El pasado viernes 10 de Junio se realizó un merecido homenaje al desaparecido compositor español Augusto Algueró dentro de la programación del Festival Internacional de Cine de Huesca. Un supercombo de músicos oscenses capitaneados por Javier Aquilué (Kiev cuando nieva) revisó el cancionero de uno de los músicos más influyentes del pop español de los últimos cuarenta años. Hubo tiempo para todo, bandas sonoras de películas oscuras, yeyé de manual o material escrito para las mejores gargantas de los crooners patrios: el comienzo, un arrebato de lounge bailable, Ballet para un árbitro malo, un trepidante instrumental que sirvió para engrasar los instrumentos de Alguerofilia, a continuación, dos temas mágicos, de esos que solo las chicas con falda a juego con las luces son capaces de interpretar con salvajismo contenido de nouvelle vague: Muy cerca de ti (que aparecía como tema principal en Zambo y yo, la película que consagró a Ana Belén como niña prodigio), pero que se llevó al terreno más garajero de los Pegamoides, Celia Vázquez, sobrada de voz, precisa en la apertura para dejar paso frente al micrófono a Laura Muro (cantante de Lucca)que emulando a una Marisol postmoderna, más cerca de Deborah Harry que de Russian Red, se lanzó a cantar Me conformo (un tema que Gelu y TNT habían llevado a lo eléctrico después de que apareciera en “La Moderna cenicienta”). Era el momento para la primera intervención de Anxon Corcuera, de Kiev cuando nieva, para que la banda se lanzara hacia el camino americano más bucólico y Oh Toni!, de “Marisol rumbo a Río”, siguió aumentando el ritmo del concierto. Todos tenemos alguna amiga a la que sus padres (progres, como Dios manda) bautizaron Penélope por el tema de Serrat, con música de Algueró, claro. La voz pánica de Chema Barrio, de Domador, ralentizó una historia cotidiana de contemplación y sugerencia. El concierto se ponía sabroso, pleno de groove, era el momento para el dandy del ritmo, como siempre, impecable en imagen e interpretación, Raúl Usieto aka Pecker, subió al escenario para hacer suya Bossa Nova (uno de esos temas que se te quedan en la cabeza, de estribillo adhesivo, que aparecía también en el largometraje “Marisol rumbo a Río) y en el que las texturas surgidas de los habilidosos dedos de Antonio Romeo (de Domador), sirvieron como especia perfecta. Llega uno de los instantes más esperados, la primera incursión en el cancionero de Nino Bravo: un hit atemporal, Noelia, para el que un grande, Juanjo Javierre (de Mestizos y Soul Mondo), acordeón en mano, demostrara que el eclecticismo que siempre ha caracterizado al compositor oscense iba a cobrarse una nueva muesca. Y de crooner a crooner, esta vez un tema de Jaime Morey con el que respresentó a España en el festival de Eurovisión del año 1972 (sí, el mismo en el que se publicó el Ziggy Stardust de Bowie, entonces sí que se hacían buenas canciones), Amanece, era el turno para que Javier Almazán escapara por un momento de las influencias anglosajonas de Copiloto para convertirse durante unos minutos en un elegante intérprete a la orilla del Mediterráneo. Y con ellos empezó todo, Los 3 Carinos, historia del pop aragonés, fueron recordados por las voces conjuntas de Javier Aquilué y Antxon Corcuera tal y como habían sido revisitados unos meses antes en la presentación de Los chicos de provincias somos así (el documental de Orencio Boix sobre el pop oscense). Augusto Algueró, omnipresente en aquella época, había sido arreglista de los 3 Carino. Un tema muy coreado, sobre todo por la vuelta de Antxon al escenario, convertido en una especie de mito erótico indie para las jóvenes de la s primeras filas. Pero lo que el público quería era más yeyé, más temperatura e incendio y para eso nada mejor que devolver al escenario a Laura Muro y que la vocalista de Lucca hiciera una incursión en Amor bajo cero para dejar paso al segundo valiente de la noche, Fher de Plasma, que se transmutó en el Nino Bravo de Te quiero, te quiero, jaleando al respetable y escapando de lo hierático en una interpretación sobresaliente. Coreada en todas las fiestas, imprescindible en cualquier guateque que se precie, no podía faltar en el repertorio La Chica Yeyé, así que Celia Vázquez agarró el micrófono y dio una lección de cómo hay que cantar un clásico para éxtasis de carrozas, modernas y demás fauna (a esas alturas de concierto, completamente entrega, por supuesto). El cierre, como no podía ser de otra manera, para Tómbola, con todos los vocalistas sobre el escenario, en una improvisada jam que sirvió para presentar a los miembros de Alguerofilia: en la sección rítmica, Carlos Aquilué (Kiev cuando nieva y Will Spector and The Fatus), preciso e imaginativo tras los parches y Alejandro “El Chino” Villacampa (SCR y Lucca), mostrándonos sus dedos manchados de negro funk tras pulsar con maestría sus cinco cuerdas de la guitarra baja. En el teclado, Sergio Marqueta, pulcro y resolutivo en el acompañamiento, una sección de metales fundamental en los arreglos de un repertorio magnífico, Sergio Laita en trompeta, Roberto Laita en trombón y liderando al trío, el mago Justo Bagüeste, curtido en mil batallas (del ruidismo a la experimentación pasando por la opereta) y claro, en las guitarras, dos generaciones unidas por el amor a la música pop: Javier Aquilué Sr y Javier Aquilué jr, electricidad, mandolina y banjo. Un trabajo magnífico el de Alguerofilias, perfectamente punteado desde las proyecciones de Héctor de la Puente que aportaron un sustento visual fundamental (¡Valerio Lazarov que estás en los cielos, vuelve!).
A continuación, una estrella, deslumbrando con el reflejo de sus vinilos: Paco Clavel dj, micrófono en ristre, gusto consumado, entre retro y petardo, pero sobre todo, divertido.
A ver con qué nos sorprenden el año que viene...
la foto es de Jesús Moreno
Lástima notable que estos chicos no contemplasen con algunos de sus hermanos-en-el-rock-and-roll de Zaragotham para completar la banda... Excelente momento que nos perdimos, sospecho.
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