domingo, 27 de julio de 2014

Physicodelia de Peabodys (autoeditado, 2014)

Un trío, dos guitarras y una batería, las voces y los juguetes vintage. Peabodys te dejan helada el alma. Hay tanto humo que nadie acierta a encontrar el bajo. No hace falta, la guía, la luz de emergencia la llega Rafa Domínguez...Peabodys desangran como vampiros del pantano el corazón de los creyentes. Buscando un motel abierto, suben el volumen del radiocassette, a veces me pregunto qué hubiera pasado si Little Richards hubiera sido un apasionado de los pedales de distorsión o si su lengua fuera un wah-wah, casi seguro que quedaría una canción como One/44 y solo llevo dos pasos y ya tengo las botas llenas de barro, Hollywood st. , unas palmas, el sonido de una inspiración, los labios pintados y el papel que arde. Historias de la ciudad, la plata que se acumula, el camino del Rey Amarillo y unas palmadas más. Una de las canciones más narcóticas que uno puede esperar, como cuando Anita Lane todavía sabía divertirse a última hora, cuando todas las fiestas de cumpleaños habían terminado. Physicodelia parece el tipo de canciones que escucha Alan Moore cuando trata de olvidar cómo fueron sus años de juventud, antes de la llegada de la serpiente y el mordisco del aligator. The Otherside busca la bruma de la última hora de la noche, un poco de Juleel Cruise pasada de bourbon. Escuchas el melotron y sabes que el Mayor Tom va a volver, pasó demasiado tiempo volando de pesadilla en pesadilla, pasado de codeína, buscando la Luna como antes buscamos a Dios bajo la lengua, a cada lado de la sala sostienen las guitarras mientras que el bosque se abre a nuestro paso y la voces se empastan como una sola. Maravillosa Stereo Lover para cerrar.
Un EP que es como un camino añejo, donde las muescas se acumulan, una grabación que tiene algo de reptil, sinuosa y llena de capas antiguas pero que relucen al trasluz de la media tarde. Un gran disco de uno de los proyectos más prometedores de los últimos años en la ciudad.

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