La belleza de la electricidad surgiendo
de cara poro. En los cables está la verdad de Minerva. Mucho se ha
dicho del panteón particular de Miriam Brunet: desde los comienzos
de diva inditrónica al frente de Bronski pasando por el silencio
amplio de sus primeros tiempos de solista con la guitarra de palo
como aliado. Hoy Minerva abre la caja de las esencias y todos los
truenos son bellísimos. De carácter divino, como la naturaleza
incorruptible, la voz de Miriam llena cada esquina del plástico:
Grietas que correrán es un loop infinito, un eco que se repite en el
tiempo y en el espacio, una voraz declaración de intenciones.
Rugosidad de ciudad en llamas con Círculos, trepidación en El único
lugar y todas las guitarras del mundo afinadas en el tono elegido. La
producción exquisita de Rafa Domínguez, las cuerdas, todas las
cuerdas del mundo. Minerva es una roca sólida contra la que se
golpea la eternidad, las canciones más redondas de Miriam, con unas
letras sobresalientes, como la de Fotos ardiendo. ¿Por qué hablas
de PJ Harvey no hablas de Anita Lane? Yo te daré más nombres,
Fabiana Cantilo, Susana Cáncer y el ritmo de sangre de Mick Harvey.
En un rincón, con sus guitarras perezosas, es una canción de
habitación cerrada, de garganta primigenia. El conejo del otro lado
del espejo está intoxicado. Bésalo en la boca y se convertirá en
rana. Sólida sección rítmica, con parte de la aristocracia pop de
la música aragonesa. Arena y sal, como una combinación antigua que
no deja resaca y los sintetizadores que también tienen sitio en esta
fiesta (no de cumpleaños, que ya nos hemos hecho mayores). Una Nina
Simone electrificada, la Rosenvinge perdiendo el rastro de ñoñería
que trajo de Nueva York. Minerva, corazón de león, por favor, sube
el amplificador.
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