Últimamente Volador me daban una de cal y otra de arena. Los vi sobrados de ideas y actitud teloneando a los Aterciopelados. Más flojos en la presentación del Fantástico Mundo en tu interior en la Casa del Loco. Supervivientes y emotivos en un acústico en el foro del FNAC. Dejándome un arenoso sabor agridulce en el Cabaret Pop hace unas pocas semanas. Pero volvieron a puntuar muy alto el pasado jueves en la Oasis.
Alto porque las canciones sonaron contundentes y agresivas, muy bien seleccionadas - extrañé Los amores salvajes y la versión de Al Oeste de los Niños del Brasil-, porque la nueva incorporación -ya no tan nueva- del muchacho del bajo les da una cohesión a los temas que hace enterrar en cofre y bajo siete llaves la opción de volver a llevar las cuatro cuerdas sintetizadas, porque cuando hicieron Veneno en la Piel de Radio Futura sonó original y el riff de teclado no nos trajo lo peor de la música zíngara a la cabeza, porque Poeta eléctrico, Princesa y Espina, El Año del Dragón y sobre todo Vienen y van y El Día de la Suerte Mundial son los cimientos claves de un repertorio cada vez más consistente, porque Antílope va sobrado de voz y comparte un pedazo de imagen con el resto de la banda y porque recuperar temas antiguos es una buena opción siempre que sean tan buenas como la que rescataron al principio del concierto.
Volador han pasado por una etapa compositiva un poco frágil y quizá demasiado liviana en los arreglos pero el quinto miembro ha sacudido con un toque funky los desarrollos y las cosas se van enderezando. Volador en el aire, desde Londres a Zeta. Y me dejaron las lentes bien limpias de dudas. Hay que seguir creciendo, pero las cosas van por muy buen camino. No despistarse.
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