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domingo, 24 de noviembre de 2019

Magia bajo cero de Fominder (Polar Records, 2019)


Fominder siempre ha escapado a las modas para definir un canon propio. Te puede gustar más o menos, puedes entender que su universo es claustrofóbico o cálido, expansivo o desértico, blanco o negro. Magia bajo cero sigue en esa línea: hay magia, esa que hace que la música recorra los cables desde la columna hasta el parlante, un disco que se abre con Cuando despierto, alegato urbano como unos Décima Víctima con mejor tecnología y más horas de tranvía, en El pacto, la trepidación nos acerca a esas líneas de bajo robóticas que solo pueden ser tocadas por un mutante, con esa devoción alienígena que tenían los A Flock of Seagulls. La canción que da título al disco parece sacada de un descarte de Dynamo de Soda Stereo, como si a los mandos estuviera Daniel Melero soñando con sintetizadores afónicos o revox que repitieran oraciones como en una Ültima noche, con una percusión pesada, fría, una onda que es ceremonial en sus arreglos, como unos New Order que todavía no han superado la pérdida de Ian Curtis, canciones sacadas del catálogo de grupos tóxicos de Limbo Starr, esa Bruma que reivindica la lucidez confesional de La Bien Querida, Elévame que actualiza el sonido de Décima Víctima con referencias a las distopías del S.XIX, síntesis y antístesis en Noche de Arena, solo para los que al llegar los lunes de hierro encuentran en Volubilis el refugio a todas sus plegarias y el final que es una especie de polaroid de Midge Ure y David Sylvian jugueteando borrachos con un Prophet-5 en la Nochevieja de 1985. 

Fominder es sello donde antes había tatuaje, es línea divisoria entre la fotocopia y lo épico. Un solo pero, el tratamiento de la voz, que nos hace perder alguno de los matices emocionales de la interpretación de Juan, que hubieran dado más lustre al LP.

miércoles, 28 de octubre de 2015

El circo robado de Fominder (Polar Records, 2015)




Han pasado dos años y siete meses. Lo dice la red. Lo dice mi red. La vuelta de Fominder a los estudios de grabación. Fominder abre la puerta a su universo. Y los aparatos de grabación atrapan lo que sale. Después lo reproducen. Un agujero atraviesa la pared. Puedes buscar los personajes. El primero, de voz grave y épica, solo ha dejado un símbolo tatuado en la espalda. Un insecto mutado, Lupérciga, ha permitido que su esfera se mezcle en el líquido raquídeo de tu dimensión. En la cola del paro hay un rapsoda que apunta sus palabras en las manos y el sudor será el mejor olvido. Un revisor que cambia las estaciones a su antojo y dos astros enfadados que no pueden llegar a las manos. En la izquierda fantasmal hay un aullido hay una pintura que se deshace. Fominder cantada mejor que nunca y el alambre donde se sostiene arde a una temperatura exigente. Amigos imaginaros que nos abandonan, juventud que arrastra, hay un minotauro jugando a las cartas detrás de cada esquina. Para huir de su laberinto hay que utilizar una cuerda de guitarra de las que usaba Mick Ronson y la lengua arde con el sabor ácido del beso que te da el Sonambulista. El final, el Circo robado, donde se reúnen todos los monstruos renacidos es una de las cumbres del disco. 

Fominder es único. Es diferente. Sus imágenes son potentes y a uno, que ha creído en el trío sagrado Gustavo, Charly y Zeta, no puedo esperar más que pase el temblor. Más allá de estribillos y de usos más o menos remendados, crea un panteón propio a su alrededor que no lo emparenta con nadie. Quizá los arreglos no son tan variados como en su primer LP pero la chispa sigue. Eso es difícil de ver a nuestro alrededor.


El próximo sábado 31 de octubre Fominder presenta su Circo Robado en la Lata de Bombillas de Zaragoza