He rasgado el papel de regalo, he
sacado el corcho de la botella, he mirado dentro de la
chistera...perfumes para un arrebato, lenguas que surgen del bosque y
me lamen en el cuello, detrás de las orejas. Envasado en hechos
reales es el primer LP de Guisante, el proyecto de Rafa Domínguez
(compositor, músico y productor de tantas bandas como su generosidad
permite, aunque no puedo olvidar sus discos al frente de INK y, sin
duda, acompañando a su amigo Sergio Algora en aquel elegante
proyecto que se llamó Muy poca gente), recoge un repertorio
heterogéneo (en lo temático y temporal) de temas compuestos a lo
largo de los años. Un disco que comenzó a cocinarse en el año 2006
y que ha ido construyéndose con el buen gusto y la exigencia de
Rafa, acompañado de una banda de lujo, amigos y confidentes. Un
disco único, un disco mágico.
Ya con el primer tema, Judy Garland,
nos damos cuenta de que estamos frente a un trabajo por encima de los
demás...los metales hipnóticos, el jugueteo de la sección rítmica
y los versos de Rafa Domínguez llevando un paso más allá la
historia del Mago de Oz, latas y más latas acumulándose en busca de
un corazón. El libro de los sueños, como la canción de amor
definitiva, las mutaciones de los teclados, el bajo percutor y esa
electricidad marca de la casa, aullante. Gaviotas en el café nos
trae al Rafa Domínguez más oscuro, más de los noventa...el reverso
negro de la vaina. Algunas canciones de Guisante llevan años bajo el
plástico cómplice de nuestras vidas: Circo circular que conocimos
en la voz de Bunbury, suena tan delicado como el estornudo de un
hada, como una fanfarria enamorada de la violinista. Y en Casa
desolada llega el momento de la psicodelia delicada, un tema en el
que se muestra el Rafa Domínguez más superlativo como arreglista
melódico y vocal: de Alfred Jarry a Syd Barret y tiro porque se me
lleva la corriente. Buceador y buceadora, el momento pop poderoso de
Guisante, una tarta dulce de melodía, de baile, de fiesta y palmas,
después de tantos años uno no se cansa de escucharla en directo.
Cajas de música y recuerdos borrosos de lo que sucedió al otro lado
del espejo, eso es Conejo reloj...hay muchas noches cómplices
comprimidas en esta miniatura de elegantes metáforas. El juego de
arreglos de Junto a mi amor, otro tema clásico después de tantos
años, el ritmo deshinhibido, el trombón, el fraseo de Rafa (que se
descubre como el gran vocalista que ha sido, modulando sinuoso cada
una de las letras), la rabia del sonido Washington que siempre
amenaza con surgir. Hubo una vez una banda que se llamó Muy Poca
Gente, mutantes de la vida, rabiosamente divertidos, judíos y
conversos...comían caramelos en las noches, caramelos Chimos...luego
soplaron un poco de arena de olvido en los ojos de las chicas y
solamente unos pocos los recordamos. Canción redonda, todos los
instrumentos dando paletadas perfectas de luz y color para que la
canción nos permita recordar por qué esperamos que nuestro corazón
siga latiendo para siempre. Qué violines, qué música...Y llega el
penúltimo tema: Impermeable azul. Aún recuerdo aquellos tiempos de
risas y noches empadas de ginebra. El azul de la vela, el azul de las
lágrimas sobre su cuerpo desnudo. Me acuerdo de Sergio y escucho a
Rafa junto a Bunbury, apretando los dientes frente al tiempo de los
asesinos en una canción, Famous Blue Raincoat de Leonard Cohen, que
cada hora que pasa es más suya, más nuestra. Disparen a Cohen, pero
utilicen armas descargadas. Y el cierre con uno de los temas más
recientes del repertorio, Romeo...un mantra acuático de guitarras
acústicas, de cuerdas de nylon afiladas por la vida, la soledad del
corredor de fondo, el acorde último de Narciso...tan bello que
duele.
Un disco de dormitorios mágicos, de
recovecos donde se cocinan lentamente pócimas extrañas, un disco
que recoge extractos de una historia del rock y del pop en Aragón a
través de las canciones de una de las cabezas más geniales y
creativas que ha surgido en esta región en los últimos mil años.
No podemos olvidar el interesantísimo
trabajo que han hecho desde Münster Studio con el diseño del disco,
atrapando de manera absoluta la imaginería de las canciones.