Saturación eléctrica por encima del
promedio, bisagra para el banjo, grasa industrial en los aparejos
angelicales, multipropiedad bucólica. ¿De dónde salen todos esos
sonidos nuevos? La exploración rítmica de Kiev cuando nieva, con Jaime Sevilla asentado en el bajo, ha
crecido haciendo que los cimientos de sus canciones sostengan
veleidades no permitidas en otros tiempos, cómo fluyen la sapiencial
síntesis orgánica de Huerto, o la captura de una voz de Raudive en
los bosques letones a base de percusión mínima y teclados afónicos
en Briza. Aperitivo luminoso, armonías vocales que tañen y hablan
de chasquidos y los sonidos que imaginas al ver viejas películas en
super8. Portaladas y pasajes rompe unas cuantas de las leyes no
escritas de Kiev cuando nieva, entre ellas la temática aconfesional,
pero entrega una burbujeante sensación familiar. El compostaje
sonoro arraiga entre urbanitas convencidos como una especie de
residuo vaporoso, la batería de Carlos Aquilué, perezosa, los
arpegios del nylon, el voltaje controlado de Cómo caen, con ese
órgano que aparece como un invitado no esperado acompañando el
descenso controlado de las plumas angelicales. Un poco de saturación
para Aperos, recordando que Kiev cuando nieva son amanuenses en las
distintas versiones del arte, arremangados frente a la lija, no
sabemos si vieron la canción dentro del mármol o fue el serrín el
que dio forma a sus días. Geométricamente receptivos, vuelven a lo
básico: Spinetta, el Algora de la Lengua del bosque, las bandas
donde se mezclan los pedales y los susurros, T-Bone Burnett escapando
de la Virgen del Pantano en Arrendajo y William Burroughs rebuscando
en la bolsa llena de acordes y palabras en Navaja. ¿Lo que huelo es
un leve residuo salado flotando en el aire de Arpa? No diré nada, lo
prometo, pero sé que en Capri siguen buscando comediantes para pasar
el verano. Arpa es mi nueva canción favorita de Kiev cuando nieva.
En este tobogán controlado que es Comienzo de surco uno encuentra
referentes que hasta ahora no había imaginado en la banda oscense,
escuchar Broche, con ese tono de alquitrán, con ese ritmo de Grant
Hart pasado de diazepam ,cambio de opinión, ahora también Broche es
mi canción favorita, es lo bueno de escribir mientras escuchas un
disco. Una penúltima sorpresa, Espiritual, como el colmillo afilado
narrativo, nunca me lo hubiera imaginado, los acordes de teclado, las
huellas dactilares en comunión con la guitarra, la ornitología como
un nuevo veneno. Cerramos con una fanfarria, como si la luz del túnel
no fuera suficiente, Gallo es la canción que Lennon escribía a
escondidas de Yoko Ono, tan breve que parece un esbozo.
Los matices crecen, el riesgo crece, se
mantiene el escrupuloso alimento de los silencios, una banda que
propone un cálido espacio en cada una no de sus discos pero la banda
fiel a sus postulados, títulos de una palabra, doce temas repartidos
en las tareas vocales entre Javier y Antxon, 33 minutos, la cábala
perfecta de una banda que es canon de nuestra música. Un gran disco,
especiado como nunca, sabroso como siempre.
Inicio de surco se pone a la venta el próximo viernes 27 de septiembre y se puede comprar aquí.
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