domingo, 5 de junio de 2011

DE VITO + NIÑOS DEL BRASIL + EL GRAN PUZZLE CÓZMICO. Sala Oasis, Zaragoza, 02/06/07

  • DE VITO + NIÑOS DEL BRASIL + EL GRAN PUZZLE CÓZMICO. Sala Oasis, Zaragoza, 02/06/07

  • Por Octavio Gómez Milián
  • 04/06/2007
NB_2.jpg

Hay noches especiales, históricas, noches de las que se hablará durante mucho tiempo y en las que nos enorgullecerá haber estado. El sábado pasado fue una de ellas. Niños del Brasil, la penúltima gran banda que dio la sagrada ciudad de Zeta, Cetísima volvían para alimentar nuestras necesidades de fiesta, decadencia y tecnopopp.

La cita en la Sala Oasis, los invitados, de auténtico lujo: la banda aragonesa más en forma en directo de los últimos meses- sólo basta recordar las apariciones en el homenaje a Guille Martín, Estación del Silencio en Madrid o sala Pulp- De Vito. Dance punk en conexión vital capitalina maña, con toda la visceralidad de los que entienden la música como una mezcla de actitud, elegancia y talento. El trío Fuxedo-Malatesta-EdSullivan retuerce sus instrumentos sobre bases programadas de una electrónica furiosa que impregna unos temas cargados de referencias arty, sutil ironía y lírica profusa. Hubo tiempo para los dos nuevos hits del underground aragonés: Alles aus deutchs y De putas y astronautas, para una de las mejores letras en pop que he escuchado nunca, En mitad del Mar, el delirio electroclash de Soy Maligno, en el que la banda apareció sobre le escenario ataviada con máscaras de catch mexicano, de icono del cine de terror para adolescentes de los ochenta y un impagable Darth Vader con láser luz incluido. Ufología con su sobriedad inicial y un poco de resistencia pasiva a la estupidez con Clap your hands and say co! –alguien tenía que decirlo, por favor-. Podríamos nombrar a Bloc Party, Plastilina Mosh, Pánico o The Faint… pero lo que mejor lo resume es la versión descontrolada y minimalista del Viernes de los Niños del Brasil con el que terminaron una actuación que sólo sirvió para presentar al gran público la realidad que ya se conocía en los mentideros de la modernidad nocturna zaragozana.

Se apagan las luces. No es un ceremonial pagano, es un concierto de los Niños del Brasil. Más sobrios, elegantes, un piano bar pasado por la fría electrónica berlinesa. Hemos pasado tanto tiempo esperando que parecía que nunca iba a llegar el momento. Antonio Estación, camiseta negra sin mangas, gafas negras, bajo de diseño, cigarro impenitente, Jafi Marvel, de raso y negro, corbata, peinado Tormento y una guitarra digna de cualquier guitarhero de grupo tecno, Nacho Serrano, parapeto sintético, pads y cajas de ritmo, ordenador y secuencias y Santi, el gran Santi Rex, un animal escénico, señor de las viejas iglesias, translucido Peter Murphy maño, sobrado de voz y espejo para antiguas y nuevas generaciones. Empezaron con Estrella Fugaz, single del nuevo EP, Ángeles y Demonios, y lo nuevo te hacía pensar que las cosas habían cambiado para mejor. Después el Mundo de la Imperfección y los gritos entre el público empezaban a cobrar estructura de ola mediática. No faltó ninguna: Sed de Venganza, Tu Futuro, Amor y Espinas, Las Curvas del Placer -saltando olímpicamente el habitual ritmo cansino para convertirse en una oda mucho más lúbrica- Pintar tu piel, con un arreglo distinto, muy acertado… y con Viernes, otra vez, el delirio. Niños del Brasil siguen emocionando y esas cosas no pueden cambiar por mucho tiempo que pase.

En el primer bis, el nuevo tema, Jugar a Jugar y un revientapistas de hace más de quince años… Al Oeste… Y en el segundo bis, otro luchador mexicano en el escenario. Nadie sabe quién es, y empieza a sonar esa pieza de sabor Cramps que es Esclavo… machaca con su ritmo enfermizo nuestros cerebros cansados… y la máscara se arranca y aparece Toño, el cantante de las Novias, y el éxtasis es colectivo. Santi Rex mastica la canción y en la despedida… algo que no podía faltar… Ajos, cebollas, perejil total… tú sabes que esto es una fiesta particular, si no viniste, no esperes ser invitado de nuevo.

Después de los Niños del Brasil, Sergio Puzzle Cózmico, armado de secuenciador, teclados y theremin, rebuscó, a pesar de los problemas de sonido y de salud, en nuestros cerebros los últimos reductos de neuronas… El Maikel y el tutankamon, Mi perro es el PRYCA, el nuevo tema sobre la monarquía española… unos desarrollos instrumentales psicofreaks con una textura inconfundible a Derribos Arias y las producciones más oscuras del petardeo nacional. No fue su concierto más acertado, otra vez será. Pero yo, yo soy fan del Puzzle. Todos nos llamamos Antonio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario