domingo, 20 de octubre de 2013

Crónica de Stabilito en La Casa del Loco (19 de octubre del 2013)

Este mundo se construye sobre mentiras. Y eso es una verdad. ¿O no? Sigues preguntando y yo te sigo dando respuestas. Estuve en la Casa del Loco. Llovía. ¿Llovía en la Casa del Loco? Llovía en todos los sitios. Uso un tono de voz distinto cada vez que hablo contigo. A veces estoy en clase y los miro y pienso en usar el GTM (Gran Tono Mentiroso) para decirles: "Mirad por la ventana...lo veis..es de noche. "Y ellos lo creerían. Faltaría más, estoy usando el GTM (Gran Tono Mentiroso)


Stabilito presentaban su primer LP, La gran mentira, un delicioso disco conceptual (algo extraño por esto lares, pero que siempre resulta nutritivo), de intensidad alarmante, de pretensiones oníricas y ambientación espacial. ¿Espacial de espacio o de habitación? Cuando Bowie se encerraba con Eno en un piso de Berlín esperaban tener tiempo para redefinir el espacio (espacio-tiempo). Diego Martínez zafándose de la americana, sobrado de voz, se eleva como un ángel atronador y bebe de los efluvios de Alfaro hasta dejarnos con el alma dura. Con una soltura instrumental sobresaliente, donde la sección rítmica atenaza con su trepidación los corazones, amagando volver a las nuevas olas que ya son viejas (¿se puede mentir sobre esto? Claro, The Killers son una banda dinosaurio y algunos empezamos a contar que estuvimos en un concierto de Bloc Party cuando presentaban su primer disco), abrieron con la mentira del arte, con el gran masturbador aliviando a las masas sudorosas, un poco de revuelta frustrada (escribiste en la pared: "contra ti vivíamos mejor, sin un enemigo claro es complicado mantener el espíritu revolucionario") después repartieron besos incestuosos entre los aspirantes al amor fraternal, volvieron a Hiroshima, siempre es una referencia, porque el tiempo se detuvo allí y el ámbar de la memoria tiene un sabor distinto. Tenía 16 años y estaba muy delgada, ahora sigue estando delgada pero cada día es más mayor. Me pierdo, vuelvo a los espacios abelianos, a los autovalores. Las canciones y la vida son palmas y juegos de luces con el silencio de Segundo de Chomón, subes y bajas la escalera, de Standstill a Love of Lesbian. Una frase como Puerto Hurraco en Navidad. Una semana de ocho días, de nueve días, Ray Loriga dejando las anfetaminas y resumiendo su vida en un par de folios. Seducido por la belleza de la juventud, les pedía: Bailaremos hasta que se acabe la noche, porque, una vez más, tenemos miedo a que se haga de día y descubrir que nos hemos convertido en vampiros. Mi vida en tres parpadeos. Mentira, todo mentira.  

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