martes, 31 de agosto de 2010

Cállate EP de Hola, Hola Hermanita (autoeditado)



Abre el Cállate EP de la banda aragonesa Hola Hola Hermanita, Cientos de amaneceres, con sus potentes líneas de bajo fundiéndose con la ola fría de los ochenta, haciendo de la trepidación un síntoma más de la ansiedad tóxica de los que hacen música para bailar sin tener la menor intención de moverse. Sophie tiene la pegada de los temas redondos, la densidad sintética suficiente para trepanarte los oídos a base de teatralidad bien entendida. Dualismo se interna en la aridez melódica de Décima Víctima, como los penúltimos representantes de la lírica de la habitación cerrada. El cierre, la revisión de Ser, ser, ser, repite la fórmula de las guitarras orientadas hacia la pista, en un tema de producción notable. Este tipo de arreglos, en la trillada onda de Bloc Party que también han jugado los zaragozanos Mister Hyde en sus últimos temas, siempre funcionan, terminando en los maletines virtuales de muchos pinchadiscos. El detalle de las palmas pincela con cierta originalidad esta nueva muestra de la buena salud de la música aragonesa.
Aunque habría que pedir algo más de exigencia en los textos puesto que algunas imágenes resultan sonrojantes en lo literario, las influencias de la banda están tan bien interiorizadas que evitan el ejercicio de estilo y generan electricidad de producción propia. Hola, hola hermanita, una de esas bandas que te hace esperar la mañana para comprobar si te has convertido en un vampiro.

martes, 10 de agosto de 2010

Celebrate it all de Big City (Naked Man Recordings)



Es complicado hablar de discos definitivos u obras claves, grabaciones perfectas donde cada melodía encaja sin más fisuras que las que los miembros de la banda buscan. Un disco complejo sin resultar pretencioso, eso es el Celebrate it all de Big City. De digestión exigente, armados con los manuales de estilo de los grandes, arremolinándose entorno al talento compositivo de Javi Vicente, jugando con la melancolía crepuscular en Who´s gonna set you free now, prisoner?, guiños al fab four incluidos, revisando las nuevas olas luminosas en The Smiths, cuando la radio pasaba canciones hermosas y te alegraban la mañana, el poder del beat. Hay algo esperándote en una esquina de la ciudad, bajo la luz mortecina de una farola. Lo sé porque yo estuve allí escuchando The split end. Como una nana cantada para alguien que no quiere dormir. Los teclados de Ghostbusters se deslizan perezosos por toda la habitación, estamos esperando que llegue alguien que hace mucho anulo la cita. Como en una noche en tránsito, como en las canciones de Red House Painters, conducimos lejos del centro y buscamos algo en el dial para evitar hablar solos, porque la película está terminando al final de Car Music. Soy el desertor, el que imagina los desiertos e improvisa una revuelta tumbado en su cama con un banjo, On voulait la revolution. Déjame que te coja la mano y te lo explique. Finland y Poland, la primera se calienta en un microondas de voces exigentes y la segunda es una canción escrita junto al muro, junto a cualquiera de los muros. A song for you and me and the undertow, para el paseo a media tarde, para la celebración íntima de estar vivos. Un disco excesivo, evocador, un disco de largo recorrido, desde las primeras horas hasta la madrugada, un disco donde uno puede encontrar su lugar.

3 Mellizas de 3 Mellizas (Naked Man Recordings)


Di hola y abrirán la puerta. Lupe no escucha las televisiones encendidas, ni a los insomnes conectados a los programas de radio nocturnos, sólo se afana por ocultar sus pasos en el roce de la alfombra. Las pilas usadas se acumulan sobre la mesa, en lo cajones, junto a las cajas vacías del tabaco negro y lo medicamentos. Las pilas sucias y humedecidas, con el plomo que se escapa, como un bolero de reducción-oxidación, como en Apoteque. Te echo de menos con clase, tengo varios magnetófonos colocados en lugares estratégicos de la habitación, repiten tu nombre, un segundo, cada vez que acciono el mando que guardo bajo la almohada. Un ritmo perfecto, un eco, un lucero. Definitivamente te echo de menos con clase, mi pequeño Topo. G, conforme pasa el tiempo noto nuevos estigmas en ciertas parte de mi cuerpo que no recuerdo haber encargado por correo, zonas desconocidas e inexploradas que ya no atienden a razones ni placeres. Era un niño perdido, Maricon, con la cabeza puesta, del derecho o del revés, mostrando sus encías, afeitado, rasurado, cuero negro por toda la piel, ojos saturado de alcaloide, siendo que haber huido me salva, trato de que me recuerden. Siempre que andabas conmigo la ciudad se estrechaba, me daba miedo que te marcharas, que cualquier cosa nueva, Punteica, captara tu atención. No consigo recordar qué hice con las fotos de los dos, creo que las vendí a una revista sueca de lucha libre en el barro. Ahora haría cualquier cosa por no haber llamado tu atención ni un solo instante, Diminui. Vosotros estuvisteis allí antes que yo, con las guitarras y la batería, viendo como se apagaban las sinapsis frente a la sobrecarga alcohólica, en la frontera de París y Texas, Ry, tuve alucinaciones, dentro de ellas era notablemente más feliz que fuera. No es capaz de recordar el número de la habitación ni de distinguir un pino cansado de u madre muerta, Armito (y esto último sólo tendría sentido en una dimensión no regida por la geometrías euclídeas, en mi cuarto, celebrando las últimas calendas, Chinarr). Di adiós y cerrarán la puerta.