Hace
unos días hice una pequeña encuesta entre algunos amigos
escritores, estaba fascinado con la última novela de Mariano
Gistaín, que además presentó aquí, en la Torre de Babel,
Daniel
Gascón, Rodolfo Notivol, Pepe Melero, Ismael Grasa...había varias
opciones pero en el audio que me grabó Ismael Grasa dejó para el
final un pequeño guiño a la vida, a Zaragoza, a una forma distinta
de entenderlo todo, una forma que se está perdiendo, la vida
analógica, la rareza, el límite: La vida en un puño, el primer
libro de Mariano Gistaín, escrito junto al periodista deportivo Juan
Antonio Ciria sobre la vida del campeón del mundo de boxeo Perico
Fernández en el año 1987. Gistaín acaba de publicar una estupenda
novela que nos devuelve una de las mejores y más adelantadas voces
de nuestra región, “Se busca persona feliz que quiera morir”
pero para esta biografía periodística había que profundizar más,
mucho más: Entrevisté a Mariano Gistaín y escuché las palabras
sabias de Luis Alegre, el intelectual aragonés que también fue muy
cercano a Perico Fernández y que nos hizo una serie de sabrosas
sugerencias, recordé a Félix Romeo, el escritor que guardaba el
autógrafo de Perico como si fuera una estrella del rock, escuché a
Enrique Bunbury en ese estupendo disco llamado Flamingos y recordé a
David Giménez y Luis Felipe Alegre acompañando a Perico en sus
últimos días, como rapsodas de los versos imposibles de uno de los
últimos ángeles de una ciudad que se desmorona.
El
libro: el proyecto del libro proviene primero de la prensa diaria
La
vida en un puño se publica en la editorial de los libros del Día.
El día es publicó entre el año 1982 y 1992, periódico diario con
vinculaciones profundas con la cultura aragonesa (en especial con la
revista Andalán). Un día en la primavera de 1987 (nos cuenta Luis
Alegre) Mariano y Luis ven a Perico con Escriche en un bar y no
saben de qué vivía Perico. A partir del libro escrito por el
concejal y periodista Alberto Maestro (el mismo que da nombre al
polideportivo de las Fuentes) y a través de una serie de entrevistas
con Perico Fernández y toda la troupe que lo rodeaba por entonces
(Paco Millán, Benito Escriche), durante un mes o dos y a doble
página en las páginas centrales de El Día de Aragón fueron
apareciendo distintos testimonios sobre la figura de Perico
Fernández. Luis Alegre estuvo en el proyecto, pegado a los tres, en
verano del 87, un verano divertido y feliz, consagrado a Perico
Fernández, Luis Alegre se encargaba de Benito Gil, Vicente Merino y
otros tantos. Algunos de ellos muy mediáticos, Jose María García
(al que Luis Alegre tuvo que perseguir para que recibiera a los dos
autores), Mercedes Milá, Pedro Ruiz, Benito Escriche, los hijos de
Martín Miranda, los boxeadores Pedro Carrasco o José Legrá.
Mariano Gistaín junto con el periodista deportivo José Antonio
Ciria recorren España en un 133 amarillo, lo tres, porque el tercero
era Luis Alegre, adalid y factotum del proyecto, elemento
fundamental. Incluso fueron hasta Valladolid a entrevistar a la madre
de Perico Fernández, la madre natural, eso fue una de las cosas más
fuertes. José Antonio Ciria escribía un capítulo y Gistaín el
otro y los repasaban al alimón. Mariano Gistaín nos cuenta que
diseñando aquellas páginas aprendió a maquetar con tipógrafo
(imaginen nuestros oyentes, hablamos de tamaños de letras reales no
transformaciones pulsando un click del ratón), entonces en la
redacción de El día de Aragón (dirigida por Plácido Díez) les
dejan dos MacHintosh Apple muy primitivos y en la casa de Mariano
Gistaín, una azotea de Escoriaza y Fabro, viendo pasar los trenes
por el Portillo y usando una manguera a modo de ducha Luis Alegre,
Ciria y Gistaín. En el gimnasio de la calle Delicias donde entrenaba
Perico o en el bar de la calle Pignatelli de su amigo Paco Millán.
Eso sí que era la Puta calor, como inmortalizó el propio Perico.
Las fotografías de las entrevistas, las imágenes de los combates de
Perico, un todo de historia en blanco y negro que resulta inspirador.
Para Gistaín fue un trabajo apasionante, divertido, de búsqueda y
encuentro, casi no dormía. Perico les suministró fotografías,
otras las hicieron ellos y el famoso fotógrafo del Día Rogelio
Allepuz o el también fotógrafo Daniel Pérez. En las conversaciones
con Perico Fernández o con Benito Escriche el humor y la sorna
aragonesa estaban siempre presentes y no podían parar de reír. Los
tres se quedan enamorados de él. Surrealista, divertido, cómo
contaba su vida, su infancia y adolescencia. Un verano adictivo.
La
historia de Perico
Perico
había crecido en Pignatelli, en el hospicio municipal, junto a la
plaza de toros, en donde se encuentra el actual gobierno de Aragón.
Sus primeros años los pasas en el el hospicio de Calatayud. Empieza
a entrenar como salida a un futuro oscuro y apoyado por gente del
boxeo (y la farándula en gerenal como Martín Miranda o Benito
Escriche) se proclama campeón de España de boxeo en Marzo de 1973
(Kid Tano en Zaragoza), de Europa en julio de 1974 y el momento
cumbre de su carrera: El 21 de septiembre de 1974, Perico Fernández
se proclama en Roma2 campeón del mundo del peso superligero,
versión WBC, ante al japonés Lion Furuyama, por victoria a los
puntos. Lo defiende frente a Joao Henrique y ya es un mito entre los
aficionados españoles. La imagen de las luces encendidas en las
casas a altas horas de la noche por los combates al otro lado del
mundo son inolvidables, padres e hijos juntos, apretando los puños,
fuerte, muy fuerte.
Pero
un campeón, un mito, nunca está completo si no hay una caída por
el medio, sin abismo no hay luz: en julio de 1975 dejó rodar en
Bangkok la corona mundial ante el tailandés Saensak Muangsurin en el
octavo asalto. En ese momento no había cumplido los 23. La
desilusión es absoluta, porque Perico abandona el combate. La
humedad y la temperatura del lugar, la falta de aclimatación, el
poco entrenamiento. Perico lo resumió muy bien: “La puta calor”
Perico
con su forma de hablar sincera, un ligero tartamudeo, socarrón ante
la vida, se mueve también en la noche, con poco gusto por el
entrenamiento, comparte copas y luces de discoteca (más bien de
salas de fiestas del pabellón del Salduba al Parsifal o los
Papagayos, eran otros tiempos, eran distintos nombres. Las luces de
neón se confundían con la sombra de los ejercicicios y el
entrenamiento. No la madrugada y la mañana se fundían y no había
tiempo para todo, pero el físico superdotado se lo permitió un
tiempo), con otros iconos de la Zaragoza de los setenta como son los
míticos Zaragüayos, sobre todo con Nino Arrúa, con el que le
gustaba echar unas carreras por la ciudad deportiva en vez de ponerse
los guantes. Iba por Zaragoza como pueden ir ahora los Violadores del
Verso o como iba en su momento Kevin Magee...Zaragoza tenía a
Perico, al torero Raúl Aranda y a Arrúa y a Diarte con sus melenas
y sus patillas al viento. Su entrenador, Jesús Couto lo veía
comerse unos huevos fritos con chorizo. Conduce un Seat 1430 por
Zaragoza sin carnet pero los policías le piden autógrafos. José
María Iñigo cuenta con él para Estudio Abierto, Jose María García
lo adora, colabora con Pedro Ruiz. Graba un single de vinilo con
influencias de su admirado Adriano Celentano (toca la guitarra y el
piano de oído), Fuera de combate.
El
libro, la decadencia
Publicado
en 1987, el libro es parte de una colección
barata, popular, en papel prensa, de libros aragoneses. Los de Perico
se publicaron en dos tomos con mejor calidad. Y se hicieron cien
ejemplares casi de luxe. El día que se publica, en la época que
aparece, marca
en su final el comienzo de una franca decadencia de Perico Fernández,
su último combate es el 30 de agosto de 1987, pero los últimos
combates que realiza resultan demasiado decadentes: Púgiles jóvenes
que por unas pesetas de la época pueden poner en su currículum que
han vencido a un campeón del mundo. Perico es el primer aragonés en
divorciarse. Perico adoraba a su hija y pintaba cuadros naif, pintaba
al Gordo y al Flaco, Perico tenía todas sus cosas en un camión de
mudanza.
Mariano
Gistaín concluye: Perico nos daba la época, el sentimiento, la
conexión con el Zaragoza, con la propia ciudad. Franco le promete un
reloj, Cruyff quiere fotografiarse con él cuando viene a jugar a la
Romareda, se escapa de Pontoneros cuando está realizando el servicio
militar, la miseria triste de los huérfanos del Pignatelli, de los
talleres de ocupación, el frío, la ciudad deportiva del Real
Zaragoza. Perico se convierte en un mito pop, un ángel caído, un
generador de rarezas. Gistaín lo sabía, Ciria lo decía todos los
días.
En
la presentación del libro vino Pepe Legrá, el boxeador, donde los
tres mosqueteros del proyecto concluyendo que la razón por la que se
había comenzado a redactar el libro seguía sin estar clara, ¿De
qué vivía Perico?
¿Qué
paso después? Con Perico
Podríamos
seguir hablando de Mariano Gistaín y también de Perico Fernández,
claro. De Perico primero: los siguientes años se dedica a pintar y
vender sus cuadros por distintos bares y restaurantes de la ciudad.
En los ochenta Triviño le ofrece desde el ayuntamiento un puesto de
conserje al que el púgil contesta con una de sus frases más
míticas: Si quieren un portero que fichen a Zubizarreta. Yo tengo el
honor de conocerlo en el Churrasco, donde intercambiamos unas
palabras y me muestras sus cuadros con motivos taurinos. Escribo
fascinado por la memoria de Félix Romeo que guardaba su autógrafo
en un cuaderno como si fuera una estrella de rock y que narra esa
relación tan intensa y emocional en fragmentos de Dibujos Animados o
como una presencia casi sacada de las obras de Peter Handke,
sobrevuelta otras como Discoteque. Si hablamos de estrellas del rock,
el penúltimo gran homenaje viene de Enrique Bunbury que en su disco
de 2002, Flamingo, graba canciones como el Club de los Imposibles o
Contar contigo donde se escuchan samplers de los combates de Perico,
incluso Perico aparece en las fotos interiores a modo de entrenador
de Bunbury que llevas los calzones de boxeo de Benito Escriche.
Perico fallece el 11 de noviembre de 2016. En esos últimos años se
le realizaron homenajes para recoger fondos y hacer un poco más
dignos sus últimos días en los que participaron David Giménez,
José Antonio López Bueno, el ex torero Raúl Aranda y el abogado
José Antonio Visús.
¿Qué
paso después? Con Gistaín
Mariano
Gistaín después de la
Vida en un Puño,
ese mismo verano de 1987, al acabar la serie, presenta un programa
diario en el Centro de Aragón de TVE (que está en el Canal Imperial
de Aragón), cuando era dirigido por Pepe Royo: una hora en directo
con el título de “No me esperes a comer”. Una época, la
Zaragoza de finales de los ochenta, que ya hemos comentado en alguna
ocasión, se vivía con mucha intensidad. Al parecer la mayor parte
de los elegidos por la diosa cultura eran también afectos a la
nocturnidad y se lo tomaban de manera regular, es decir sufrían de
mala conciencia si no salían alguna noche. Esa mala
conciencia le
da título a su primera novela (antes publica el libro de relatos
“El polvo del siglo”),
publicada en 1997 en la editorial Anagrama donde ya demostraba su
capacidad para la ficción anticipatoria, frisando la ciencia ficción
al modo de Ballard o Philip K. Dick. Una sociedad que mutaba hacia la
revuelta digital y allí estaba Gistaín al frente de todo, cuando
nadie sabía nada, Gistaín ya lo sabía todo: en el año 2000,
editado por Xordica aparece la
vida 2.0,
internet cuando nadie sabía qué era internet. Leído hoy resulta
escalofriante darse cuenta de que entre las analógicas líneas de
color de la realidad Gistaían se acercaba al verde fosforente del 1
y 0. Ocultas
en su interior contiene direcciones de páginas web donde se pueden
encontrar complementos y actualizaciones. Un personaje puede
comportarse de una forma en formato papel y de otra en Internet. UNA
ESPECIE DE MULTIMEDIA AVANZADA
Y
otra rareza, otro viraje de Gistaín al año siguiente, publicando
“Florida
135: Cultura de Club”,
por la Biblioteca Aragonesa de Cultura: Un análisis sociológico de
lo supuso la discoteca más famosa de Fraga, la electrónica en el
desierto. No se puede olvidar la página web/blog/contenedor de
noticias que durante muchos años fue el más prolífico y referente
en Aragón: Gistain.net y aquella frase con la que se abría: Texto
casi Diario.
La
historia del libro, en este caso es más personal que otra cosa, en
el año 2011 Juan Luis Saldaña y y un servidor escribimos un
poemario llamado Perico Fernández que estás en los cielos que editó
David Giménez con los Libros de(l) imperdible. Lo habíamos escrito
como la segunda parte de una trilogía inconclusa sobre mitos pop de
nuestra ciudad (Ángel Guinda-Perico Ferdández-Kevin Magee). Perico
nos hizo la portada. Lo presentamos con él en el Teatro Principal.
Fuimos a Huesca a un festival Periferias con Perico y el rapsoda Luis
Felipe Alegre recitó alguno de los poemas del libro. Grabamos
canciones con aquellos textos. Perico y David Giménez, quizá una de
las personas que más lo apoyo en esos últimos días, estaban en la
mesa. Perico me pedía un cigarrillo. Yo fumé con el campeón del
mundo. Quería este libro y Félix Romeo lo estuvo buscando con su
olfato de cazador de rastros y libros de saldo en miles de
pilas...murió antes de encontrarlo. Pocos meses después Ismael
Grasa me regaló los dos tomos. A lo largo de los años he ido
encontrando otros dos pares de ejemplares y los guardo. Uno será
para mi hijo. El otro quizá sea para Luis Alegre, que no tiene un
ejemplar porque le regaló el suyo a Ray Loriga, que le encanta el
boxeo, y nunca se lo ha devuelto,
Terminamos
con una frase de Gistaían:Perico
ha sido y es nuestro gran campeón. Su historia es la nuestra más
que el viaje a la luna, que también.