domingo, 27 de septiembre de 2020

Vida EP de Stabilito (Autoeditado, 2020)

 


Uno siempre tiene la sensación de ser un interino en su propia vida. Estar guardándole el sitio a tu yo que crece, a tu yo adulto, a tu yo padre, a tu yo abuelo. No sabes quién se quedará esa plaza definitiva y mientras, imitas el lugar de tus progenitores o preparas el camino a tus descendientes. Aquel que entiende la vida como un interino suele dejar en la espera mensajes y recuerdos: canciones y poemas, películas y juguetes, guitarras con marcas que a su vez son historias. Mil vidas que se multiplican casi de manera fractal. 

Así uno se acerca a un disco final que es un principio, a una muda primordial como es esta Vida de Stabilito. En tiempos de concentración y usura emocional, se agradece una reflexión en cuanto a arreglos y voces. El disco se abre con Benson, con un sampler y una guitarra trepidante, una guitarra de la tercera nueva ola: abres la boca y te imaginas intoxicación o lucidez, tú eliges. Sigue con Hiroshima, se abre con el aullido de una habitante de las pesadillas de Oppenheimer para desgarrar el espacio tiempo a base de una sección rítmica que se desliza como los tentáculos de Shoggoth abriéndose paso en la madrugada a través de las grietas que dejó la destrucción. Hay un momento de ceniza en el texto, una forma de deshacer muerte y darle color, con las guitarras y el aullido que nos recuerda a aquellos grupos ochenteros españoles de nombres prohibidos, grupos que nadie quiere recordar que existieron, como 429 Engaños o Minuit Polonia. Un actor invisible nos lleva por latitudes acuáticas y estancadas que activan pasajes de la memoria que son como el beso de una madre antes de dormir, abriendo de nuevo el cielo a la electricidad, con esa variedad de registros de Guillermo Esteban. No solo por estar cantado en catalán pero es evidente que los mecanismos llevan a la acidez de Ricardo Solfa cuando abusaba de la ayahuasca con Adriá Puntí y, completamente pasados, invitaban a anchoas al oso polar disecado que guarda Dalí solo para sus favoritos. Están los momentos menos sacados de El columpio asesino y los restos de hidrocarburo que dejan Nudozurdo cuando vuelven de resaca, está el Miracle el aire, con esa fatalidad de las bandas que surgían de los prefabricados de Manchester, como Durruti Column o la parte más post punk de Cabaret Voltaire. Salmodia en el texto, el camino de Ray Loriga, no saber distinguir el sabor del congrio seco, no tener lo que se quiere, solo lo que no se puede evitar. En el gran libro de los días extraños, la dicción de Stabilito, de Diego, el vocalista, nos lleva a los momentos más alucinados del Indio Solari de Gulp! para acabar en Funeral, convirtiendo el final en una especie de ecuación cuya resolución se pinta en las paredes con sangre. Funeral abre los pulmones, expande los instrumentos, Dios es una pelotón de fusilamiento y la cama de un hospital una barcaza conducida por Caronte. Me guardo la última moneda para pagar la zona azul o invitar a ese espectro de buenas piernas. ¿Se parece un poco a Nico o son las lágrimas que no me dejan ver?

Stabilito es un producto de su época, de una época posterior a los noventa, una época en la que todo volvía a parecer ordenado y entonces la exigencia se convirtió en un problema y la originalidad ya no servía como bandera. Prohibieron el cigarrillo y el katovit y dejaron la merca y el ansiolítico. Así que nuestra vida siguió siendo una montaña rusa pero como todos íbamos montados no nos dábamos cuenta. En física se le llama observador no inercial y uno tiene que echar mano de fuerzas ficticias, como la de Coriolis para tener la sensación de que su parte en el mundo está en su lugar. Este disco de Stabilito puede ayudar.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Mirada al pasado de HombreLobo (AUUU!!! Records,2020)

 


Son dos viejos conocidos de la escena musical aragonesa: por un lado la voz y la capacidad compositiva de Alejando Mariona (Alx Estige en su encarnación de principios de siglo) y la habilidad como alquimista de la electrónica de Ricardo Ponce (Räro dj en EIDN, la última época de Nubosidad Variable o Louisiana). Cinco temas para un EP que se abre con Galáctica con sus fibrosas vellosidades sintéticas acompañando una voz sobresaliente, una mirada a las cenizas que dejan como huella los monstruos del espacio, tristes en los noventa. Hombre Lobo es un abismo de enanas blancas, una entropía con sonido de fondo, ecos de lo que pudimos ser y que no volveremos a contemplar como fracaso. El paso a Ruido nos ofrece un pasacalles mucho más lúdico, de ángeles que alucinan como devotos de la trepidación de Martin L.Gore y las producciones de los satélites del Carlos Berlanga más tóxico. ¿Es Tino buscando a Billy Boy? ¿Es John Foxx contemplando Europa después de la lluvia?. El tercer tema, Camino hacia la luz es una de esas letras maduras que esperábamos de un compositor de como Alex Mariona, con uno de esos fraseos desbordados, un gen mutante que no se aprende, se recibe directamente de los habitantes de Oviformia o los besos de una bandada de gaviotas. Atmosférico como su nombre indica, como un expedición en busca de la Lemuria perdida, las sirenas soplan al oído de los roland y los fugaces devaneos de M83 con Jean Michelle Jarre. Bucear es volar en silencio, soñar sin miedo a mojarse. Los arreglos acompañan perfectamente la voz y no hay un brillo de más ni un alma sampleada que se pierda...incluso con el aviso final de bombo a negras que promete un directo jugoso y bailable. Sencillamente perfecto. Ricardo Ponce demuestra un manejo en la sala de máquinas que significa una evolución cualitativa en estos últimos años, acercando su paleta a los grandes, cuidando cada detalle. El final para Sol, en contradicción la parte más oscura del disco, entre Azul y Negro y los Iniciados, sabiendo que uno no se convierte en vampiro hasta que llega el día. El resto del tiempo bailas o te inyectas TB-303 hasta que tu corazón encuentra la secuencia correcta para el quinto profeta.

Un disco sobresaliente, pulido con un diamante, fino como una placa de korg recién salida de una caja olvidada en un almacén de Manchester por el nieto de Bernard Summer, en el decimoséptimo cielo hay una parada para estos licántropos. Descubran sus arterias, traen los dientes afilados.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Reseña de Amor Olímpico EP +DEP los Crápulas single de Mediapunta (Sonido Muchacho,2020)

 


Mediapunta ya no juegan en divisiones inferiores, han creado su propio campeonato en una división paralela de aullidos, picaduras y delanteros con el cerebro quemado que no asumen su decadencia. Mediapunta es al deporte como Maradona a la vida, intoxicación y aceleración. No sabes si estás siguiendo a un ídolo o estás siendo parte de la función de un clown. Tengo cuatro canciones, me prometieron dos más. La dosis anda escasa, pero Fantasma lleva el ritmo adecuado para ser píldora asesina, de leche y drugos pasados de vueltas, guitarras afiladas y una sección rítmica contundente con Diego Ibáñez emulando al mejor Jam Albarracín juntando su voz con la de Francho y cía. Traición suena ochentera, suena a los Vegetales o a los Zoquillos cuando iban de pervitín y se disfrazaban para destruir con un tratado de Adolf Loos en la mano. De Tumbaos hay videoclip, porque Mediapunta es la generación que lo registra todo, trabajando el workinprogress sin descuidar los detalles, el fraseo de Francho ha mejorado desde los tiempos del Gol de Nayim y es uno de los mejores activos de la banda junto a la solidez instrumental, sencilla y funcional, Tumbaos es una nueva revisión de La Playa de los Planetas en clave tóxica y sin metáforas, una canción tormentosa, cuando ya no hay que escuchar la voz de nadie para sentirse abandonado, vale con una mensaje de whatsapp. Boca de serpiente es el cuarto tema de Espíritu Olímpico y es un medio tiempo energético y macarra que solamente se desluce en una indecente rima consonante, pero siendo que Nacho Canut o Abraham Boba lo llevan haciendo décadas, quién soy yo para decir nada, ni que me dedicara a los sonetos. Yo me escapé de las fauces de la noche y ahora recibo avisos de madrugada de generaciones posteriores. Por eso agarro a Román, que tiene nombre de canción, y bailo en mitad de una habitación perdida de un pueblo lejano de cualquier lugar de ojos en blanco y puños en alto, pero sigue valiendo al aceleración primigenia cuando uno escucha Una gran cacería. Eran dos canciones que no iban en la botella que me llegó a esta orilla...la otra, El parque, ya avisan en las redes que tiene parte del cruce entre los Teenage Fanclub y Big Star, entre el Glaswow Rangers de Brian Laudrup y Jon Auer tratando de despertar a Alex Chilton porque tiene que acabar de producir a los Cramps. En El parque la riqueza melódica y las capas de guitarras y voces crecen con elegancia y demuestran que Mediapunta puede seguir dando mucho juego en los próximos años, quizá sea uno de los mejores temas de la banda, que pivota con gracia entre los garajes y los áticos, entre el subterráneo y la psicodelia alucinada.