Alex sobre el escenario, armónica y
guitarra acústica. Blanco y negro, contrastes, el salto cualitativo,
hacia delante, asideros básicos. Alex ha vuelto a subirse al caballo y pule sus canciones con en cincel del solista. Llovía y había
fuego de petróleo y heridas que esperaban mercromina en otras partes
de la ciudad. Alex empezó con material nuevo: Canción del Pirineo,
Libre de ruidos, Edificios nunca terminados que sonaron desnudos,
quizá todavía con el temblor primerizo de las canciones que piden
banda. Habrá que esperar. Porque es cierto que hubo momentos
mágicos, el guiño a la parte más tenebrosamente naif de nuestra
música con la versión de El bello verano de Family o la adaptación
de Under the milkyway tonight de The Church, uno de los momentos más
bellos del recital. Más temas nuevos: Craving y una versión de los
mexicanos Zoe, Luna. Si un momento se puede considerar histórico en
el recital de anoche fue sin duda cuando subió Santi Rex y ambos
interpretaron El recuerdo de tus labios, una bellísima canción que
abría el último LP de Niños del Brasil, Gémminis. Rex escribió
una de sus mejores letras y anoche, por primera vez en directo,
pudimos escucharla en directo. Escalofriante. Hubo un único recuerdo
a su banda anterior, cuando el batería de Mister Hyde, Nacho Celaya,
se puso al piano de la Campana de los Perdidos y comenzaron a sonar
los acordes de El silencio entre nosotros. Una de las grandes
canciones de la historia reciente de la música aragonesa y una
demostración clara de que Mister Hyde se merecieron mejor suerte.
Alex Hyde lleva años buscando una senda que una el ayer con el hoy,
la belleza de los ochenta con la rabia de los noventa, Alex que vio
la nueva ola de la nueva ola, acabó sentado en el rompeolas viendo
como caía la bomba nuclear: Everyday is like sunday, el single que
canonizó a Morrissey sonó, una vez más, en su voz. Inevitable
hablar de los invitados, núcleo duro entre generaciones: Luis
Cebrián haciendo Perfect Day de Lou Reed, la mezcla con All I want
is you de U2, los dos empastados, en complicidad...la misma que con
Luis Delso con el que interpretó el tema de Ryan Adams When the
stars go blue. El final, tras una magnífica versión de Paloma de
Andrés Calamaro acompañado por el suntuoso bajo de Ángel Julián
de Voyeur, brutalmente honesta, Alex se quedó solo en el escenario y
atacó un clásico imprescindible en su repertorio: There is a light
that never goes out de The Smiths, una canción a la altura de la
leyenda que crece. Y ante las peticiones del público, una década
más y el fantasma de Richard Ashcroft con la versión de Drugs don´t
work de aquellos míticos himnos urbanos. Alimento para las almas.
Salimos de la Campana, ya no llovía, es una buena señal.
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