martes, 30 de abril de 2013

De tarima de Kiev cuando nieva (Repetidor discos, 2013)


Y abrimos el LP, y ponemos la aguja y una guitarra aparece por arte de magia y pensamos en John Fogerty mirando las vías del Tren. ¿Se puede ser un beatnik en un pueblo? ¿soñar en huir cuando la llegada del fin de semana es una celebración pagana? La miniatura habitual, mirar con calma por la ventana es una acción de rebeldía. Metales y palmas, palmas y metales, fiesta en la casa nueva. Canciones de una sola palabra, como si la evocación no fuera un arte, más bien un ejercicio de estilo, seguimos hacia Ladera donde la estructura melódica se cruza en esa afinación imposible tan del gusto de los fans (¿todavía quedan fans? Espero que sí). En Balcón las guitarras crujen como si alguien hubiera dejado caer sobre sus cuerdas el agua de un estanque, los sintetizadores afónicos contribuyen al goteo de los silbidos y el banjo rebana con su alma de cuchilla el abrazo entre los protagonistas de la canción. Con Extraños uno parece reencontrarse con un viejo amigo, uno con el que todavía tienes fotos reveladas, en esos años de pandereta e inmortalidad, del gris al sepia, de la memoria a los efectos sonoros juguetones, casi salidos del recuerdo de una película de Flash Gordon. Me gusta pensar que Armonio es una canción de amor. De amor a Nico, el último vampiro amable de Berlín. Abrimos los tubos y soplamos, un boca a boca emocional, un manual de instrucciones. Folk, antifolk, susurros, la Imprenta. Me gusta cuando Kiev cuando nieva se ponen festivos, cuando se manchan las manos de Barro y deciden que el pop es una burbuja que conviene soplar de vez en cuando. Los ojos pequeños que hay tras las gafas oscuras, Roy Orbison, el Mayor Tom, Luis Alberto Spinetta...la voz de Spinetta, en los ojos cansados siempre hay algo de incendio, todo por culpa del Fuego. En el caos surge el ritmo, en la contemplación, en el dejar pasar el tiempo, en las baterías que suenan como latidos del corazón de un adolescente enamorado, todo junto, esperando el milagro, con heridas en la Rodilla. En Vigilante las acústicas crepitan bajo la luz directa del sol, los instrumentos de válvulas abren el abanico de la vida, como si el vapor fuera el combustible último para los orfebres. El cierre con De tarima, una canción hermosísima, las palabras escritas en el encerado...me recuerda, vuelvo otra vez, al flaco Spinetta: No te alejes tanto de mí.

Canciones de pasillos, de mascotas inexistentes, un disco solemne, íntimo, donde los detalles se personalizan para cada oyente. Siguen amasando las canciones con la levadura del buen gusto. Únicos.  


De tarima se publica el próximo martes 7 de mayo. Tendremos a 2/3 partes de la banda en Espíritu Margot de Comunidad Sonora esa misma noche para presentar el disco. 

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