viernes, 29 de marzo de 2019

Museo de la soledad de Carlos Castán en el cronolector de la Torre de Babel de Aragón Radio





Todo comienza con frío de vivir
Castán, Carlos. Su nombre empieza sonar unos años antes cuando Ocaña, el director de Onagro (entonces Zócalo) uno de los grandes de esta región edita Frío de vivir El libro que se distribuye solo por Aragón interesa a La Editorial Emecé (Salamandra) y se llega a un acuerdo con editor y autor para retirar la edición y sale ya a nivel nacional como Salamandra. Castán lo presenta en Madrid, con Soledad Puértolas y las reseñas en Babelia y el resto de suplementos son muy generosas.
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Espasa ve en Castán un escritor con trayectoria. Su prosa es poderosa, poética, melancólica. Se compromete con ellos. El siguiente libro será Museo de la Soledad.

El proceso de escritura:

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Carlos Castán comienza a escribir los relatos a largo de 1998 y 1999. Uno a uno. Nunca trabajando dos a la vez. Castán daba clases en el IES Pirámide de Huesca. Allí da clases de filosofía durante tres lustros. Lee a Marguerite Duras, con ese tono de Hiroshima Mon Amour, relee a Cortázar, Manuel Puig, Carlos Fuentes. Está atento a lo que escriben los que son coetáneos como Lorenzo Silva, Marta Sanz, Loriga, Mañas, Óscar Esquivias, Luisa Castro, Casavella, Cercas. Descubre un libro, "Helena o el mar del verano" de Julián Ayesta que supone una sorpresa por su anacrónica influencia imposible (el libro se edita en 1952). Yo, modestamente, veo también una cercanía a la obra magna de Muñoz Molina, “El invierno en Lisboa”. Una vida familiar y tranquila pero extraña el Madrid de su juventud. Como otros artistas y escritores tiene que huir de su barrio, de sus calles para sobrevivir. Los padres de Castán son oscenses, él llega a Madrid con nueve años, así que los escenarios de los cuentos son Madrid, Huesca, también Biscarrués (el pueblo de su padre) o Zaragoza. Castán utiliza espacios que conoce bien y los dota de un aura que mezcla los elementos autobiográficos salpicados de historias imposibles, que nunca ocurrieron. De nuevo es una autor que coloca su entorno cercano en un lugar preponderante. Habla de lo que conoce y eso lo hace más bello. El momento más intenso en lo emocional es el relato Silencio tan de Silvia, dedicado a una historia de verano de su hermano José Miguel (Muerto en accidente en 1988 y al que dedica su libro). Hay separaciones que se producirán en el futuro, amores que tardarán unos años en acabarse, historias que se adelantan, corazones que se demoran en pararse. En el año 2000 aparece museo de la soledad.



La historia del libro: La primera edición (y la segunda)

El libro se presenta para la prensa en el Hotel Ritz de Madrid. Juan Bonilla, que se había mostrado entusiasmado por el anterior libro de Castán. Publicado por Espasa, Madrid (2000)Museo de la Soledad sigue creciendo y es Silvia Sesé la que se interesa por el libro para incluirlo en el catálogo de Círculo de Lectores. Sesé actualmente es editora de Anagrama pero por entonces ser parte del Círculo de Lectores era algo muy imporante por el número y variedad del público al que llegaba. Publicado por Círculo de Lectores. (2001)

Castán es un escritor lento. Su forma de escribir le lleva a procesos de escritura febril en un estado de melancolía y en otros casos de paralización creativa casi ansiosa. Siete años hasta que aparece su siguiente libro Sólo de lo perdido que coincide con la segunda, en realidad la tercera oportunidad de un libro maravilloso:

Algunos años después: TROPO

Unos cuantos años después, en el 2007 TROPO (por entonces Mario de los Santos y Oscar Sipán) preocupados por la efímera duración de los libros y el ansia y el hambre del mercado editorial deciden montar una línea editorial, una colección que se llama Segundo Asalto, reeditando obras difíciles de encontrar en librerías. La inaugura Museo de Soledad. La relectura hace de ese libro que se le reconozca críticas entusiastas de gente como Juan Bonilla, Lorenzo Silva o Rosa Regàs.

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¿Por qué Museo de la Soledad?

Museo de la Soledad, como antes Frío de Vivir, con su manera poética de tratar las relaciones, de observar el paisaje, son libros extrañamente canónicos para una generación que creció sin la posibilidad de extrañar Lisboa o París porque comenzaban a estar demasiado cerca. Que buscó en los rincones de sus calles, en las caras conocidas, las aventuras, el amor que les faltaba en sus vidas. Que creó veranos eternos en los Pirineos o en Salou y que saludaba la vida cotidiana, el trabajo, las clases, como algo con un punto de magia, de rutina alimenticia y también emocionante. Sigue siendo un libro emocionante, un libro de esos en los que se puede vivir dentro años y años, incluso no salir nunca, porque aunque dentro las nubes sean siempre grises la tormenta al descargar limpia el corazón de miedos. Museo de la Soledad es un libro de culto, medio secreto, tiene algo de material para iniciados, es uno de esos libros gasolina, queroseno, chispa y combustible si uno se pone a escribir.

Antes de despedirme quiero darle las gracias a la Biblioteca de Ateca porque nos ha suministrado un ejemplar de Frío de Vivir (Museo de Soledad lo tengo en mi biblioteca de esenciales a pesar de tener la mayor parte de mis libros en una mudanza) y por supuesto al señor Castán que amablemente conversó conmigo para esta pieza.

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