martes, 2 de abril de 2019

Mil demonios EP de Mil demonios (Autoeditado, 2019)





El debut de Mil Demonios es un EP de siete temas con inequívoco sabor clásico. Y es que de casta le viene a los galgos que forman la legión: por un lado, en la guitarra solista, Fernando Navarro, clásico de la escena aragonesa desde antes de que fuera escena y que compagina este con su banda madre, Los Modos (amén de otras mil presencias en directo y colaboraciones) y en la rítmica y voz, Jorge Martínez, conocido habitante del este del Moncayo que además de líder y compositor de Despierta McFly hace poco debutó como poeta a través de la editorial Olifante. Mil Demonios comenzó como un grupo de versiones de a dos, un dúo que revisaba con gusto canciones de sangre y carretera, de luz y oscuridad, de madrugadas baldías. Resto de aquello es la versión exquisita de Esta noche de los 091 incluida en el disco, alimenticia y mesiánica, escalofriantemente bella. A veces uno no cree posible extraer más jugo de la flor del recuerdo, pero aquí el terreno conocido devuelve barro de experiencia. De dos han pasado a banda completa para una disco de temas propios. La banda base, con una sección rítmica de lujo, Guillermo Mata en el bajo y Carlos Gracia en la batería, rock resolutivo para un tren que se mueve a distintas velocidades: el pop energético de Arcadia, con un fraseo marca de la clase, que gestionan un texto sobresaliente apoyados en los deslizantes teclados del productor, Cuti. Las percusiones con las que se abre Mustang 72 susurran al oído el recuerdo de la tierra quemada que dejó tras de sí Mauricio Aznar, voces empastadas, conversos del rock cuando uno entiende que las décadas son nutritivas (quizá rechina un poco los coros hooligans que aparecen en mitad del tema, pero eso ya son gustos personales). Hattori Hanzo puede funcionar como entretenimiento punk ibérico pero parece un poco sacado de contexto en la temática del disco, tanto en lo formal como en lo estilístico. Satélites hereda la sapiencia pop del compañero de Fernando en los Modos, Michel Gracia, y el nylon abrasa con gusto, pasando del hedonismo culpable a los coros y los solos, en esa mezcla de Elegantes y incluso la dupla melódica Puente/Vinadé cuando son más prosaicos. En Malditas películas no hay duda desde el principio, el desierto de Monegros no se detiene en ninguna de las paradas, vacíos de Lorca y Kerouac, que aparezcan dos lunas en la letra de la canción, me llevan a la época en la que uno soñaba con que los Proscritos de Jose Lapuente nos salvaran. Canción fundamental en el proyecto Mil Demonios, que mezcla lo mejor de los dos mundos en herética unión, bourbon y botines, gafas de pasta y chupas de cuero. El final con Quise ser dios, nos devuelve a la dualidad, cielo e infierno, un Jorge Martínez sobrado de voz, las guitarras y las teclas dando colchón a los estribillos, un tema que atestigua la realidad de una banda que es mucho más que la unión de dos colegas plenos de talento y gusto musical.


Un disco de factura perfecta, con todo lo bueno y lo malo que esto tiene, uno no encuentra fallos en esta primera entrega de Mil demonios pero se queda con las ganas de un poco más de pantano y suciedad en la próxima remesa de canciones, pedales de metal y hammond, recemos por ello.

Maravilloso por cierto la versión física de la grabación, con un elegante diseño de Pío Lázaro e ilustraciones de Guillermo García que hace muy apetecible adquirir el disco como objeto analógico de culto.

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