Me gustaría contarte, amigo Sergio, cómo tocó anoche tu banda y cuánta gente os estuvo viendo: amigos, fans, admiradores...y todos cantando tus canciones, una tras otra, sin parar ni un instante. Aunque, como me contó Álvaro Ortiz Albero, desde allí arriba sonaban de maravilla. A Richi, Fran y Enrique les faltaba un poco el aliento pero lo solucionaron echando mano de un puñado de aliados del costabravísimo: el primero fue Roberto Garzón -cuántas veces has dormido en su casa madrileña, cuando ibas a dejar claro quién era el mayor talento aragonés de los últimos veinte años- que clavó ese hit generacional que es Dos Ostras -aún recuerdo la primera vez que lo escuché en Se hacen los interesantes-. Empezó Eloy al bajo, pero se lo fueron pasando David y el muchacho ese que me presentaste una noche en Estebanes, no recuerdo su nombre pero sí el arroz negro y las dos botellas de vino que cenamos aquel día. Fue emocionante ver a Eloy de nuevo en las cuatro cuerdas, se veía que disfrutaba... ha tocado en Muy Poca Gente y en la Costa Brava, eso son palabras mayores. Después apareció Andrés Perruca y agarró las baquetas para ser Perruca Campeón con esa inmensa sonrisa que iluminaba todo el balcón de las músicas. Me di cuenta de que el concierto era distinto cuando tocaron Olímpicos y Justicia poética (allí estuvo Rafa Domínguez, el Rafita Guisante, tocando el solo con la guitarra de Fran, nunca os daremos las gracias lo suficiente por haber montado ese delirio elegante que se llamó Muy Poca Gente) eso sonaba como un cañón. Tío, habías montado una banda de rock y no me habías dicho nada. Nunca pude ver Velocidad de Crucero, tu último disco, en directo y eso que era mi favorito de todos los que habías grabado... lo fui dejando pasar. Richi estuvo sobresaliente, cantó Natasha Kampush y lo hizo con pitera, con mucha pitera, también hizo Amor bajo cero con la melancolía justa para la noche. Apareció también por allí Sergio Vinadé, el otro Sergio de El Niño Gusano, lúdicamente sacado, y se marcó una versión de Mi última mujer estupenda (siempre recuerdo cómo escribías la canción en la barra del Candy Warhol mientras Fernando te contaba la historia). La cosa se fue calentando cuando se incorporó Dani Garuz a la fiesta, el gran DA, el tío que mejores coros ha hecho en el pop aragonés, primero con Willy de los Carrots para Mujeres y días y después en la voz solista del Nada me importa de Los Módulos. Seguro que al escucharlo hubieras pensado que tendría que haberla cantado él, Dani cantó con una fuerza, con una elegancia, con el más absoluto de los sentimientos. Fran se encargó del resto, cantó las canciones conocidas, las más reconocibles de la Costa Brava (yo siempre preferí las perlas que ibas dejando en cada LP, medio escondidas): se fue al principio para Lentillas de colores y Hazte camarera, hizo Natalia Verbeke y Canción de Regalo, retomó Falsos mitos sobre la piel y el cabello, El cumpleaños de Ronaldo y vuestro ascenso a la fama: Adoro a las pijas de mi ciudad (Yann se encargó de la coreografía) e invitó a todos para acompañarle en los coros de Treinta y tres.
Es complicado estar aquí, la verdad, y ver el micrófono vacío. Menos mal que tus amigos han hecho lo imposible para guardártelo caliente, nunca se sabe... me gusta pensar que sigues de parranda.
Ah, Richi te cantó una canción preciosa. Espero que a pesar del ruido de los aviones bajo las nubes pudieras entender la letra.
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