sábado, 18 de julio de 2015

s06e29 Calaveras y diablitos en Zaragoza




En el año 1998 la revista EFE EME no llevaba más de un par de números de vida. En Zaragoza abríamos las ventanas al mundo leyendo el Zona de Obras. Alberto Genzor tenía una sección en CANAL 60 los orígenes de la televisión regional que se llamaba Backline. Blondie habían vuelto, John Waters estrenaba Pecker sin saber que serviría de inspiración a un músico oscense...y faltaba un año para que hiciéramos el primer número de Confesiones de Margot. En otoño de 1998 en una gira que visitó Valencia, Granada, Sevilla, Barcelona y Madrid, tres bandas y una solista que recogían lo mejor de lo nuevo y de lo clásico en el pop latinoamericano recorrían la geografía española. Por fina había algo más que rock anglosajón. Mezclando sin complejos, folk y guitarras, actitud y carisma. 


El 9 de octubre en la sala Multiusos de Zaragoza finalizaba la gira Calaveras y Diablitos, inspirada en el tema homónimo de los Fabulosos Cadillacs, la banda principal en el cartel de la gira y que también era responsable del cañonazo Matador. La historia de la banda comienza en 1983 cuando se juntan el señor Flavio (bajista y compositor) con Vicentico (por aquel entonces Gabriel Fernández, vocalista) y aunque comenzaron con un sonido próximo al ska y la diversión de los madness de la época evolucionan y graban granden discos como Yo te avisé o el El ritmo mundial (que incluye el dúo con Celia Cruz, Vasos vacíos) . En el año 1997 editan Fabulosos Calaveras que es un giro experimental, se acercan al tango de Piazzolla y también reivindican escritos de Ernesto Sábato como Las venas abiertas de América Latina. 


Desde México llegaban los Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Como los Cádillacs los Maldita Vecindad fusionaban la música tradicional con el punk, el ska y los sonidos negros. Empezaron a finales de los años ochenta con un disco homónimo y en el año 1991 publican el que es su producción más exitosa, El circo. Con este LP que vendió casi un millón de copias les abrió el mercado estadounidense y llegaron a compartir escenario con Jane´s Addiction o Leonard Cohen. Formaron parte de un movimiento precursor a este Calaveras y diablitos que se llamó Rock en tu idioma. 


Desde Colombia llegaban Aterciopelados. Eran los más conocidos en Zaragoza porque habían sido teloneros de la gira de despedida de Héroes del Silencio con Avalancha un par de años antes. Andrea Echeverri y Héctor Buitrago seguían una línea parecida a los anteriores grupos en la que se mezclaban de forma natural las influencias autóctonas con el pop y el rock alternativo de la MTV. Aterciopelados era una banda sin prejuicios que había publicado por entonces Con el corazón en la mano, El Dorado, La pipa de la paz (en la que colaboraba Bunbury en dos temas) y aquel año 1998 el que fue su disco más inspirado y exitoso, Caribe Atómico. Un disco pleno, precioso, que incluia canciones como El estuche, Miénteme o mañana y que es, sin duda, uno de los más grandes discos de la historia del rock en español. 

y la muchachita que abrió aquel concierto. Solo hizo seis temas. Más que nada porque había debutado el 27 de marzo de 1997 con un disco producido por el gurú Gustavo Santaolalla (un argentino que había sido parte del rock pesado en la Argentina de los setenta y que se había consolidado como productor y años después renovador del tango y la electrónica en los Bajofondo Tango Club) que se llamaba Aquí. Ella era Julieta Venegas y aún faltarían unos cuantos años para que fuera conocida mundialmente. 


 


Nos abrieron los ojos. De allí saltamos muchos a Spinetta, a Fito y a Charly, a los Soda Stereo o las Víctimas del Doctor Cerebro. También a Os Mutantes, Os Paralamas, el rock portugués, los sellos franceses y Jovanotti en Italia. Había vida más allá de las camisas a cuadros y los hooligans del brit pop. Además podías decir que te gustaba el tango y el bolero y no pasaba nada. El nueve de octubre de 1998, el Zona de Obras...Buenos Aires Zaragoza...y siempre caía algún bolero

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