Santiago Auserón siempre es señal de elegancia y buen hacer. Un compositor superdotado, un tipo –que como dijo Javier Losilla en la presentación- había dado una voz propia al rock español a través de los temas de Radio Futura. Y fueron los temas de Radio Futura y los de su carrera en solitario, las de los discos de Juan Perro, aquellos LPs que viajaban desde la nueva trova al arreglo jazz pasando por las instrumentaciones más crudas, los que, con el añadido de una big-bang procedente del taller de músicos de Barcelona, integraban el repertorio del concierto. Aparentemente muy prometedor. Pero pinchó, pinchó ligeramente.
Con más de veinte músicos en el escenario y con temas como El Tonto Simón o la Charla del Pescado las cosas deberían haber rodado mucho mejor. Un regusto ligeramente amargo fue lo que se me quedó: elección desafortunada del set-list, canciones de Radio Futura que animaban el recinto seguidas de inmediato por algún blues a piano y voz surgido de lo más profundo del material solista del mayor de los Auserón que desmotivaba al público que quería bailar y escuchar los temas transgeneracionales, pesadez de arreglos, desarrollos a veces excesivamente largos y gratuitos… sonaron muy bien Veneno en la piel, Semilla Negra, En un baile de Perros o Anabel Lee, pero con una sonoridad más cercana al "Barrio", al New York mestizo de los setenta, a Ray Barreto o Joe Bataan se hubieran aprovechado mucho más No más lágrimas o A un perro flaco, que quedaron demasiado planas.
De todos maneras, quizá por ser Auserón, por ser tan grande y por esa actitud escénica tan singular, por todo eso hay que pedirle siempre más.
Antes que Auserón estuvieron Biella Nuei. Folklore aragonés en multitud, con aportaciones de músicos sacados del pop –Nacho Estévez, Constancio Pradas, Fletes o Juan Javierre- acorde con el público presente. Un vocalista – y flautista y gaitero- muy corto de voz que hace que las piezas instrumentales queden mejor resueltas. A mí, personalmente, me resultó un poco aburrido.
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