domingo, 24 de noviembre de 2019

Tras el francés y las letras de Algora (Madmua Records, 2019)

Con la salida de esta joya (edición limitadísima, hazte con ella antes de que se agoten, ya solo quedan, que yo sepa, 498 copias) escribir a info@madmuarecords.com y 


aprovecho para resumir y recordar algunos de los especiales que dedicamos en Comunidad Sonora-Espíritu de Margot a la figura de Sergio Algora que pueden servir de complemento-banda sonora. 











Espíritu de Margot se emitía en Comunidad Sonora de Aragón Radio. Comunidad Sonora de Alberto Guardiola se emite todos los días en Aragón Radio, música aragonesa o en Aragón. 

Magia bajo cero de Fominder (Polar Records, 2019)


Fominder siempre ha escapado a las modas para definir un canon propio. Te puede gustar más o menos, puedes entender que su universo es claustrofóbico o cálido, expansivo o desértico, blanco o negro. Magia bajo cero sigue en esa línea: hay magia, esa que hace que la música recorra los cables desde la columna hasta el parlante, un disco que se abre con Cuando despierto, alegato urbano como unos Décima Víctima con mejor tecnología y más horas de tranvía, en El pacto, la trepidación nos acerca a esas líneas de bajo robóticas que solo pueden ser tocadas por un mutante, con esa devoción alienígena que tenían los A Flock of Seagulls. La canción que da título al disco parece sacada de un descarte de Dynamo de Soda Stereo, como si a los mandos estuviera Daniel Melero soñando con sintetizadores afónicos o revox que repitieran oraciones como en una Ültima noche, con una percusión pesada, fría, una onda que es ceremonial en sus arreglos, como unos New Order que todavía no han superado la pérdida de Ian Curtis, canciones sacadas del catálogo de grupos tóxicos de Limbo Starr, esa Bruma que reivindica la lucidez confesional de La Bien Querida, Elévame que actualiza el sonido de Décima Víctima con referencias a las distopías del S.XIX, síntesis y antístesis en Noche de Arena, solo para los que al llegar los lunes de hierro encuentran en Volubilis el refugio a todas sus plegarias y el final que es una especie de polaroid de Midge Ure y David Sylvian jugueteando borrachos con un Prophet-5 en la Nochevieja de 1985. 

Fominder es sello donde antes había tatuaje, es línea divisoria entre la fotocopia y lo épico. Un solo pero, el tratamiento de la voz, que nos hace perder alguno de los matices emocionales de la interpretación de Juan, que hubieran dado más lustre al LP.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Reseña de Lapso de ELEM (Autoproducido, 2019)


Dotada de una voz superlativa, abre con ukelele en Mi yo, que aparece como single de adelanto, con ese reverso ingenuo que vio crecer a su vera a Suzanne Vega o los momentos más atrevidos de Gloria Van Aerssen, que hacían de los cotidiano un experimento sonoro. Laura Cebrián se maneja al piano y sabe quién es Mike Garson -alguna vez lo ha emulado en directo-, se defiende como hacía la Lliso, cuando pedía más violines o confundía los agujas con arpones, en Irreversible, practica la claudicación íntima en Personas alimenta con aires de trip-hop orgánico, con pinceladas confesionales, como en aquellos viejos tiempos cuando se cantaba a Capricornio y los Bronski mandaban en la ciudad que nunca dormía. Dentro de la paleta que maneja la compositora aragonesa hay momento para jugar a la rumba urbana en Quejas (primer videoclip), con una nutritiva guitarra española, palmas y un fraseo que nos recuerda a aquella maravilla que fue Pastora o arremolinarse en el recuerdo familiar de Cretinus, donde recordamos que cuesta más hacer reír que llorar, una oda a todos los Andy Kauffman del mundo, delicados como el cristal del que está hecho el cielo y cortantes como las cuerdas de una guitarra que se desafina con lágrimas. Pop lúcido en Como el lobo a su manada, agua fresca como un abrazo, garganta que exhala un alma cálida que la emparenta en ese arte transitivo que va desde Patty Pravo hasta Amaral pasando por la Rosenvinge de Flores Raras.


Con una producción exquisita a cargo de Chechu Martínez desde Séptimo Cielo, la portada de Jaime Oriz (cada vez más referente en la captura de aquello inmaterial que sobrevuela cuando hay belleza por el medio) y padrinos que son ya historia viva de nuestra música, Laura Cebrián se despereza en mitad del pantano de nuestra escena dispuesta a oxigenar las movedizas arenas que nos aprisionan.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Mar de universos de Órbita (Discos del amor y del odio, 2019)



Órbita supone la vuelta de Nacho Saldaña a la primera línea musical de nuestra región. Ataviado por una estética que roza el steampunk, Saldaña, otrora éléctrico mayor del laberinto de los noventa, propone en Mar de universos un acercamiento a la ficción distópica con grandes cantidades de distorsión y una voz, la de Blanca Abad, que rebosa del carisma de una Siouxsie a punto de convertirse en una supernova hambrienta de estrellas. Discos del amor y del odio apuestan por este proyecto con guitarras épicas como las de Gigante pequeño, de momentos de delicadez como Flor herida, con una sección rítmica solvente que genera una estructura sólida a temas como Las estrellas. Mar de universo es un EP áspero, de senderos que se bifurcan en una lírica trabajada y caminos familiares que nos devuelven los mejor de la última década del siglo pasado, cuando lo digital no nos había devorado todavía y el averno nos ofrecía su mejor sonrisa.