Os contaré la verdad es una novela
redonda, discretamente sensual, con una pizca de nouvelle vague
postmoderna, que deslumbra por su descuidado cultismo y un cierto
sabor a panini de salmón recién horneado a la orilla del Sena. Uno
encuentra en la prosa de Fernando Sanmartín siempre retazos de
aforismos, como pequeños tropezones que hacen del plato algo más
sabroso. Sanmartín es poeta hasta cuando escribe prosa, esas frases
te golpean en el corazón como hacía Ray Loriga en sus tiempos.
Sanmartín y Loriga en la misma frase, no es lo único que los une.
Sanmartín escribe como vive, calmado y culto, fotografiando lugares
y recuerdos, como un transportista de nácar, segregando el paisaje
para atraparlo. París es su lugar fetiche, como un Houllebecq
contenido no niega que la realidad de la vida es una mezcla de amor y
deseo cuyas proporciones hacen de cada uno, de cada historia, algo
distinto. Os contaré la verdad podría ser una novela de amor, pero
en realidad es una novela que habla de la familia. Porque cada
movimiento de la protagonista está dirigido por la ausencia o la
presencia de elementos de la estirpe, sea de sangre o sea de
costumbre. París y sus museos, sus restaurantes, las esquinas
minúsculas que tan bien conoce Sanmartín son un escenario que
aporta untuosidad -porque no podría ser otro el adjetivo-a la
narración. Es una novela que sorprenderá al lector habitual de
Fernando Sanmartín pero que cristaliza alguna de sus obsesiones
recogidas en poemarios y dietarios y que nos recuerda que los
recursos que guarda en sus bolsillos son casi infinitos. ¿Qué será
lo siguiente? Mientras espero busco entre mis discos y pincho l'amour
en fuite de Alain Souchon preguntándome si Fernando sabe que la
versión española de esta canción la grabó Teresa Iturrioz,
cantante de Single y dueña de un espacio galería detrás del Caixa
Fórum de Madrid, en Almadén esquina Alameda. Allí fui yo una vez,
enamorado. Sigo igual. Quizá mejor.
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