lunes, 25 de marzo de 2019

El espejo de Da Loma (Limbo starr, 2019)


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Todos podríamos haber sido Da Loma pero no aprovechamos la oportunidad. Solo los que bordean el abismo pueden permitir que sus primogénitos recojan golosos la absenta que se evapora de tus ojos.

El espejo abre el disco con un trote psicótico y confesional, unos ritmos casi psicobilly, la rítmica esquizoide de Suicide, como cuando a Josetxo le daba por escupir en español, Del revés es una de las cumbres del LP, tóxico como las cenizas de un dios olvidado, enumerar los peores vicios permitidos por una sociedad en la que todos chapoteamos desde que a la música le ponían nombre las décadas, lúbrico como la manera en la que engrasaban las agujas en Detroit. El disco de Da Loma tiene algo de postmodernidad bien digerida, con El amor, la fuerza y esos lúcida mezcolanza de carta de amor a Mada Jade , en uno de los pocos estribillos pop de amanuense (silbido y percusión de nova cansada) que encontramos en el disco, porque Da Loma es una sucesión de polaroids tomadas de resaca nada amables, como En el festival, trajín de años, samplers del revés, guitarras que escuecen, madurez mal entendida, sirenas que repican la jaula con las puertas abiertas que trata de atar con pulseritas de colores la juventud. Nunca más es un interludio acústico, de serenidad acústica, en la que sobrevuelan retazos sintéticos sobre melodías. Con De Madrid al suelo podríamos nombrar a los Ornamento y Delito, pero sería demasiado fácil, yo me entrego más hacia Las Ruinas o ese fraseo de a lo Lou Reed que solo mejora Rafa Berrio pero él lleva mucho más tiempo castigando su alma. La parte lúdica, casi el guiño, como si los Parálisis Permanente tuvieran estudios, ese espejo rajado donde se reflejaría autosuficiencia y que es Fin de Semana. Le hemos dado la vuelta al vinilo hace rato y aparece una voz, una segunda voz, una cómplice que ayuda emparentando T_A_M con algunos de esos temas redondos con un punto sádico como los que elucubraba el Javier Almendral de Soy un enfermo y nunca dejaré de serlo. Da Loma, un disco político, un disco contemplativo, un diario que tiene momentos ligeros como Tus mentiras, con esos arreglos para el domingo por la mañana, vaporosos dibujos sobre el telar de la vida, el cierre es Libro de estilo, quizá el más confesional de los temas del disco, como si El Ángel bajara y volviera a juntar a la banda, como si le hubieran pedido una canción para cerrar uno de esos bares que llevan muchos años cerrados, la última canción en un local vacío.


Da Loma tiene un pasado, como todos, pero el suyo está lleno de buenas historias, de saber esperar, de cocer en marmitas lentas las especias más extrañas. Da Loma vio cómo pasamos de la grapa a spotify, del scalextric a la PS4, vio como Ranaldo afinó su guitarra y como Sergio Algora tocó en radio 3 con una sola cuerda. Un disco que destila belleza, poco más se puede decir.


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