El pasado viernes en la zaragozana Sala
López se produjo una colisión de electricidad transgeneracional,
apocalíptica y nutritiva. Un menú politóxico que se viene
repitiendo en los últimos años en los escenarios aragoneses:
abrieron la noche El Hombre Lento, abrasadores en directo como es
habitual, especialmente explosivos, destilando ira urbana y
mutaciones en cada uno de los temas. El Hombre Lento, que lleva en su
haber dos de los mejores discos de los últimos años en la escena de
la ciudad, aprovechó para presentar nuevos temas y volver a revisar
clásicos pantanosos y psicóticos como Europa, Zaza (el punk vs
Manuel Vilas-cuida que algún día el monstruo te devore y no te
queden manos que ofrecerte) e invitaron al productor de su segundo
LP, Antonio Arias (claro) a tocar Mucho Mejor. Chiqui Lento empuñaba
la eléctrica con la delicadeza del que sabe que puede perder los
dedos con tanta valla electrificada...José Javier Gracia a la
solista, epilépticamente elegante y una sección rítmica (Carlos Gracia en batería y Guillermo Mata en el bajo) que
combina el ruidismo con el afilado juego de las cuchillas. El Hombre
Lento, realidad que escuece, vinagre en la herida, mantra atonal para
una ciudad que se consume a sí misma.
Lagartija Nick, en formato
trío, con Antonio Arias a la voz y al bajo, Erik Giménez en la batería y
en la guitarra Antonio Codorniu...venían a presentar (a representar más bien), el
primer LP de su trayectoria: Hipnosis. Han pasado muchos años y la
fermentación lenta de los temas no ha hecho más que la afilada
pluma de Antonio Arias, rellena de sangre de paloma y visionados
oscuros de galaxias perversas, tome una mayor vigencia: Tan raro, tan
extraño, tan difícil, el aislacionismo postmoderno de Napalm y
Disneyworld...miles de enanos se suicidaron en habitaciones de hotel
la última noche y todos tenían restos de speed en el kebab.
Acudieron al imaginario ajeno para recrear “I had too much to
dream last night” de The Electric Prunes y Nacidos para dominar de
Parálisis Permanente, acertados en el masticar del vidrio que es la
voz de Antonio Arias. En los bises, amablemente pasados de vueltas,
en las versión más psicótica de unos Peter Punks, dos para el
camino (hasta el final de la noche): El nuevo Harlem y Universal. Una
noche que se cruza y se repite, que acelera nuestras vidas aburridas
hasta llevarnos al borde de la revuelta. Supongo que eso es un
mérito.
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