el cadáver es uno diamante que fue vidrio barato y tuvo que esperar un millón de años: ¿Qué tendrá que ver esta noche Nick Cave con lo que leo y escribo? ¿Serán solo las malas semillas? ¿Será la idea de los cuerpos atrapados como gemas en lo más profundo del suelo y sus manos y las tuyas que en la misma dirección buscan encontrarse? En la Santa Compaña no hay confusión entre vivos y muertos porque son lo mismo y Dios la excusa para seguir en el negocio: “Dios, confiesa si cada noche/pides ayuda los muertos/para que el mundo no se acabe”.


¿Quién me iba a decir que tras casi dos décadas las ubres de Roger Wolfe tan insípidas o los santuarios de Manuel Vilas repetitivos con la rítmica de repostar nafta en una gasolinera? Será el silencio de la noche en Ateca, un silencio de verdad, donde la temperatura de los ríos al mezclarse susurra una tonada distinta audible incluso para los que arruinamos nuestros sentidos con las máquinas de música metálica. Termino, otra vez, con Carlos Bousoño: “Todo está allí, la sombra, el esplendor del sol entre las ramas/bajas de los cerezos/nuestros pasos que van por el sendero/junto al seto de moras”. El final, el comienzo, el canon. Ángel Gracia que completa después de Valhondo y el Libro de los Ibones, tras Arar, una tetralogía de naturaleza como trasunto de la existencia humana en un ejercicio el de Alumbres, donde la muerte, pero también lo que hay antes y la huella que queda, son el motor y el temor de la vida.

lunes, 13 de julio de 2020

Algunas palabras sobre Abrir la puerta de Ramón Acín (Ediciones Traspiés, 2013)

Abrir La Puerta (Breves): Amazon.es: Acín Fanlo, Ramón: Libros


Me prohibieron escuchar música con cascos en la última revisión del carnet de conducir. Decía el médico que tenía problemas con los graves. Podría haber hecho un juego de palabras pero como me habían tomado 16 de tensión la cosa no iba por los derroteros del humor. Podría haber hablado del miedo a las batas blancas o de José Guardiola cantando Sixteen Tons, por 16 y por seguir siendo pop en una revisión médica para renover el carnet. Ahí es donde mi di cuenta de que quizá no era yo el que estaba sentado en aquel cubículo prefabricado donde te trasladan, de oca a oca y tiro porque me toca. Quizá era otro Octavio, uno que se apellidara de segundo Millán en vez de Milián. Y busqué al volver pastillas naturales que me bajaran la tensión y también diazepán 5 mg que me colocara el ánimo en su lugar y finalmente busqué un libro que hablara de otras personas y de sus vidas trágicas, pero que lo trágico fuera cómico y quizá un poco mentira. Por cierto, ahora uso cascos todo el día, cuando escribo conectados al ordenador y, sobre todo, cuando paseo por el pueblo unidos al móvil, pero no suena nada por ellos. El silencio es el mejor aislante. La gente que me habla piensa que los confundo con otra persona. Entre eso y las mascarillas soy anónimo. Ahora solo quiero ser ausente y vivir la vida de las personas de Abrir la puerta de mi admirado Ramón Acín. En casa de mis padres hay un ejemplar de Manual de héroes, pero esa es otra historia entre Acín y yo. Hoy nos centramos en 2013. 
Manual de heroes de Ramón Acin: Bien Encuadernación de tapa blanda ...

Y en Abrir la puerta. ¿Es Ramon Acín un seductor o un cazador de piezas sabrosas? La Cioconda entre el Molino y el Renacimiento, como en una canción de Jonathan Richmann. La seducción de las carnes tersas son como el alimento perdido de los fotógrafos. Ascaso estuvo en el Consejo General de Aragón y aquella mesa del Rey Salomón o mueble de Ikea marca Artúrica fue arrebatada por balas anarquistas y revolucionarias. Es del gusto del idelista recibir balas en el pie del pragmático, si lleva una camiseta de Stalin suele ir abrigado. Cuando en Zaragoza había mil periódicos en Jaca iban por mil y uno. Cierren su paso a los cainitas y Líster, Juan Negrín poniendo Gobernadores Civiles antes que Franco (con perdón, Gobernador General de Aragón). Hay una frontera entre el Nescafé y Venezuela, de color rojo y negro. A Sergio Algora y su catálogo de libros inventados le hubier encantado añadir alguno de estos artistas a su colección. Cuando latinoamérica es realista y fantástica a la vez y los nombres se mezclan como la bebida de cola y el pisco. 
Jonathan Richman by Jonathan Richman on Cuseum


Marlene Dietrich trató de sedudir a Greta Garbo en varias ocasiones. La Garbo se dejab querer pero no quería resbalar por aquella terraza inestable que era la fama recién fregada. Ser bisexual puede ser atrevido pero no vinculante ni en aquellos tiempos ni ahora. Una noche, cuenta una historia apócrifa -que no sale en este libro, por cierto-, Marlene Dietrich consiguió seducirla a base de ginebra y barbitúricos pero cuando iba a bajarle la ropa interior en la lujosa habitación del lujoso hotel que solo dos divas como ellas se merecían la Dietrich sintió una punzada de desagradable al contemplar la poca higiene de la ropa interior de la Garbo. Esta historia la podría confirmar Pere Gimferrer que espiaba desde la ventana a un millón de pies de altura mientras enhebraba los versos de “La muerte en Beverly Hills”. Es uno de los mejores textos del libro, te hace pensar en las letras de Hollywood, en la colina, convertida en un partenón con ruinas policromadas. Durante un tiempo estuvo a la venta en Internet, subastada por un napolitano anónimo, una pastilla de jabón hecha con las grasas, con las mantecas que le habían sacado a Silvio Berlusconi en su última liposucción. A veces uno piensa que es mucho mejor no limpiar la ropa si no sabes con qué carajo la estás frotando. 

Greta Garbo y Marlene Dietrich ¿Rivales o Amantes? - Ulisex!Mgzn


Piensen en una imagen tan poderosa como cadáveres descendiendo el Ebro, con todos los uniformes cubiertos de sangre y barro, unificando el dolor. La muerte no distingue entre la mezcla de sangre y barro. Mientras en los dedos se acumulan las astillas, las astillas también se llenan de sangre. Pero es otra sangre, la del que trabaja y tiene hambre. Si tus manos están llenas de sangre seca es que te estás ganando la vida honradamente, los asesinos solo tienen sangre en las manos si son descuidados y tras lavarse se dejan algo bajo las uñas. Hay una sangre que tiene muerte y otra sangre que tiene hambre. Una se mezcla con el barro en los uniformes y otra en las astillas de los que afilan madera en los aserraderos. Ramón, espero que sigas leyendo a estas alturas de reseña. Porque ahora voy a hablar de la resina y de los pinares. Como un disco que se repite, de vinilo, claro. Una aguja de diamante, pequeña. Es diamante, pero es de tamaño minúsculo. Un disco que se repite y se repite y te acaba atrapando. Es el alzheimer, como si el tiempo diera una gran zancada que recorriera décadas enteras, hacia delante y hacia atrás. Una canción es un año y un disco una vida. Puedes estar dándole la vuelta para que no se termine pero eso no evita que la muerte se junte con el nacimiento. Entre medio las mismas canciones. 
Medio Vendimia Que Mira Gravemente Dañado Disco De Vinilo Rayado ...


El entomólogo seguro habitante de los tomos y las enciclopedias. Ser entomólogo te asegura doble diversión cuando consultas una de esos libros ciclópedos que nadie quiere, ni las bibliotecas ni las librerías de lance: por un lando aprendes sobre la clasificación de los artrópodos y por otro puedes acabar descubriendo entre las páginas un nueva lepisma del azúcar con extra de patas (o voracidad). Aquel entomólogo de tu historia tenía alma de PRI (institucional y revolucionario) y mucho de vampiro, por lo eterno de su mandato (y ese apetito por la sangre en mitad de un caluroso Termidor). Ramón, ¿sigues por ahí? Estoy en el cementerio, trato de escapar de la bruma y porque sé que con ella moldeas la historia. El tercer hombre se escondía en sus novelas pulp y traficaba con penicilina diluida. El tercer vértice hace el triángulo y marca la zona de las Bermudas donde uno puede perderse.

Obras maestras según Blogdecine | 'El tercer hombre' de Carol Reed


 Desde Ateca a Villafeliche hay 35,6 kilómetros exactamente. Villafeliche fue un canódromo de moda en la Zaragoza sobre la que escribo en una novela en tránsito. Me encanta ese tono a lo Alberto Sordi para un pueblo que se derrumba entre esquirlas aragonesas. Errata en la página 60. No se me lo tome a mal maestro. Intoxicado, como un canción de Aute, pero no de las mejores. Sale en un disco, Slowly, que termina sin un cielo protector, Hafa Café. El Santo Bebedor fue una obra de teatro, un monólogo con Alfonso Desentre y Jordi Lord Sassafras que prometí ir a ver todas las veces que se representó. Pero esto solo viene al caso porque esto no es una reseña ni un crítica, son solo unas palabras que te debía, unas líneas que engordan mi verano triste. Poeta apócrifo como todos los buenos, bebe como Paul Bowles y ama como Rimbaud. O quizá sea al revés. Me gustaría poder preguntárselo a Félix. Seguro que ti también. Estoy casi terminando. 


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Como pienso de putero y como fotógrafo enumera meretrices, como en una lección de historia que cualquier apocado profesor de instituto evitará. Hurtará a la realidad a sus alumnos. Una razón podría ser la pura vergüenza y por otra la sátira incómoda de lo políticamente correcto. No sé si queda mucho margen para temer a lo políticamente correcto tras una pandemia, un apocalipsis o un verano distópico...retrasé maestro Ramón Acín desde el 2013 hasta hoy la lectura de este libro que usted me regaló. En 2016 empaqueté todo y lo guardé en un almacén. Estudié cuentas y álgebra para aprobar unas oposiciones y amar y ser amado. Tuve un hijo. Hasta hoy, julio de 2020. Y en el antepenúltimo capítulo de este libro imposible hay un texto, una carta, un artículo futurista escrito en un periódico de su invención justo en este mes de julio de 2020. Usted no lo corrige y hace bien. Como a trozos y a mordiscos este libro tuyo, lo empiezo en Ateca, lo llevo a Chodes -sueño que Antonio Saura se me acerca de noche y me susurra al oído: “Ramón Sender tiene los bolsillos llenos de arena.”-, va en la mochila hasta Zaragoza y vuelve a Ateca donde me he reservado el final. Una vez mi padre nos llevó por una carretera del Pirineo y detenidos en un recodo dijo: “Esto es la garganta del demonio”. Y volvimos al Renault 12 verde camino de Hecho. En Hecho enfermé de anginas y tuvieron que pincharme penicilina, no la del tercer hombre, de verdad, de la que guardaba el maquis. ¿Qué queda del maestro? Mi padre en Luesia, yo en Ateca. Escribo sobre el número ocho porque tumbado es el infinito y de pie, guillotinado (volvemos unas líneas más atrás, a la época jacobina) son dos ceros que no suman nada. 
Entrevista a Luis Alegre | SINUÉSDe Lola Flores a Ana Duato: Celebs en el banquillo



Yo que conozco las estaciones por las que no pasan trenes no temo a las paradojas. Estén vacías o quietas siguen siendo necesarias. Y termino, termino pensando en la península del Yukón, en las marionetas del Mago de Oz que siempre olvidan a Toto, en la cócteles de anfetaminas y hormonas que llevan siglos dando a Judy Garland, Joselito, Messi y, si te descuidas, la familia Culkin al completo. Es ya tarde, le dijo a mi hijo, te leo un cuento, uno de Disney. ¿Por qué Goofy no y Pluto sí? ¿Por qué Donald lleva una toalla cuando sale de la ducha? ¿Habría perros en el zoo de los Bowles? Volvemos de nuevo atrás. Volvemos a Félix, a su último cuento. A la palabra ocelote, a los perros de Virginia Woolf. Buenas noches, maestro. Cierro la puerta.

Félix Romeo recordó en “El hombre invisible…” una exposición de ...