domingo, 8 de noviembre de 2015

Un acorde descubierto: la mirada de Javier Aquilué

La única risa comparable a la de Sergio Algora es la de Javier Aquilué. Avanza en mitad de la mediocridad para crear una burbuja beatificadora. Me senté junto a Javier y aprendí dónde estaba la belleza entre los restos de una naranja. He inventado leyendas urbanas inspiradas en su persona, con cassettes y estrellas del pop envejecidas. Javier ha grabado discos sobresalientes junto a Kiev cuando nieva. A veces imagino a Javier y Antxon, como dos gemelos de Kollwitz envían señales desde el pasado. No hay abonos para las vistas que se han perdido. Junto a Orencio Boix y Antonio Romeo construyen frágiles armatostes en En vez de nada. Javier Aquilué toca el banjo, la armónica, bebe la sangre de los ferroviarios, Javier Aquilué solo pinta las escenas que sucederán. Pitoniso postmoderno en un el pantano del situacionismo. Javier baila música proto punk en un pueblo del Somontano, pinta portadas para Copiloto y Roldán. Javier Aquilué enseñaba a los niños a no pintar fuera de las líneas, pedía litros de ginebra y tónica en mitad de una verbena, ilustraba fantasmagorías de vapor zaraguayo. Javier colecciona cromos con portadas de vinilos de piedra, predica en la habitación del pánico, lleva zapatos de dandy, fabrica muebles con sus propias manos.

Javier Aquilué inauguró su última exposición Nacen ya vistas en la Librería Anónima de Huesca el pasado 4 de noviembre. Unos pocos días antes comenzaba la recta final de la grabación del nuevo disco de Kiev cuando nieva.



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