El disco comienza con un auténtico cañonazo: una versión surf desaforada del Amor Amargo de Arcusa/De la Calva (a.k.a El Dúo Dinámico) más cercana a las cavernas elegantes donde sentaba cátedra el gran Bruno Lomas. El tema, presentado en el homenaje a Guille Martín hace ya unos años, resplandece en su versión plástico con la misma fuerza. Una verdadera declaración de intenciones que nos lleva hacia el pantano de I got sweets, en inglés macarrónico -pero eso se lo vamos a perdonar, es parte de la parafernalia- donde el saxo del quinto Twang chapotea entre las guitarras crepitantes. Vibrant Man tiene el toque psicótico de The Crusher, otro instrumental Rougshood, con un piano inocente subrayando el metal mientras los coros anuncian una canción que nunca llega a empezar. El final del Side-one termina con Surfin´is Tiring, un poco de playa, pero más bien como si unos The Clash blanquecinos se levantaran de resaca en Salou.
Para empezar la cara B tenemos otra versión, otro clásico del garage, revisando el Latin Lupe Lu, más garagero que la versión catch de los Straitjackets . Sombras en el Windsorf juega con la imaginería de serie Z, con regusto español y rollo Coronas, casi como la llegada del tren de la medianoche, con un Jackie Sam excelso en la batería y las guitarras zumbando en mitad de la noche. Mean Queen tiene un toque macarra, con el piano y las cuerdas peleando en primera línea y cerramos el acetato con Fall&Raise of los Twangs, sosegada, con una percusión extraída de las islas (elijan Hawai, Británicas o las Canarias), las guitarras perezosas, el cierre perfecto para un disco concepto...
Los Bonus Tracks presentes en la versión en cd (frente al apetitoso vinilo de 10”, píllense los dos si pueden) son realmente apetitosos: un Money de factoría Motown al modo en el que los Beatles lo interpretaban en Hamburgo, ciegos de talento y anfetaminas -y unos coros femeninos que alegran el lugar-. Y por supuesto Comanche, aunque en una versión de raíles y carretera, nada de la flema británica de los Shadows, Brigitte es la perfecta sintonía de una serie de televisión retro, mezcla Susie Q con la madre vampiresa de los Munsters. Y el final para una versión de los Saicos, una banda peruana de los sesenta, salvaje, arrancada, con su clásico Demolición, siete minutos de actualización para rendir pleitesía al momento en el que las bandas se dieron cuenta de que imitar estaba bien pero había que añadirle un poco de especia.
Un disco variado, perfectamente ejecutado, que dosifica las instrumentales y puntea las versiones con mucho gusto. Se notan los directos y la afinidad entre los músicos, hasta confeccionar un cóctel lúdico de primera división. Un disco excelente este Mondo Twango de los Twangs. Y encima con su versión en vinilo, ¿qué más se puede pedir?
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