En el año
1998 la revista EFE EME no llevaba más de un par de números de
vida. En Zaragoza abríamos las ventanas al mundo leyendo el Zona de
Obras. Alberto Genzor tenía una sección en CANAL 60 los orígenes
de la televisión regional que se llamaba Backline. Blondie habían
vuelto, John Waters estrenaba Pecker sin saber que serviría de
inspiración a un músico oscense...y faltaba un año para que
hiciéramos el primer número de Confesiones de Margot. En otoño de
1998 en una gira que visitó Valencia, Granada, Sevilla, Barcelona y
Madrid, tres bandas y una solista que recogían lo mejor de lo nuevo
y de lo clásico en el pop latinoamericano recorrían la geografía
española. Por fina había algo más que rock anglosajón. Mezclando
sin complejos, folk y guitarras, actitud y carisma.
El 9 de
octubre en la sala Multiusos de Zaragoza finalizaba la gira Calaveras
y Diablitos, inspirada en el tema homónimo de los Fabulosos
Cadillacs, la banda principal en el cartel de la gira y que también
era responsable del cañonazo Matador. La historia de la banda
comienza en 1983 cuando se juntan el señor Flavio (bajista y
compositor) con Vicentico (por aquel entonces Gabriel Fernández,
vocalista) y aunque comenzaron con un sonido próximo al ska y la
diversión de los madness de la época evolucionan y graban granden
discos como Yo te avisé o el El ritmo mundial (que incluye el dúo
con Celia Cruz, Vasos vacíos) . En el año 1997 editan Fabulosos
Calaveras que es un giro experimental, se acercan al tango de
Piazzolla y también reivindican escritos de Ernesto Sábato como Las
venas abiertas de América Latina.
Desde México
llegaban los Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio. Como los
Cádillacs los Maldita Vecindad fusionaban la música tradicional con
el punk, el ska y los sonidos negros. Empezaron a finales de los años
ochenta con un disco homónimo y en el año 1991 publican el que es
su producción más exitosa, El circo. Con este LP que vendió casi
un millón de copias les abrió el mercado estadounidense y llegaron
a compartir escenario con Jane´s Addiction o Leonard Cohen. Formaron
parte de un movimiento precursor a este Calaveras y diablitos que se
llamó Rock en tu idioma.
Desde
Colombia llegaban Aterciopelados. Eran los más conocidos en Zaragoza
porque habían sido teloneros de la gira de despedida de Héroes del
Silencio con Avalancha un par de años antes. Andrea Echeverri y
Héctor Buitrago seguían una línea parecida a los anteriores grupos
en la que se mezclaban de forma natural las influencias autóctonas
con el pop y el rock alternativo de la MTV. Aterciopelados era una
banda sin prejuicios que había publicado por entonces Con el corazón
en la mano, El Dorado, La pipa de la paz (en la que colaboraba
Bunbury en dos temas) y aquel año 1998 el que fue su disco más
inspirado y exitoso, Caribe Atómico. Un disco pleno, precioso, que
incluia canciones como El estuche, Miénteme o mañana y que es, sin
duda, uno de los más grandes discos de la historia del rock en
español.
y la
muchachita que abrió aquel concierto. Solo hizo seis temas. Más que
nada porque había debutado el 27 de marzo de 1997 con un disco
producido por el gurú Gustavo Santaolalla (un argentino que había
sido parte del rock pesado en la Argentina de los setenta y que se
había consolidado como productor y años después renovador del
tango y la electrónica en los Bajofondo Tango Club) que se llamaba
Aquí. Ella era Julieta Venegas y aún faltarían unos cuantos años
para que fuera conocida mundialmente.
Nos abrieron
los ojos. De allí saltamos muchos a Spinetta, a Fito y a Charly, a
los Soda Stereo o las Víctimas del Doctor Cerebro. También a Os
Mutantes, Os Paralamas, el rock portugués, los sellos franceses y
Jovanotti en Italia. Había vida más allá de las camisas a cuadros
y los hooligans del brit pop. Además podías decir que te gustaba el
tango y el bolero y no pasaba nada. El nueve de octubre de 1998, el
Zona de Obras...Buenos Aires Zaragoza...y siempre caía algún bolero
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