El grupo zufariense Los Niños del Maíz entrega su segunda referencia sonora y lo hace con una mezcolanza de ska, reggae, rumba y pop cocinada a fuego medio-lento en los estudios Luna Nueva. Son canciones que picotean en distintas especies para terminar en platos de degustación agradable, aunque para alcanzar la estrella -Michelín o musical- se necesita un poquito más.
Desde el comienzo medio rock guitarrero de ¡Que estamos todos locos! pasando por los aromas jamaicanos de Hoy -muy buenos los aires scratch y el ligero efluvio dub muy en la onda de Maldita Vecindad, plato del día, sin duda-, las cosas van agitándose en la sartén, con una intención de eclecticismo que termina dejando la sensación de simple vaivén; en Llegar contigo suben un punto el baño maría y lo ponen a punto de ebullición pero la cosa decae en los dos siguientes temas, con Solo y Si contara, con unos metales que a veces aparecen y uno no sabe muy bien qué hacen por ahí. El Rey de Manila nos devuelve irremediablemente a esas producciones españolas de finales de los ochenta y principios de los noventa, que no eran ni movida ni indie y que sólo gustaban a los que se compraban los deliciosos recopilatorios ElGolfo -en fin-, Mirada al frente recupera un poco el aire, con sus aires de rumba -aunque temo que no es su intención, demasiado Canto del Loco o Estopa y poco de los Seguridad Social más lúcidos, pero agradable al paladar- y Puertas Cerradas tiene un toque que los viejos del lugar llaman aire Cadillacs -por la banda de Vicentico y cía- y al masticarla ves que si el tema hubiera pasado sólo un poquito más en el horno hubiera quedado redondo -trabajar un poco más los coros y la letra, sobre todo la letra, como en el resto del álbum son un poco planas-, yo recomendaría ese como camino a seguir, agarrar los discos de los Fabulosos Cadillacs y Maldita Vecindad y ver si es el camino para la tercera siega de los Niños del Maíz.
De lo mejor: la sección rítmica por la variedad de colores, líneas y ritmos que son capaces de desarrollar a lo largo del LP y Hoy y Puertas Cerradas; lo más flojito, la grabación de la voz y los textos de las canciones, un idioma como el español exige un trabajo mayor que otros idiomas para conseguir unas letras bien incrustadas en la métrica de la melodía y el resultado final, cuando ese esfuerzo extra se hace, puede entregar unos frutos buenos, así que les recomiendo a los Niños del Maíz que lo intenten, es imprescindible.
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