Llegué un poco antes de los bises del concierto de la Romareda. La gente miraba el concierto de los Héroes en la pantalla e incluso aplaudía al terminar las canciones. Sorprendente, sorprendente por el poco calor que luego dispensaron a los tres grupos del directo, en fin, lo de la retransmisión vía satélite o vídeo o lo que fuera me pareció una catetada de principio a fin y que, además, el concierto se considerara un homenaje a Héroes del Silencio –sí, lo vi en algún cartel o en algún anuncio- era el acabose.
Cuando terminó la retransmisión – y yo soy de los que aguantó el México-Argentina porque la Bersuit no salía a tocar en la Casa del Loco hasta que el balón dejara de rodar- y mientras se me pasaba un poco la urticaria, me preparé para ver a los Karhe. Desde que los chicos cantaban en inglés no les había oído un concierto entero, sólo algún tema suelto y la verdad es que me dejaron un poco fríos. Tienen voz y actitud, pero... demasiada mezcla de estilos, algún tic que los lastra y falta de canciones de esas que dejan marca. De todas maneras hay que reconocer que trabajan, tienen una buena base de seguidores y no cejan en su empeño. Poco a poco espero que las cosas vayan creciendo.
Tenía ganas de ver a las Novias, muchas ganas en realidad. Una banda de culto, una banda que mereció mejor suerte por el cuidado y esfuerzo que destilaban sus temas, auténticas joyas en el inconsciente colectivo de la Zaragoza rockera. Se separaron en el momento justo y han vuelto para darnos una nueva oportunidad a todos aquellos que no les pudimos ver en directo. Era el último concierto que el batería, Roberto, iba a dar con los otros tres componentes originales de la banda y uno no se lo podía perder.Empezaron de manera un poco arriesgada, con El Novio de la Muerte, tema maquetero que nunca se vio plastificado en los LP´s oficiales de la banda y la cosa prometía: Toño, el vocalista, sobrado de voz, sin desvaríos heavys –sólo aparecieron en el primer bis, con Largo Tiempo Esperando- Oskar, a la guitarra, muy elegante, llevando el peso melódico y Pedro y Roberto, sólidos en la base rítmica. Tocaron un repertorio muy sólido en el que faltó, en mi opinión, Cerca de ti, pero las perlas fueron desgranándose con dos picos brutales en Imagínate el Aire y Promesas, delicados cuando había que serlo y agresivos cuando el cuerpo lo pedía. Me recordó, por razones que van más allá de lo puramente estilístico, a la vuelta de Bauhaus, como si el tiempo sólo hubiera pasado para mejorar el licor. El único pero lo encontré en el público, poco receptivo y nada entusiasta en general, aunque quizá el problema estuviera en la comparativa con mi absoluta actitud de fan entregado. Hay que mejorar, pulir y retocar, pero es un buen comienzo y con esa pléyade de canciones- de toda la vida y también las nuevas del próximo EP- espero que nos queden Novias para rato.
La tercera banda, Los Niños del Brasil. Estrenaban guitarrista tras la salida de Jafi Marvel del combo y nos reservaban alguna sorpresa. Con la habitual intro sintética anunciando quiénes eran fueron apareciendo los tres: Nacho Serrano en las programaciones, percusiones electrónicas y teclados, Antonio Estación en el bajo, destilando actitud rockera por todos sus poros y el Santi Rex, dandy tecnoglam zaragozano. Empezaron con El Mundo de la Imperfección y los Niños del Brasil volvían a estar en la casa. Santi Rex estuvo muy bien, sobrado de voz en cada tema pero el sonido no acompañó demasiado. La base electrónica golpeaba de manera atronadora comiéndose a todos los demás instrumentos. El experimento de los nuevos arreglos para las canciones de Niños de toda la vida, demasiado industriales, demasiado dance, demasiado machacones y sin dejar respirar a los temas. De lo mejor del concierto cuando apareció Clara Téllez, la vocalista de Los Peces, toda stardust, boa y minifalda incluida, dando el contrapunto a Santi en los coros durante Amor y Espinas, Mentiras y Las Curvas del Placer. Ojalá repitan el experimento más veces y alivien un poco el ensordecedor tronar de las programaciones, hay que renovarse, sin duda, pero el sonido Niños del Brasil era un sello y esta vez las cosas no resultaron del todo. Menos mal que la voz de Santi Rex no se vio superada por la tormenta sónica y pudimos bailar, yo bailé, bailé mucho en Viernes, Al Oeste y Party Party, pero los Niños nos deben algo, algo después de este concierto.
Pero anda, que el público ya le vale, entiendo que haga frío, pero estamos en fiestas...aunque quizá eso era lo que ellos buscaban. Estaba en el escenario de al lado, claro.
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