sábado, 14 de diciembre de 2019

Hotel Margot S02E03: Pequeño, veinte años.




De la reescritura de una obra que lleva al artista aragonés a ser un referente como compositor e intérprete de dos décadas fértiles en la historia de nuestra música. Nunca han estado las generaciones tan unidas y entrecruzadas, nunca tantas colaboraciones y muestras de respeto, canciones y más canciones. Y en el centro de todo, Enrique Bunbury. Su voz y sus canciones, su mirada sostenida a la tradición, su puño firme frente al progreso vacuo. Y todo comenzó antes de la llegada del huracán, en el sur, donde todo comienza. El paso cero: Aunque puede parecer un detalle sin importancia, una indiscreción fruto de un análisis superficial, está claro que el concepto de Pequeño, el proyecto más ambicioso hasta la fecha, un disco que sabía que iba provocar sensaciones encontradas en la compañía y en su público, comienza el día que Enrique Bunbury se vuelve dejar crecer el pelo. De tecnoboy bastardo de Ziggy Stardust a primer estadio preRaphaeliano.

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Eso y la salida de Alan Boguslavsky de su banda. Alan estaba inmerso en su proyecto Bogusflow. Alan llevaba con Enrique desde la grabación de Avalancha con Héroes del Silencio y su complicidad había sido absoluta en los últimos años, además de ser parte fundamental en la constitución del sonido de su primera banda solista. Para sustituirlo Bunbury se fija en uno músico lleno de recursos y una trayectoria reconocida dentro de la escena más subterránea de Aragón: Rafa Domínguez. Rafa había estado en grupos seminales de los ochenta junto a su amigo Sergio Algora, como Tras el Francés, pero su guitarra afilada en las grabaciones de INK le habían granjeado un merecido lugar como adelantado del sonido washington en España.Nadie sabía qué se traía Bunbury entre manos, su primer disco solista no había funcionado tan bien como él hubiera deseado y alguno  de los conciertos de la gira le habían dejado un sabor de boca agridulce, el viraje se imponia, pero nadie pensó que fuera a ser así: junto con Rafa  y el resto de los miembros de la banda con la que grabó y giró Radical Sonora, Bunbury entra a grabar las demos de los temas de Pequeño en los estudios 55 de Zaragoza.
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Es el momento de presentarlo a la compañía, también de las dudas, no saben si el público de Bunbury, que había tomado el viraje electrónico con una moderado recelo, iba a aprobar este salto mortal con canciones de lírica sencilla y que pedían arreglos orgánicos muy alejados de la electricidad habitual de su banda madre Héroes del Silencio. Pero Bunbury siempre ha sido un rebelde y no se iba a detener. Era eso o la nada. Y la compañía sabía que Bunbury tenía el toque, la magia que solo tienen los grandes. Para la grabación del disco se elige el Cortijo de Ronda, en Málaga. Es la primeravera de 1999. La banda base incluye a Rafa Domínguez, Copi en pianos y teclados, Del Morán en el bajo y Ramón Gacías como batería y asistente de producción. En aquel estudio, Tomás Mateos el mánager de Bunbury, se lo recomienda, habían grabado los Rodríguez, Joaquín Sabina o Bjorj. Un especial de la desaparecida cadena musical Sol Música nos permitió, con la guía del propio Bunbury, conocer algo de los entresijos de la grabación. Dos momentos rompedores, una sección de metales y una de cuerdas que grabaron arreglos en un buen número de temas y que dieron ese poso majestuoso e intenso, muy en la onda de Scott Walker o Camilo Sesto a los temas de Pequeño. En los créditos, colaboraciones como: Shuarma y Morti, vocalistas de Elefantes y El Fantástico Hombre Bala respectivamente, amigos de la de la escena aragonesa como el saxofonista de Justo Bagüeste (miembro de la banda de Corcobado y líder de IPD con los que Bunbury había girado con Radical Sonora), Jesús López (guitarrista y compositor de bandas como Club Eléctrico o Lágrimas de Mermelada pero que en aquellos momentos estaba con su proyecto Malamente, producido por el sello de Antonio Estación, EDS Sound Division, del que hablaremos más adelante) o la voz de Eva Amaral.Una de las más bellas es esta bulería al modo crooner donde aparece por primera vez la voz de Nuria Clavería, Solo si me perdonas

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Antes de la salida del disco como tal, en septiembre de 1999 aparece el primer single, El extranjero, en un formato que va a repetir con todos los temas promocionales del disco: una cara extraída del LP y unas caras b en forma de versiones o temas inéditos, auténticas golosinas para fans. El extranjero es un tema que no ha envejecido demasiado bien con el tiempo, pero hizo salivar a muchos de sus fans con una vuelta a los orígenes: se había terminado la electrónica y el blues, la copla y, sobre todo, la música mediterránea al modo francés de Francis Cabrel o el italiano Paolo Conte, rancheras y tango. El primer convierto de la gira, la primera vez que Bunbury sube con su material nuevo a los escenarios, es el 17 de septiembre de 1999, en la Sala La Industrial Copeña de Granada, dentro de la Gira  Generación Ñ que coordinaba la SGAE y junto a Bunbury tocan los argentinos Suarez y la mexicana Julieta Venegas. El concierto es retransmitido por Radio 3 y muchos nos pegamos al transistor en aquella época para saber cuál era el nuevo camino en el que Bunbury había decidido transitar: canciones de letras sencillas, emotivas, sin recargas líricas, con un distanciamiento emocional que rompían todo lo que había hecho hasta entonces. Entre las caras B de aquel maxi, la versión en estudio de El Jinete, un tema de José Alfredo Jiménez, que había sido registrada en las sesiones de Radical Sonora y con la que Bunbury terminó su fallido concierto de presentación como solista en el Príncipe Felipe unos años antes. Germinaba una de las malas semillas


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El 27 de septiembre y en formato digipack, con un estupendo diseño de Zona de Obras, aparece el disco. En el Heraldo de Aragón se descubre un pequeño secreto, Bunbury está ensayando a puerta cerrada en la Sala Oasis para preparar un nuevo repertorio que incluye algunos temas de su primer disco solista, temas de Pequeño y como apetitosa sorpresa Apuesta por el rockandroll. El tema de los Mas Birras tuvo el honor de ser el primer y único ajeno que los Héroes del Silencio grabaron nunca. Pero nunca lo tocaron en vivo, excepto en alguna prueba de sonido. Además había rumores de que Bunbury se había comprado sendos trajes, uno blanco y otro rojo en Gazo, una de las tiendas con más solera de la capital aragonesa, así que con ese material, esa estética y la incorporación a la banda base de metales y violines, con Ana Belén Estaje en el violín, Javier Iñigo trompeta y   Javier García en trombón más Luis Miguel Romero, todo tenía muy buena pinta:

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La apuesta sube para sus fans con el anuncio de la fecha de presentación del disco en Zaragoza. Sería el 10 de octubre de 1999 y lo acompañaba en el cartel otro grande de la época, Andrés Calamaro. La entrada mostraba a dos remedos de Dylan frente a frente, gafas oscuras frente a gafas oscuras. Calamaro presentaba Honestidad Brutal, con el gran Guille Martín a al guitarra y abriría el concierto para su amigo Enrique. Aquella noche cristaliza una nueva aristocracia en el rock español, porque el rock español había alcanzado su madurez, los solistas habían perdido el miedo, las canciones eran himnos y todo sonaba auténtico: por allí andaba Loquillo y Gabriel Sopeña entre bastidores, en el Jaime Urrutia. Urrutia, el mítico líder de Gabinete Caligari sube a cantar con Calamaro y luego con Enrique interpretan un clásico de Gabinete Caligari, de la época de Que dios reparta suerte, más dura será la caída, también una primeriza Eva Amaral, a la que Bunbury había producido una de sus primeras maquetas y que había grabado las voces de una de las canciones que se convertirían en básicas de su repertorio: El viento a favor.
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El Príncipe Felipe lleno hasta los topes, para el anecdotario, Andrés Calamaro demasiado extasiado por las circunstancias del momento fue incapaz de subir al escenario para un dueto que por otro lado sí que se produciría en televisión unos días más tarde, el 3 de noviembre (aunque la grabación del mismo se había producido unos días antes del concierto en Zaragoza), en el programa dirigido por Miguel Bosé de la televisión pública española, Séptimo de caballería, se emite un monográfico dedicado a Pequeño. Nuevos temas con la banda al completa y repetición de las colaboraciones del concierto en Zaragoza con el añadido de disfrutar, por fin, de Calamaro y Bunbury interpretando el tango de Luis César Amadori y Enrique Santos Discépolo, que en España, por cierto, ya habían grabado en su momento la banda de Enrique Bartrina, Malevaje. Aquel tango era Confesión y aquel dueto sonaba así:

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En aquella época eran habituales los discos piratas con colaboraciones o directos de Bunbury, muchos de sus fans atesorábamos aquellas golosinas, aunque su calidad sonora dejara en algunas ocasiones, mucho que desear. En las Navidades de aquel año 1999 Bunbury programa una serie de conciertos en la Sala Oásis, en un formato más íntimo. Iba a ser un regalo para su club de fans, pero las entredas se agotaron muy rápido. Corría el rumor de que el sonido de aquella banda, que pronto se bautizaría como El pequeño cabaret ambulante-en referencia, precisamente, a su estancia en la sala situada en la calle Boggiero de la capital aragonesa-era impresionante: un combo perfectamente engrasado y acompañado de violines, percusión y metales. De una fecha pasa a varias e incluso hace un parón para actuar a comienzos del año 2000 en el famoso festival Actual de Logroño para acudir a principios de febrero con sus fans a la sala Oasis. Aún guardo en una de las cajas fuerte del Hotel Margot alguna de aquellas entradas, la del 4 de febrero de 2000

Un tema como este Big Bang del primer disco de Bunbury, abandonado de cualquier ropaje electrónico, se convertía en un tema más propio del sonido filadelfia de los setenta. Aquellos conciertos también tuvieron invitados: Shuarma y Morti que sustituyen a Amaral en los coros de El viento a favor, el reencuentro de dos Héroes del Silenco sobre los escenarios, el batería Pedro Andreu, empuñado la guitarra, repiten una colaboración que se había producido unas semanas antes en México, revisando un tema de la banda de Pedro de entonces, Puravida y el clásico de Héroes del Silencio, Maldito Duende. La armónica que había grabado Pedro Andreu en Pequeño había servido para cerrar algunas heridas, y finalmente el jovencísimo Fernando Frisa, líder de Malamente, la banda por la que apostaba Antonio Estación, amigo íntimo de Bunbury, desde su sello EDS sound division, con él interpreta Apuesta  por el rock androll y un tema de Malamente, Para qué, su primer y único LP

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En aquella Navidad además de la aparición de un nuevo cd-maxi con el tema Infinito, una de las grandes canciones de Bunbury, quizá la mejor de aquel disco, contiene también un tema de Lennon, Whatching the wheels (habitual en zapadas de los héroes en las fiestas postconcierto con amigos), un tema incluido en la banda sonora de la película Shacky Carmine, Nada, dos inéditos y la aportación de Bunbury al disco Aragón territorio Electrónico. Para la crónica rosa recordar que aquella Navidad junto a su pareja de entonces, la periodista Nona Rubio, habían colocado un gran cartel en una de las avenidas principales de la ciudad, felicitando las Navidades al modo de John Lennon y Yoko Ono. El videoclip de Infinito tiene dos versiones, la primera en la que aparecen Shuarma y Morti más el desaparecido músico y periodista Germán Larone y otra, la llamada opción Garibaldi que hemos escuchado ahora, con la colaboración de un mariachi y la presencia de Julieta Venegas con su acordeón.


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El viento a favor aparece como single en Mayo con otra mezcolanza de caras B entre las que destacan una versión a piano y voz del Whobyfire de Leonard Cohen, versiones alternativas de temas conocidos y una improvisación sonora junto a Justo Bagüeste bajo el seudónimo IPD en la gira que compartieron con Manta Ray, en los restos de Radical Sonora. Por si no ha quedado claro es la época más hiperactiva y creativa de Bunbury, recuerda mucho al David Bowie de principios de los setenta, que no solo tenía tiempo para grabar sus propios temas, también para producir a otras bandas, como hiciera el camaleón con Lou Reed o Iggy Pop. En este caso, Bunbury había comenzado la producción del segundo disco de Malamente, pero desavenencias en la banda paralizan el proyecto y Enrique se mete a grabar como productor el disco Azul de Elefantes. A Elefantes los había conocido a través de Morti en un concierto en la desaparecida sala Morrissey de Zaragoza, presentado su irregular primer LP y junto a su banda en labores de producción e instrumentación graban Azul, el primer gran éxito de la banda catalana. El sonido remite ineludiblemente al Mediterráneo donde encuentran su referencia Bunbury y Shuarma e incluye joyas como este:

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Entre otras colaboraciones, Bunbury acompaña al Calamaro más tóxico en las grabación de El Salmón, grabando temas en el estudio portátil del argentino: temas como la Rumba del Perro o All you need is love (que servirán como introducción para Alicia en directo, junto con otras como La estatua del Jardín Botánico de Radio Futura o incluso sobreviviré de Mónica Naranjo), también participa en discos tributo a Serge Gainsbourg, Triana o Rubén Darío que coordina Zona de Obras. Pone la voz en el disco Tatuaje, homenaje a la copla, con el alma en los labios, graba canciones de Radio Futura o Tequila, que se combinan con el EP, El jinete, en el que se recopilan todos las versiones en estudio grabadas por Bunbury hasta la fecha, como este tributo a Triana
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El tema, el Jinete, una banda engrasada, graba en el DF, en el Distrito Federal, el primer disco en directo oficial de su carrera como solista, Pequeño Cabaret Ambulante que aparece el 17 de octubre de 2000. Destacan las versiones de los temas de Radical Sonora empapados de alma soul, como Big Bang, Salomé o Alicia, las versiones clásicas de Confesión o Apuesta por el rockandrol y versiones de Pequeño, como De Mayor, que sirve de anticipo al disco en otro EP previo.Un disco, Pequeño, que supuso un viraje estilístico, un salto al vacío que lo puso contra las cuerdas tanto con su discográfica como con su público habitual, que le hizo abandonar Europa para entregarse a los brazos de América, tanto del norte como del Sur, a sus raíces, que le hizo olvidar las letras ampulosas y componer desde la sencillez de los sentimientos, acompañado, por cierto, en algunos textos por el escritor aragonés Michel Royo...la gira dura hasta finales de 2000 por toda latinoamérica y volviendo a España, tocando en el Grec con Adria Puntí de invitado, parada en julio en Estados Unidos para tocar en Nueva York con Juan Perro... con la llegada del final de 2000 termina el ciclo de Pequeño. Bunbury decide retirarse y, armado de un teclado, una guitarra y un bajo prestado, marcha a la costa dorada para en la soledad del invierno, componer y maquetar el que sería su mejor disco como solista, Flamingos y la conversión de su banda en el Huracán ambulante. Pero esa, esa es otra historia. Pequeño es un disco sin duda para la historia, del que se han cumplido veinte años, hace poco se anunció la reedición del disco con todo lujo de extras (algunos de los que llevan circulando años entre sus fans) pero ya antes había generado un libro, Pequeño (el disco que salvó a Bunbury) una obra muy bien documentada que narra la génesis del LP y que, escrito por Josu Lapresa editó en 2014 Lengua de Trapo...también en libros como el de Pep Blay o Diván, editado por Zona de Obras en el 2000, escrito por Javier Losilla tras una larga conversación con el rockero zaragozano. También muy recientemente ha aparecido Bunbury, el mundo sobre el trapecio, que recoge la época inicial de la carrera en solitario del rockero aragonés, y que muestra algunas de las facetas que hemos tratado de contar en este Hotel Margot de hoy. De aquella gira el que les habla llegó a ver hasta cinco conciertos, cada uno era una fiesta, cada repertorio distinto, en una era de seminal internet los rumores seguían siendo el alimento y las dudas de Bunbury, sus miedos, el mejor combustible para sus canciones.

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