miércoles, 22 de mayo de 2019

Unas palabras sobre 'LINA VILA. LA VIDA EN LOS PLIEGUES' (Paraninfo de la Universidad de Zaragoza)


Escribí hace muchos años: Aquel árbol era un cristal de sentimientos, ámbar de sensaciones atrapadas en un unas dimensiones no euclídeas, un collage arácnido donde se extendían naturaleza en simbiosis perfecta de registros, imágenes y referencias. (Hubo un tiempo donde la luz estaba cómoda en lo oscuro)

Espero el sábado para ver la exposición de Lina Vila que se inaugura este jueves 23 de mayo.




La noche nunca tiene sueño, la vida no puede morir, el recuerdo no puede ser olvidado: si encuentras un rastro no podrás decir que te has escondido, por eso siempre la paleta vuelve a deslumbrar en el momento de mostrarse.




Los fantasmas siguen buscando las flores. A veces el rastro es de tiza y colores sobre la piel que ya ha sido marcada, sobre el negro la luz tiene más fuerza, como si el gris fuera blanco en el momento de abrir los ojos. Es un sueño el que devora o eres tú el que entras en el sueño hambriento. Es en ese instante cuando abres los ojos y nace la muerte.


En el blanco asmático encuentra descanso el esquema. Entomólogos y guitarristas se pelean por la picadura más pura, la que devuelve al blanco, a la espera del verano. Hay un cierto desdén hacia todo lo que no conseguimos. Por eso, repito, nos sentamos y esperamos que lleguen hasta nosotros los dolores más profundos. Porque un aguijón es un recuerdo que no puede ser olvidado, insertado entre los pliegues de la piel permanece. No hay mapa que lleve hasta la equis del alivio.
Los pétalos carnales se frotan en divina armonía. Dios y el hombre, Gea y Eva, las espaldas que abren bocas, las bocas que se abren a los dedos, los dedos que son pétalos y van dejándose caer. El fundido, la mixtura, la síntesis tiene algo textil, de nudo gordiano que se deja arrebatar por la sensualidad. Estremecido por la yuxtaposición contemplo abrumado como la doble x domina las líneas.

  

Capullos calvos que son sinapsis enmascaradas, chispa eléctrica que en el vello encuentra su catalizador, la idea que se convierte en polen y viaja hasta otro lugar, germina y se convierte en otra idea que guarda en su interior el recuerdo su origen. En el vuelo no hay viento, porque el viento es la definición de la tabla rasa como la lluvia es definición del barro. La suavidad de la pluma despierta sensaciones. No es necesario mucho más. Ya estamos atrapados. Nos abriremos paso hacia la superficie con la fuerza de la raíz equivocada, así que cuando encontremos agua descubriremos que elegimos el camino equivocado. El sol freático es inequívoco aviso del subsuelo. Y allí, como dije al principio, es donde más feliz se encuentra la luz.

2 comentarios:

MJ dijo...

La perfección de su trazo supera a la naturaleza a la que rinde homenaje, y tus palabras describen su significa anhelando la immortalidad. Sublimes.

Unknown dijo...

Querido Octavio, no puedo expresarte la emoción que me producen tus palabras. Eternamente agradecida......