Christian comienza a nadar por un
bosque lleno de olvidos. Es un aliado la memoria para perdonar a los
que son insultantemente jóvenes, el primero Kavafis, “Porque solo
es así posible que todos/se borren de la memoria en absoluta
perfección”. Peribáñez sentado en un taburete de un bar goyesco,
tiene algo de dinero en sus manos y toma café y de sus manos caen
poemas y sensualidad no conocida hasta ahora, “Dejar que regrese un
revuelto de buitres/como adorno inútil o droga consentida”. Sus
imágenes nos llevan a Julio Antonio Gómez en plena madrugada de
telegramas y habitaciones pagadas en peseta, porque hay Zaragoza en
las palabras de Peribáñez, “Callo y mi silencio apesta a lejía”.
Limpiando la memoria, haciendo la guerra con el pasado, la piel que
uno muda puede parecer mejor o peor, pero ya para siempre está
perdida “Apenas me dura en la sangre/un beso de insecticida”. La
belleza que trae una ausencia, en un gesto mínimo, dando validez a
un libro: “Ahora compro un imán menos en los viajes”. De la
generación de los zalameros, los de los pies y manos grandes, los
que envolvíamos con tono monacal nuestra rabia hasta que llegaba la
explosión, “solo conocimos la guerra en las noticias/y robamos
munición a las luciérnagas”. Aumenta el paso del tiempo como si
le dieras cuerda, yo que escribo esto te acompaño en el ritmo y
también voy hacia atrás para no encontrarme o para ser el que era,
pero distinto, interino: “La juventud que entonces aspiramos ya
no/nos dispara. Al menos no nos alcanza.” Buscamos delgadez y otros
buscan carne. Al final es inquietud ante lo que nos ata a la tierra y
nos desata de otros cuerpos, de los de una madre, una abuela. Si no
conociste el amor en los noventa, “Para el arco de seguridad somos
cromos repetidos”, Goliat, Gulliver, el Golem. Tres G, éramos
jóvenes y podríamos haber escrito cartas, porque no había móviles.
Podríamos pero nunca lo hicimos, éramos perezosos o no teníamos
sellos...ahora en cada poema hay una botella que lanzas a un mar seco
y desconocido “Me pregunto si comprarás periódicos los domingos/y
si tu hechizo no ocultará espino o tendrá fecha en la tapa”.
Ahora, “que definimos a un hombre por sus costuras” descubrimos
que no sabemos si esta vida usa dado o carta más alta o está todo
cargado de trampas, “En mi cama/donde se escondieron los primeros
cristianos”, como si una confesión a tiempo fuera menos confesión
y más excusa.
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