La única risa comparable a la de
Sergio Algora es la de Javier Aquilué. Avanza en mitad de la
mediocridad para crear una burbuja beatificadora. Me senté junto a
Javier y aprendí dónde estaba la belleza entre los restos de una
naranja. He inventado leyendas urbanas inspiradas en su persona, con
cassettes y estrellas del pop envejecidas. Javier ha grabado discos
sobresalientes junto a Kiev cuando nieva. A veces imagino a Javier y
Antxon, como dos gemelos de Kollwitz envían señales desde el
pasado. No hay abonos para las vistas que se han perdido. Junto a
Orencio Boix y Antonio Romeo construyen frágiles armatostes en En
vez de nada. Javier Aquilué toca el banjo, la armónica, bebe la
sangre de los ferroviarios, Javier Aquilué solo pinta las escenas
que sucederán. Pitoniso postmoderno en un el pantano del
situacionismo. Javier baila música proto punk en un pueblo del
Somontano, pinta portadas para Copiloto y Roldán. Javier
Aquilué enseñaba a los niños a no pintar fuera de las líneas,
pedía litros de ginebra y tónica en mitad de una verbena, ilustraba
fantasmagorías de vapor zaraguayo. Javier colecciona cromos con portadas de
vinilos de piedra, predica en la habitación del pánico, lleva
zapatos de dandy, fabrica muebles con sus propias manos.
Javier Aquilué inauguró su última
exposición Nacen ya vistas en la Librería Anónima de Huesca el pasado 4
de noviembre. Unos pocos días antes comenzaba la recta final de la
grabación del nuevo disco de Kiev cuando nieva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario