La sala Bass Space es un espacio clásico de la noche zaragozana. Se llamó Kitchs y se llamó –durante mucho tiempo- KWM, mito, lugar de referencia, conciertos de Parálisis Permanente o el de Radio Futura cuando presentaban el single de la Estatua del Jardín Botánico. El sábado pasado me acerqué a ver el concierto de Andy Chango y el sitio tiene un punto muy bueno para convertirse en sala con programación continuada. Esperemos que así sea.
El concierto de Andy Chango estuvo a la altura del lugar y de la leyenda. Un argentino desquiciado haciendo groove con una banda empastada de músicos rodadísimos del ambiente rock madrileño- Lupano y Ricardo Marín, bajo y guitarra respectivamente, son habituales en discos y giras de Ariel Rot, Jaime Urrutia o Andrés Calamaro- y sólo falto el genial baterista Toni Jurado. Norman Hogue: trombón y coros Van Morrison, coros Bob Dylan, coros “live translation”, era la evolución natural del Popocho de la Mondragón dando el contrapunto perfecto.
Chango esnifó una mezcla de Beatles y Charly García de niño y le salió un retruécano sionista que destruyó el resto de las conexiones mentales no quemadas tras años de giras con los mismos tics. Empezó con Neuronas y con El viejo Lexatín (I Love Gabi) era el leader y así convocó a Rafael Sanemeterio- no se pierde una el cantante de la banda de l´ambar últimamente- para interpretar parte de las crónicas del Capitán Angustia y al aristócrata del dulce Warhol, Fernando Frisa (Malamente y Los Cármenes) que subió a tocar la guitarra y dar la réplica en los coros en el delicioso tema Budapest, de la banda que tenía Chango antes de venir a España, los Superchango. Fue un recuerdo más para Guille Martín –la cantaba en los conciertos cuando iba de guitarra de Andy- para el que el concierto era otro homenaje total.
Hizo Madrid, Voy a la playa, improvisó En Familia y declaró que No se iba a dormir, hizo La canción de Toni Jurado , Hello goodbye de los Fab Four y, como lleva más de un lustro con el mismo repertorio, trató de colarnos Tu vicio de Charly García como un tema suyo nuevo, pero ya se sabe, la primera regla del Club de la Lucha es no hablar del Club de la Lucha, miembros del proyecto Chango hasta el final, sonreímos y aplaudimos. Enorme Lo mejor que le puede pasar a un Cruasán y mejorable el medio reggae de Mortadelo y Filemón –aunque los cambios de letra eran dignos de un lúcido talking-blues-man-.
Dando indicaciones a los músicos, dando el tono del tema y luego a improvisar, el alcohol y opio no hacen mella en este gnomo de más de metro noventa, que aparece en mitad del bosque, psicótico y mellado, como en un buen viaje, así hacen rock los buenos músicos, y los argentinos, como de fútbol, saben bastante de esto. Salam malecum, Chango, gracias. Y terminaron con un viejo tema de Manal: Jugo de Tomate Frío. Con dos narices. A pelo.
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