jueves, 6 de octubre de 2011

Reseña de Hacia lo salvaje de Amaral (autoeditado, 2011)


El primer single, Hacia lo salvaje, juega con el tono profético que acompaña a las mejores composiciones mercuriales de la banda aragonesa, aquellas que hablan de la lluvia pesada que ácida está a punto de caer sobre nuestros hombros. Las guitarras guturales con las que se abre Antártida, fermentando electricidad, son de lo mejor del disco, amasando un muro de espejos acompasado con una de las mejores y más inquietantes letras del disco. Imaginad al vampiro John Cale, tambaleándose sobre los reflejos del hielo mientras trata de recordar la línea de bajo y haced caso a Amaral, id hacia la luz. Acústicas gruesas para Si las calles pudieran hablar, un tema que comienza mirando a los ojos al Dylan converso para terminar recordándote aquel verso "si la ves dile que me acuerdo cada día de ella". Una de las mejores frases del disco está dentro de este tema: "el enigma de un árbol caído en completa soledad". La trepidante Esperando un resplandor sufre el lastre de un texto demasiado plano, algo semejante al demasiado manido ideario del Robin Hood moderno. Tras este breve bache vuelven los mejores Amaral, aquellos que creaban estampas breves de cotidianidad, desde Buenos Aires al Sacromonte, en la magnífica Riazor, una de esas canciones compuestas para poder vivir dentro de ella para siempre. El alimento del recuerdo como combustible para el mañana. El fraseo de Eva emociona una vez más. El comienzo eterno de Montaña Rusa y los teclados surgidos del bosque donde sigue viviendo Robert Smith, la canción amaga el arreglo perfecto y vuelve a mostrarnos un resplandor confesional. La coheniana Olvido funciona a nivel de salmodia y remanso. Cuando una canción de Amaral tiene las guitarras de Cuando suba la marea uno sabe que las cosas siguen funcionando, como una cajita de música abierta a los ojos del mundo, lo sencillo culmina con uno de esos estribillos redondos marca de la casa. Las punzantes seis cuerdas de Como un martillo en la pared vuelven a ser el compañero ideal para uno de las mejores letras del disco, épica sin resultar excesiva, perfecto puzzle entre melodía y palabras. El cierre del disco con la fuerza de Hoy es el principio del final, perfecta para corearse en directo y el bis con Van como locos, a través de las líneas magnéticas de la Tierra, una guía para masticar el mañana.


Este nuevo disco de Amaral, pulido hasta el último detalle en arreglos y grabación, es, como en toda la trayectoria de la banda zaragozana, un disco notable. Algunos textos que manejan en exceso los lugares comunes y la falta de esa chispa de cercanía de otras ocasiones, quizá arrastrada por el tono épico de la instrumentación, sería la única pega para este Hacia lo salvaje.

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