¿Qué se puede decir de esta primera grabación de Hotel? Que es puro rockandroll español, con todos los tics, referencias y permisos posibles. Coloquémonos en la puerta del tugurio, abrámonos camino a base de una declaración de intenciones con dejes de Johny Burning, Feo. Estamos paladeando los primeros chasquidos de la guitarra solista de Jaime Lasaosa cuando unas palmas dejan paso a las seis cuerdas confesionales, estamos ya cerca de la barra y la acidez de las pedaleras son como la sal del Tequila, dan sabor a la mezcla mientras te la bebes. A veces los rockeros tienen Mala Prensa. O son inmensamente perezosos (del lado de Rubén y Leiva, entendámoslos). A por la primera de la noche, algo tranquilo, no nos vayamos a subir muy arriba. Con un pedazo de vinilo del Desire de Dylan hago una muesca en la pared, se me caen las piedras y ruedan desafiantes al ritmo del violín de Jaime Lapeña y las voces que claman por las almas perdidas en la puerta del cielo. Después de escuchar Problemas (de amor y rockandroll) me doy cuenta de que el gran Guille Martín os hubiera dejado tocar con él. Parece fácil, pero hay que ser lo suficientemente glam para perseguir un sueño sabiendo que no lo vas a alcanzar. Ya llevo algún bourbon de más, no sé si me alcanzará el dinero, espero que en este bar me fíen, el pinchadiscos pone a los Ronaldos y me permito asentir, los primeros Ronaldos, me refiero, claro. Me parece que me toca irme para casa, Saltar y despedirse, me estoy poniendo confesional con el camarero, lo de siempre, las botas y los recuerdos, el blues y los crujidos de los amplis (a veces son más cariñosos que las mujeres). Cuidado conmigo, tengo el manual aprendido, conduzco con los ojos cerrados, no me dan miedo las autopistas, hay una habitación reservada para mí en cada motel de aquí a Monegros, pregúntaselo a Mauricio, el tiene el teléfono de Marc. ¿Marc Star? claro, ¿conoces otro?
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