urbon y cocacola, martini rosso y soda. Teclados de juguete y ruidos. La parroquia mod terriblemente extraña. Me confundo al saludar al cantante de Hotel y acabo yéndome sin disculparme. Se acumulan fragmentos de bandas entre las filas: Hide Seek pinchadiscos, Lana Lee, Sullivans, Hotel, claro, Bronski, Nubosidad Variable, Estige… aún hay carteles de Deneuve en las paredes de la Lata de Bombillas. Jaime está un poquito nervioso. Everything is gonna be all right, pendejo. Aquí si mezclamos, mezclamos todos. Ahora también están anunciadas los conciertos de Manta Ray y sus torres de electricidad y Lori Meyers en rastro extraño de mitad Brincos, mitad Los Salvajes y todo el rastro en el cartel de las mágicas cadencias de la lejana Granada, de las miles de torres de la vela. Y comenzaron las descargas, agradables y frescas descargas de compacta electricidad, de la electricidad a la vela todo acaba siendo luz y energía, zumbidos del pequeño sinte, la trepidación del bajo, la voz que relata en claroscuro relatos sobre habitaciones donde habitan los dragones, sobre los tiempos perdidos a veces, la voz que nos dice que lo mejor, lo mejor es bailar. Ir a bailar, sacar a las chicas a bailar, dejar que las chicas nos saquen a bailar, pedirle al maestro de la guitarra que la azuce con más intensidad, porque las canciones de StereAnt hacían que todos saltásemos a la luz de las velas como guiados por los magníficos látigos de energía.
Canciones vivas, canciones para vivir. StereAnt sonaron muy bien.
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