La
noche del Becerro de Gabriel Sopeña
Gabriel
Sopeña ya era doctor en historia, había grabado un puñado de
discos y sus primeros poemas habían aparecido en la revista Andalán.
Pero La noche del becerro es su primer libro de poemas, llegamos a
mitad de los noventa con un libro clave, un libro que es majestuoso.
La primera edición aparece en el año 1995. Gabriel Sopeña le pide
a Javier Losilla, uno de los grandes periodistas de la época que
escriba en la contraportada. Losilla habla de palabras rabiosas, de
oraciones y de plegarias. Veamos pues si tenía razón:
La
vida de Gabriel Sopeña en el momento de publicar el libro: “Había
abandonado la docencia, ya no me incorporaría hasta el año 2000.
Solo me dedicaba a la música. El Frente estaba vivo aún. Hacíamos
conciertos, vivía en Barcelona (la Gran Barcelona, universal y
cosmopolita, no la de hoy), en Latinoamérica, en los Estados Unidos,
en escribir con y junto a Mauricio, pero es verdad que el Frente me
comenzaba a pesar como proyecto, porque mi visión era ya muy
amplia.”
En
aquella época dirigía la editorial Olifante Antón Castro y no es
casualidad encontrar en las anteriores entregas de la colección
libros como Seré breve y parecerá que no te amo de Magdalena Lasala
(a la que une una relación muy especial con Gabriel Sopeña que
quizá no mucha gente conoce, sensibilidad compartida y una poesía
con muchos puntos en común, además de una admiración mutua), En la
noche más transparente de José Luis Rodríguez García (admirado
por Sopeña y autor de la letra de Cass que popularizaron los Mas
Birras), Abisal Cáncer de Miguel Labordeta (sobre cuya obra Gabriel
trabajaría años más tarde) y tras la edición aparecen libros de
Ángel Guinda y Manuel Estevan y también de Jesús Jiménez y Sergio
Algora. Resulta curioso repasar la salida de esos libros
cronológicamente y cómo marcan un proceso de cambio en nuestra
poesía aragonesa.
Hablamos
con Antón Castro: “Recuerdo que era el primer libro de Gabriel
y que lo trabajó mucho, estaba muy ilusionado. Le dimos muchas
vueltas a la edición, una experiencia muy bella para los dos, se
creó una gran complicidad. Hacía y hace una lírica llena de
sensualidad, de refinamiento y de ecos culturalistas, con extravíos
hacia el misticismo, la antigüedad, el amor y los viajes. Ya
entonces le interesaba mucho introducir en su lírica ecos árabes,
el poso de la historia de las religiones y la arqueología. Ya
entonces estaba fascinado con la obra de Luis Alberto de Cuenca,
especialmente 'La caja de plata', creo recordar.”
Cantores (El frente)
El
libro: Las palabras y las canciones
Algunas
pistas solo para entendidos: el subtítulo del libro Poemas y
canciones de viaje y carretera (1990-1994) lo emparentan
claramente con los dos discos que ha publicado a principios de los
noventa con su proyecto El Frente: Otro lugar bajo el sol y Barcos.
Sobre todo con el primero, en el que la huella de Jack Kerouac y la
revisión del Eclesiastés, de la Biblia, casi concebido como un
libro de carretera y amor alimenta sus poemas. Pero en Aragón
teníamos el desierto de Monegros. También sin duda en poemas como
El libro de las palomas que se abre con una cita del Cantar de los
Cantares ese libro de la Biblia que siempre resulta chocante por su
sensualidad nada contenida.
Como
nos cuenta el mismo Gabriel: La
clave son las canciones. Muchas se perdieron en el camino; pero otras
tomaron forma en la carretera. No hay compendio. Los poemas están
escritos de intento. Las canciones, no_: se iban demorando, corregía
y recorregía... Faltan muchas
Guardé
tu prenda con referencias Marruecos, el Magreb que había
alimentado las palabras de William Borruoghts o Paul Bowles...incluso
ecos de la banda Proscritos (José Lapuente, letrista y poeta, tiene
una relación intensa con Gabriel en aquella época) y su Viajar. La
Menorca que remite al Mediterráneo idealizado de Robert Graves o la
isla de Hydra donde huía Leonard Cohen, la cultura clásica en No
hay luciérnagas en Grecia. Hay
arrebatos de experimentalidad casi heredada del Alberti de Sobre los
ángeles/Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos en
Intento frustadísimo en favor de Cecil B. De Mille , la herencia de
Cohen se hace presente en la maravillosa Versos de Bourbon o en
canción imposible. Hay culturalismo, sensualidad, miniaturas y
salmodias, hay amor fraternal, reflexiones y salvajismo.
Algunos
de los poemas que aparecen en el libro terminarán convertidos en
canción como Lisboa (que había aparecido en la voz de Loquillo en
el primer disco de poetas, La vida por delante) o Nunca he despertado
junto a ti que sería parte de un disco maldito, Mil kilómetros de
sueños, editado en el año 1998 por la discográfica PICAP. También
hay algunas más, como nos cuenta Gabriel: “Te he marcado las
canciones que tenían música en origen en rojo. Te adjunto maquetas
(ojo: inéditas totalmente: las tienes tú ahora, y sólo tú. Alguna
en directo –Dame una noche, con Mauricio
a la segunda voz y yo a la guitarra y la voz; Me
llamaste amante, en la desaparecida La Ruelle, en
1994-, otras en un hotel (Bandera Blanca), otras
en directo en el estudio, a deshoras... Esa es Versos
de Bourbón, que interpreté al piano que no la tengo
en este ordenador). Sombras en la luz no
está maquetada. Nunca la toqué. La compuse con un sitar.
La
salida, las reseñas, el impacto
El
libro contiene una fotografía de Gabriel Sopeña, un rockero joven,
un poeta, recuerda aquella sesión tanto Gabriel como Antón:
“Recuerdo con mucho cariño que quedamos a hacer una foto con
Rogelio Allepuz, jefe de fotografía de 'El Periódico de Aragón', y
pasamos un rato de muchas risas. Rogelio, que es rapidísimo, disparó
casi antes de que se diera cuenta. Gabriel, como en el chiste, "Ya
está, Rogelio, mira qué no soy fácil de retratar".
Gran
respuesta de crítica y público, el ABC
de José María Barrera
se hace eco, recuerda también Gabriel y Antón: “Recuerdo
también que yo iba a buscar las pruebas en Cometa, en la carretera
de Castellón. allí tenían un maquinista, Antonio, que cuidaba
mucho las ediciones. Bueno, él y todo el equipo. Recuerdo que fue
uno de los libros de los que estuve muy pendiente y tuvo bastante
eco, entre los críticos y entre la gente de la música. alguien
escribió: "La
elegante voz poética de Gabriel Sopeña".
Y
Sopeña: “La
presentación, que yo recuerde, me la hicieron Trinidad y Antón. En
la Biblioteca de Aragón y canté después con Mauricio. Y la crítica
fue, a mi juicio, excesivamente generosa con el libro. Hice
presentación también en Barcelona (yo, prácticamente vivía allí.
Al menos cuatro días por semana). También hubo buenas críticas;
pero no sé si las conservo... Le preguntaré a Magda Bonet y Alberto
Manzano,
que a lo mejor las conservan”.
La
razón de La Noche del Becerro como canon y salto cualitativo:
Sopeña
pues es un enlace generacional, es una generación en sí mismo, en
realidad. Une a Magdalena Lasala con Sergio Algora, la poesía y el
rock, lo culto y universitario con la armónica y la toxicidad de la
noche.
Pero
lo que hace a este libro canónico para la poesía aragonesa es su
valentía, su mezcla de colores y aromas, Gabriel Sopeña mezcla la
tradición que viene de Julio Antonio Gómez y, más cerca, de José
Luis Rodríguez García, con la poesía beat (quizá lo más evidente
desde fuera), pero también con elementos de oriente y retazos
anglosajones. Gabriel Sopeña se encuentra en la encrucijada de su
vida, ha apostado por el rock y el rock no le ha sido venturoso, así
que vuelve a lo básico, a la palabra y a la construcción como
amanuense de unos versos que son memoria y también guía para un
lector que se acerca a ellos con curiosidad y emoción.