martes, 3 de diciembre de 2013

Todo lo contrario de Minerva (autoeditado, 2013)

La belleza de la electricidad surgiendo de cara poro. En los cables está la verdad de Minerva. Mucho se ha dicho del panteón particular de Miriam Brunet: desde los comienzos de diva inditrónica al frente de Bronski pasando por el silencio amplio de sus primeros tiempos de solista con la guitarra de palo como aliado. Hoy Minerva abre la caja de las esencias y todos los truenos son bellísimos. De carácter divino, como la naturaleza incorruptible, la voz de Miriam llena cada esquina del plástico: Grietas que correrán es un loop infinito, un eco que se repite en el tiempo y en el espacio, una voraz declaración de intenciones. Rugosidad de ciudad en llamas con Círculos, trepidación en El único lugar y todas las guitarras del mundo afinadas en el tono elegido. La producción exquisita de Rafa Domínguez, las cuerdas, todas las cuerdas del mundo. Minerva es una roca sólida contra la que se golpea la eternidad, las canciones más redondas de Miriam, con unas letras sobresalientes, como la de Fotos ardiendo. ¿Por qué hablas de PJ Harvey no hablas de Anita Lane? Yo te daré más nombres, Fabiana Cantilo, Susana Cáncer y el ritmo de sangre de Mick Harvey. En un rincón, con sus guitarras perezosas, es una canción de habitación cerrada, de garganta primigenia. El conejo del otro lado del espejo está intoxicado. Bésalo en la boca y se convertirá en rana. Sólida sección rítmica, con parte de la aristocracia pop de la música aragonesa. Arena y sal, como una combinación antigua que no deja resaca y los sintetizadores que también tienen sitio en esta fiesta (no de cumpleaños, que ya nos hemos hecho mayores). Una Nina Simone electrificada, la Rosenvinge perdiendo el rastro de ñoñería que trajo de Nueva York. Minerva, corazón de león, por favor, sube el amplificador.  

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